Isaac obedeció la orden de Dios de quedarse en Gerar y de no irse a Egipto a buscar ayuda debido a la hambruna que estaba experimentando su región. El señor le había prometido a Abrahán que Sus promesas se cumplirían debido a que Abrahán había obedecido y le había sido fiel a Dios. De hecho, Abrahán también obedeció a Dios cuando Dios mismo le dijo que se mudara a otra región (Génesis 12:1–3). Ahora Isaac repite de nuevo el mismo patrón y también acaba obedeciendo a Dios (Génesis 26:1–5).