Eclesiastés capitulo 8
La Biblia de las Américas
2Yo digo: Guarda el mandato del rey por causa del juramento de Dios. 3No te apresures a irte de su presencia. No te unas a una causa impía, porque él hará todo lo que le plazca. 4Puesto que la palabra del rey es soberana, ¿quién le dirá: Qué haces ?
5El que guarda el mandato real no experimenta ningún mal ; y el corazón del sabio conoce el tiempo y el modo. 6Porque para cada deleite hay un tiempo y un modo, aunque la aflicción del hombre sea mucha sobre él. 7Si nadie sabe qué sucederá, ¿quién le anunciará cómo ha de suceder? 8No hay hombre que tenga potestad para refrenar el viento con el viento, ni potestad sobre el día de la muerte ; y no se da licencia en tiempo de guerra, ni la impiedad salvará a los que la practican.
10Y también he visto a los impíos ser sepultados, los que entraban y salían del lugar santo, y que fueron pronto olvidados en la ciudad en que así habían actuado. También esto es vanidad. 11Como la sentencia contra una mala obra no se ejecuta enseguida, por eso el corazón de los hijos de los hombres está en ellos entregado enteramente a hacer el mal. 12Aunque el pecador haga el mal cien veces y alargue su vida, con todo, yo sé que les irá bien a los que temen a Dios, a los que temen ante su presencia. 13Pero no le irá bien al impío, ni alargará sus días como una sombra, porque no teme ante la presencia de Dios. 14Hay una vanidad que se hace sobre la tierra: hay justos a quienes les sucede conforme a las obras de los impíos, y hay impíos a quienes les sucede conforme a las obras de los justos. Digo que también esto es vanidad. 15Por tanto yo alabé el placer, porque no hay nada bueno para el hombre bajo el sol sino comer, beber y divertirse, y esto le acompañará en sus afanes en los días de su vida que Dios le haya dado bajo el sol.
16Cuando apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a ver la tarea que ha sido hecha sobre la tierra (aunque uno no durmiera ni de día ni de noche ), 17y vi toda la obra de Dios, decidí que el hombre no puede descubrir la obra que se ha hecho bajo el sol. Aunque el hombre busque con afán, no la descubrirá; y aunque el sabio diga que la conoce, no puede descubrirla.
Nueva Biblia de las Américas
2Yo digo: “Guarda el mandato del rey por causa del juramento de Dios. 3No te apresures a irte de su presencia. No te unas a una causa impía, porque él hará todo lo que le plazca.” 4Puesto que la palabra del rey es soberana, ¿quién le dirá: “Qué haces?”
5El que guarda el mandato real no experimenta ningún mal; Porque el corazón del sabio conoce el tiempo y el modo de hacerlo. 6Porque para cada deleite hay un tiempo y un modo, Aunque la aflicción del hombre sea mucha sobre él. 7Si nadie sabe qué sucederá, ¿Quién le anunciará cómo ha de suceder? 8No hay hombre que tenga potestad para refrenar el viento con el viento, Ni potestad sobre el día de la muerte. No se da licencia en tiempo de guerra, Ni la impiedad salvará a los que la practican.
10También he visto a los impíos ser sepultados, los que entraban y salían del lugar santo, y que fueron pronto olvidados en la ciudad en que así habían actuado. También esto es vanidad. 11Porque la sentencia contra una mala obra no se ejecuta enseguida, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos entregado enteramente a hacer el mal. 12Aunque el pecador haga el mal cien veces y alargue su vida, con todo, yo sé que les irá bien a los que temen a Dios, a los que temen ante Su presencia. 13Pero no le irá bien al impío, ni alargará sus días como una sombra, porque no teme ante la presencia de Dios.
14Hay una vanidad que se hace sobre la tierra: hay justos a quienes les sucede conforme a las obras de los impíos, y hay impíos a quienes les sucede conforme a las obras de los justos. Digo que también esto es vanidad. 15Por tanto yo alabé el placer, porque no hay nada bueno para el hombre bajo el sol sino comer, beber y divertirse, y esto le acompañará en sus afanes en los días de su vida que Dios le haya dado bajo el sol.
