¿Qué significa Gálatas capitulo 5?
La carta que Pablo les escribió a los Gálatas se puede dividir en tres partes. Los capítulos 1 y 2 se centran en la biografía de Pablo, durante los que también comparte las razones por las que él había sido capacitado para representar a Cristo como apóstol. Desde el final del capítulo 2 hasta el capítulo 4, Pablo habla de teología, explicando que la justificación solo se alcanza a través de la fe en Cristo y no debido a que sigamos o no las obras de la ley. Los capítulos 5 y 6 se centran en cómo se aplican estas verdades. Sabiendo todo lo que se ha presentado desde el capítulo 1 hasta el 4, ¿cómo deben vivir las personas que son libres en Cristo?Pablo comienza el capítulo 5 afirmando rotundamente que Cristo nos ha hecho libres para que seamos libres. La libertad, sin embargo, requiere que seamos fuertes ante la tentación de volver a ser esclavos de la ley. Las personas que están en Cristo deben mantenerse firmes contra cualquier persona que intente arrastrarlos de nuevo hacia la esclavitud que supone el yugo de la ley (Gálatas 5:1).
Aquí, Pablo tiene en mente el tema de la circuncisión. Un grupo conocido como los judaizantes estaba presionando a los gálatas para que se sometieran a la circuncisión física con el fin de que Dios los aceptara. Es posible que algunos de los gálatas hubieran estado dispuestos a hacerlo simplemente para cubrir todas las opciones posibles. A lo mejor pensaron: "en realidad, ¿qué hay de malo en creer en Jesús y circuncidarse?". Pablo insiste, sin embargo, en que la fe en Cristo es más que suficiente para alcanzar la salvación. De hecho, dice que comenzar a seguir la ley nos separa de Cristo porque es como si le estuviéramos pidiendo a Dios que nos juzgue debido a nuestras propias obras y no a través de lo que Cristo hizo por nosotros (Gálatas 5:2–11).
Pablo, confiado en que los gálatas iban a rechazar esta falsa enseñanza y que la persona responsable de haberla enseñado tendría que rendir cuentas, rechaza el rumor de que él pudiera haber estado enseñando que los gentiles también tenían que circuncidarse. Si lo estuviera haciendo, ¿por qué lo estarían persiguiendo? De hecho, Pablo dice que desearía que los falsos maestros fueran más allá de la circuncisión y se mutilaran (Gálatas 5:12).
Luego, Pablo centra su atención en otra forma en la que los cristianos podrían desperdiciar la libertad que Cristo ya ha conseguido para todos nosotros. Algunos podrían pensar que, puesto que ya habían sido perdonados por sus pecados y justificados por la fe en Cristo, ¿qué les impediría entregarse a todos los deseos pecaminosos que tuvieran? Sin embargo, nuestra libertad en Cristo no nos libera para hacer esto; más bien, debemos usar nuestra libertad para servirnos los unos a los otros con amor (Gálatas 5:13–15).
Sin embargo ¿cómo podemos superar nuestros deseos pecaminosos y centrarnos en servir a los demás? La respuesta es que solo podemos hacerlo a través del poder del Espíritu de Dios que recibimos cuando confiamos en Cristo para nuestra salvación. El Espíritu de Dios es poderoso y les da a los creyentes la capacidad sobrenatural de amar como lo hace Cristo en lugar de simplemente servirnos a nosotros mismos. La verdadera batalla para los cristianos es permitir que el Espíritu nos guíe en lugar de dedicarnos a seguir nuestro propio camino. De hecho, nuestro propio camino siempre nos conduce hacia pecado y hacia la destrucción. Después, Pablo nos proporciona una lista que contiene diferentes estilos de vida pecaminosos y dice que quienes viven así no deben pensar que están en Cristo, ni tampoco heredarán el reino de Dios junto con los que tienen el Espíritu de Dios (Gálatas 5:16–21).
Luego, Pablo nos ofrece una segunda lista que nos revela lo que emana de las personas que permiten que el Espíritu de Dios guíe su camino. Es un "fruto" que tiene nueve características: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Por definición, las personas que confían en la muerte de Cristo en la cruz para el perdón del pecado han tomado la decisión de crucificar sus deseos pecaminosos junto a Él. Eso no significa que nunca volveremos a pecar, sino que cuando nos mantenemos en sintonía con el Espíritu de Dios ya no necesitamos pecar. De esa manera, hemos sido liberados del poder del pecado, así como del castigo que siempre lo acompaña (Gálatas 5:22–25).