Visión general de Eclesiastés
Tipo de libro: El quinto libro de la Sabiduría; el libro número veintiuno del Antiguo Testamento; el vigésimo primer libro de la Biblia.
Autor: Tradicionalmente, se ha considerado que Salomón fue el escritor del libro.
Audiencia: Eclesiastés fue escrito como una autorreflexión y para registrar la sabiduría del pueblo judío. Suponiendo que las palabras sean las de Salomón, probablemente fueron escritas hacia el final de su reinado. En este libro, Salomón asume el papel de un maestro o predicador que está hablándoles a sus estudiantes, y busca proporcionarles dichos sabios que los lectores pudieran recordar fácilmente. En resumen, el libro llega a la conclusión de que Dios es la única fuente de significado y el verdadero propósito de nuestras vidas. El autor ha descubierto esto a través de algunos auto experimentos que fueron muy intensos. En la tradición judía, Eclesiastés se leía durante el día de Pentecostés.
Fecha: Si Salomón es el autor del libro, entonces Eclesiastés tuvo que ser escrito durante su reinado aproximadamente entre el año 970 y el 931 a.C. Dadas las descripciones que aparecen acerca del hedonismo, el materialismo y la frustración, probablemente fue escrito cerca del final de la vida de Salomón.
Resumen: Si bien el libro de Proverbios debe entenderse en partes pequeñas, este no es el caso con el libro de Eclesiastés. Gran parte del libro utiliza la retórica, lo que significa que intenta explorar una idea determinada. Los versículos finales nos muestran la conclusión a la que llega el autor después de estar analizando sus diferentes perspectivas sobre diferentes temas que hacen referencia a la vida de las personas.
Eclesiastés incluye 12 capítulos en los que Salomón trata de encontrar el verdadero significado de la vida. Después de un breve prefacio en Eclesiastés 1:1-11, el libro se organiza en cuatro partes. El libro comienza con una introducción (Eclesiastés 1:12–18), seguida de la búsqueda de significado a través del placer (Eclesiastés 2:1–11), la búsqueda de significado a través de la sabiduría y la necedad (Eclesiastés 2:12–17), y por último la búsqueda de significado a través del trabajo y las recompensas (Eclesiastés 2:18—6:9). La sección que trata sobre el trabajo es la sección más larga del libro, la cual se ocupa de las recompensas que nos puede traer nuestro trabajo, y lo que en realidad significan para nosotros.
Las conclusiones de Salomón se analizan luego durante los capítulos 6—12. Salomón explica las limitaciones de la sabiduría en los capítulos 7—8. Hay temas que tratan sobre la prosperidad, el sufrimiento, la justicia, la maldad, la sabiduría y los gobernantes, pero todos están limitados porque nadie puede saber lo que va a ocurrir en el futuro.
En los capítulos 9—11, Salomón expresa su preocupación por la mortalidad humana, y señala que todas las personas mueren y no pueden hacer nada desde la tumba. Tampoco saben cuándo van a morir, ni qué pasará en el futuro. Esto podría llevar a la desesperación, pero Salomón señala que el verdadero propósito, significado y gozo de la vida solo se encuentran mientras le servimos a Dios. Por lo tanto, honrar al señor con nuestras vidas es más importante que nuestra búsqueda de la sabiduría, el placer y el trabajo (Eclesiastés 11:7—12:8). El libro concluye la investigación del autor con un consejo final, así como información sobre sí mismo
como autor (Eclesiastés 12:9-14).
Versículos clave (RVC)
Eclesiastés 1:2: Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
Eclesiastés 1:8: Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
Eclesiastés 1:18: Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
Eclesiastés 2:1: Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
Eclesiastés 2:11: Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
Eclesiastés 3:1: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Eclesiastés 12:1: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.
Eclesiastés 12:13: El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.