¿Qué significa Gálatas 5:24?
Pablo nos ha dejado claro que la única manera de alcanzar la salvación es a través de la fe, y que nuestras obras no tienen nada que ver al respecto (Gálatas 3:22-29). Pablo no sólo enseñaba que la salvación solo se alcanza a través de la fe en Cristo, sino que la verdadera salvación tampoco se puede perder debido a nuestras obras (Efesios 4:30; Romanos 8:38–39). Las personas que no estaban de acuerdo con la enseñanza de Pablo de que en Cristo Dios nos perdona y nos justifica completamente, a menudo planteaban la siguiente objeción: si la amenaza de que Dios nos castigue desaparece, ¿por qué deberíamos entonces evitar el pecado? ¿Por qué deberíamos elegir hacer el bien?La respuesta de Pablo para estas preguntas, en parte, se encuentra aquí. Las personas que realmente entienden lo que significa confiar en la muerte de Cristo, quien murió en la cruz para pagar por sus pecados, también saben lo peligrosos y destructivos que son sus pecados. Después de todo, nuestros pecados fueron la razón por la que fuimos condenados a morir a través de la maldición de la ley. Por eso, Pablo escribe que las personas que le pertenecen a Cristo dejaron de intentar vencer a sus pecados por sí mismos. En cambio, con gratitud, realizamos una especie de ejecución, en la que crucificamos nuestros deseos pecaminosos cuando confiamos en que Cristo murió por ellos, y entonces renunciamos al derecho de seguir aferrándonos a nuestro pecado, entregarnos a él, e incluso disfrutarlo.
Sin embargo, hay algo importante que se debe entender de todo esto. En la mayoría de los casos, quienes confían en Cristo no perdemos inmediata y completamente nuestro deseo o instinto de pecar. El "deseo" de pecar no se va del todo. Sin embargo, Pablo ha escrito que hay dos cosas importantes que cambian cuando alcanzamos la salvación. Primero, por definición, reconocemos que el pecado nos lleva hacia la muerte. Al confiar en Cristo, dejamos de caminar la senda del pecado y la muerte. Segundo, Dios nos da el poder, en Su Espíritu, para ganar la batalla en contra de nuestros propios deseos pecaminosos (Gálatas 5:16-17).
A veces, todavía podemos ceder ante nuestro deseo de pecar, pero los cristianos ya no somos esclavos de nuestros pecados, ya que nos hemos dado cuenta de que el pecado no tiene valor ninguno y hemos declarado que, en Cristo, nuestra intención es alejarnos del pecado usando el poder de Dios.