¿Qué significa Génesis capitulo 26?
Génesis 26 se centra en cómo el Señor intentó tranquilizar a Isaac. Dios declaró que Su relación con Abrahán y sus bendiciones también iba a ser para Isaac. Dios se le apareció a Isaac no una vez, sino dos veces durante este capítulo. En ambos casos, el Señor le reafirmó y enfatizó las promesas del pacto que le había hecho a Abrahán y que ahora le estaba haciendo a Isaac.Durante la mayor parte de este pasaje, no se menciona ni a Jacob ni a Esaú, y mucho menos a Rebeca. Es probable que la mayor parte de este capítulo se remonte hasta un tiempo antes del nacimiento de Jacob y Esaú. Isaac y Rebeca no tuvieron hijos durante 20 años, por lo que hubo mucho tiempo para que ocurrieran estos eventos (Génesis 25:20–26).
Entonces, una hambruna cayó sobre la tierra. De hecho, era un tipo de hambruna diferente de la que provocó que Abrahán se mudara a Egipto en Génesis 12. El Señor se le apareció a Isaac y le ordenó que no se mudara a Egipto, sino que se estableciera en Gerar, la región de los filisteos gobernada por el rey Abimelec (Génesis 26:1–5). Los eruditos no se ponen de acuerdo sobre si este es el mismo Abimelec al que Abrahán conoció durante los eventos de Génesis 20–21 o uno nuevo. Curiosamente, tanto el rey como el comandante del ejército tienen los mismos nombres que los que aparecieron durante el incidente con Abrahán (Génesis 21:22). Esto podría probar que, de hecho, eran los mismos hombres; o quizás podría significar simplemente que los padres les habían transmitido tanto sus nombres como sus cargos a sus hijos. Dado el tiempo que había pasado desde el encuentro con Abrahán, lo más probable es que este fuera un nuevo gobernante.
En cualquier caso, Isaac instaló a su numerosa casa en Gerar, en obediencia al Señor. Cuando algunos lugareños preguntaron por la hermosa esposa de Isaac, Rebeca, él inmediatamente siguió los pasos de su padre y les dijo que ella era su hermana, ya que tenía miedo de que lo mataran para arrebatársela. Isaac cometió el mismo error que su padre había cometido en dos ocasiones.
La mentira se expuso cuando el propio rey Abimelec descubrió a la pareja compartiendo una escena un poco más íntima de lo normal. El rey se puso furioso porque la mentira de Isaac podría haber provocado un castigo sobre todo el reino, tal y como lo había provocado Abrahán. Aún así, el rey decretó que todo el que dañara a Isaac o Rebeca sería asesinado. Dios demostró que protegería a Isaac tal y como lo había hecho con Abrahán, incluso cuando no confiara en Él (Génesis 26:6–11).
Luego, el Señor bendijo a Isaac haciendo que sus cosechas dieran cien veces más comida de lo normal, incluso durante una temporada de hambruna. De hecho, Isaac se volvió tan rico y poderoso que comenzaron a surgir viejas disputas sobre los derechos del agua en la región. Abimelec le dijo a Isaac que se alejara porque era "mucho más poderoso" que los filisteos (Génesis 26:12–16).
Una vez que se reasentó en una parte diferente de Gerar, Isaac continuó teniendo disputas con los lugareños debido a los pozos que está cavando para darles agua a sus rebaños. Finalmente, Isaac viajó a Berseba, un lugar al que Abrahán mismo le había puesto ese nombre durante Génesis 21. En Berseba, el Señor se le apareció nuevamente a Isaac, le ordenó que no tuviera miedo y renovó Sus promesas con Isaac, le dijo que iba estar con él, que lo bendeciría y multiplicaría su descendencia debido al amor que sentía por Abrahán (Génesis 26:17–24).
Isaac respondió adorándolo, construyó un altar y llamó al Señor. También levantó su tienda y les ordenó a sus siervos que comenzaran a cavar un pozo (Génesis 26:25).
Abimelec llegó para visitar a Isaac. Aunque sospechaba un poco al principio, Isaac aceptó la propuesta del rey de hacer un tratado de paz entre ellos. Para honrar ese tratado, Isaac nombró el pozo que sus siervos habían cavado con un término que significaba "juramento" (Génesis 26:26–33).
Finalmente, la historia da un salto grande hacia el futuro. Esaú se casó con dos mujeres cananeas e hititas. Esos matrimonios les hicieron la vida muy difícil a Isaac y a Rebeca, quizás porque Esaú no se casó con mujeres que pertenecían al pueblo de Abrahán (Génesis 26:34–35). Esta angustia, combinada con la clara preferencia que Rebeca sentía por Jacob (Génesis 25:28), se acabará convirtiendo en un infame acto de engaño, el cual ocurrirá durante el próximo capítulo.