16Cuando apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a ver la tarea que ha sido hecha sobre la tierra (aunque uno no durmiera ni de día ni de noche), 17y vi toda la obra de Dios, decidí que el hombre no puede descubrir la obra que se ha hecho bajo el sol. Aunque el hombre busque con afán, no la descubrirá; y aunque el sabio diga que la conoce, no puede descubrirla.
Nueva Versión Internacional
2Yo digo: Obedece al rey, porque lo has jurado ante Dios. 3No te apresures a salir de su presencia. No defiendas una mala causa, porque lo que él quiere hacer, lo hace. 4Puesto que la palabra del rey tiene autoridad, ¿quién puede pedirle cuentas?
5El que acata sus órdenes no sufrirá daño alguno. El corazón sabio sabe cuándo y cómo acatarlas. 6En realidad, para todo lo que se hace hay un cuándo y un cómo, aunque el hombre tiene en su contra un gran problema: 7que no sabe lo que está por suceder, ni hay quien se lo pueda decir. 8No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte. No hay licencias durante la batalla, ni la maldad deja libre al malvado.
9Todo esto vi al dedicarme de lleno a conocer todo lo que se hace en esta vida: hay veces que el hombre domina a otros para su propio mal. 10Vi también a los malvados ser sepultados —los que solían ir y venir del lugar santo—; a ellos se les echó al olvido en la ciudad donde así se condujeron. ¡Y también esto es absurdo! 11Cuando no se ejecuta rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo.
12El pecador puede hacer lo malo cien veces, y vivir muchos años; pero sé también que le irá mejor a quien teme a Dios y le guarda reverencia. 13En cambio, a los malvados no les irá bien ni vivirán mucho tiempo. Serán como una sombra, porque no temen a Dios.
16Al dedicarme al conocimiento de la sabiduría y a la observación de todo cuanto se hace en la tierra, sin poder conciliar el sueño ni de día ni de noche, 17pude ver todo lo hecho por Dios. ¡El hombre no puede comprender todo lo que Dios ha hecho en esta vida! Por más que se esfuerce por hallarle sentido, no lo encontrará; aun cuando el sabio diga conocerlo, no lo puede comprender.
Reina-Valera 1960
2Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios. 3No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere. 4Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces? 5El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. 6Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él; 7pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. 9Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.
10Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad. 11Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. 12Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; 13y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.
14Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. 15Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.
16Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); 17y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.
Biblia del Jubileo
1¿Quién como el sabio? ¿Y quién como el que sabe la interpretación de las cosas? La sabiduría de éste hombre hará relucir su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará. 2Yo te aviso que guardes el mandamiento del rey y la palabra del pacto que hiciste con Dios. 3No seas ligero a rebelar contra él, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quisiere; 4porque la palabra del rey es su potestad, ¿y quién le dirá, qué haces? 5El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio conoce el tiempo y el juicio. 6Porque para toda voluntad hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él; 7porque no sabe lo que será; ni cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra; ni la impiedad librará al que la posee. 9Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que se hace debajo del sol; el tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.
10Entonces vi también que los impíos sepultados vinieron aún en memoria; mas los que frecuentaban el lugar santo, fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde con rectitud habían obrado. Esto también es vanidad. 11Porque no se ejecuta en seguida la sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos lleno para hacer mal. 12Aunque el que peca haga mal cien veces, y le sea prolongado el juicio, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temieren ante su presencia; 13y que al impío nunca le irá bien, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no temió delante de la presencia de Dios. 14Hay otra vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos los cuales son pagados como si hicieran obras de impíos; y hay impíos, que son pagados como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. 15Por tanto alabé yo la alegría; que no tenga el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le dio debajo del sol. 16Por lo cual yo di mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la ocupación que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos). 17Y he visto acerca de todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar a entender la obra que se hace debajo del sol; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que sabe, no la podrá alcanzar.