¿Qué significa Génesis 22:9?

A medida que leemos la historia que se cuenta en Génesis 22, nos acercamos más y más al momento que hemos estado temiendo. Dios le ha ordenado a Abrahán que sacrificara a su amado hijo Isaac (Génesis 22:1–2). Abrahán le ha obedecido, hasta ahora, aparentemente bajo la suposición de que Dios tenía un plan o un propósito mayor en mente (Génesis 22:5). Abrahán e Isaac llegan al lugar que Dios le había mostrado a Abrahán para que hiciera el sacrificio. Abrahán construyó el altar y colocó la madera sobre él.

Entonces, Abrahán se preparó para hacer, por orden de Dios, algo que sería impensable. Abrahán comenzó a atar a Isaac con una cuerda y lo puso en el altar. ¿Protestó Isaac? ¿Luchó contra su padre de alguna manera? ¿O Isaac dejó que su padre hiciera todo esto sin oponerse en absoluto? ¿Quizás lloraron juntos? En realidad, no se nos dice ninguno de estos detalles, pero lo que sabemos de la historia sugiere fuertemente que Isaac no se opuso a su padre en absoluto. Isaac tenía la edad suficiente como para hacer preguntas (Génesis 22:7) y llevar leña (Génesis 22:6). Isaac estaba con un anciano (Génesis 22: 5). Dado que fácilmente pudo haberse escapado o incluso haber dominado físicamente la situación, tiene más sentido asumir que Isaac dejó que su padre lo atara. Por supuesto, las Escrituras no nos dicen esto directamente, por lo que no podemos estar absolutamente seguros.

Lo que sabemos con certeza es que Abrahán continuó demostrando su fe inquebrantable en Dios al obedecer voluntariamente este mandamiento. Abrahán estaba pasando la prueba de fe de Dios, mostrando que el amor que sentía por el Señor era mayor que el amor que sentía por su hijo. Aunque no lo comprendía en estos momentos, Abrahán eligió obedecer al Señor; esta es sin duda la definición de "fe", que en un contexto bíblico significa "confianza".

La otra cosa que sabemos es que Isaac estaba representando simbólicamente a Jesús, ya que Jesús haría lo mismo aproximadamente dos mil años después de este momento. Jesús, el Hijo, voluntariamente permitió que Su Padre, Dios, lo sacrificara por los pecados del mundo. Tal y como lo hizo Isaac, Jesús cargó con la viga de madera que se usaría en Su propia ejecución. Jesús, sin embargo, en realidad murió como el cordero del sacrificio y después fue resucitado. Seguramente, Abrahán pensaba que Isaac resucitaría también (Hebreos 11:19).