¿Qué significa Génesis capitulo 27?
Para el final de Génesis 27, Isaac le habrá entregado la bendición familiar a Jacob, su segundo hijo. Esto debería parecernos algo bastante inusual, ya que Esaú era técnicamente el mayor y era el que tenía el derecho a recibir esta herencia. Sin embargo, al comienzo del capítulo, Isaac no tenía la intención de hacerlo. En cambio, Isaac se propuso a pasarle la bendición a Esaú, el primogénito de los dos gemelos. Isaac estaba muy viejo y era ciego, y por eso creía que estaba llegando al final de su vida. Por lo tanto, había llegado el momento de bendecir a Esaú (Génesis 27:1–4).Cuando llegó el día, Isaac le dijo a Esaú que saliera al campo a cazar animales y le preparara una comida deliciosa. Cuando Esaú regresara, Isaac se comería la comida y le daría la bendición a Esaú. Esaú aceptó, lo cual pareció estar muy lejos de la actitud que había tenido anteriormente: le había hecho un juramento a Jacob, en un momento de imprudencia, y le había vendido su primogenitura (Génesis 25:29–34).
Rebeca, la esposa de Isaac, escuchó el intercambio entre Isaac y Esaú (Génesis 27:5). Ella amaba a Jacob más que a Esaú (Génesis 25:28) y quería que él recibiera esta bendición tan importante. Incluso antes de que nacieran los gemelos, Rebeca recibió una profecía del Señor que profetizaba que un día el menor reinaría sobre el mayor (Génesis 25:23). Rebeca decidió intervenir para ayudar a que esa profecía se cumpliera. Tal y como en el caso de Abrahán, Sara y Agar, trataron de "ayudar" a que los planes de Dios se cumplieran, pero finalmente generaron más problemas de los que deberían haber surgido (Génesis 16:1–5; 21:9–12).
Rebeca obligó a Jacob a participar en un plan para engañar a Isaac para que le diera la bendición, y le dijo que pretendiera ser Esaú. Ella prepararía la comida que Isaac esperaba recibir de Esaú, y le vestiría a Jacob con la ropa de Esaú para que oliera como su hermano. Después, Rebeca le cubriría sus suaves manos, los brazos y el cuello con piel de cabra para que, al tocarlo, Abrahán pensara que era Esaú. De este modo, se puede ver que este fue un acto de engaño elaborado y deliberado.
Jacob, entonces, le hizo una pregunta a su madre: ¿Qué pasaría si su padre se diera cuenta y lo maldijera en lugar de darle la bendición? Vale la pena señalar que la preocupación de Jacob en este momento no tenía nada que ver con la moralidad del acto en sí; más bien, su preocupación era solo sobre lo que sucedería si lo atraparan mintiendo. Rebeca le aseguró a Jacob que la maldición caería sobre ella si eso sucediera. Ella le ordenó obedecerla y hacer lo que ella le dijo que tenía que hacer. Al final, Jacob aceptó hacerlo (Génesis 27:6–13).
Cuando Jacob se acercó a su padre ciego con la comida, por un momento pareció que el plan estaba condenado al fracaso. Isaac sabía que era demasiado pronto para que Esaú hubiera regresado, y la voz de esta persona que decía ser Esaú sonaba muy similar a la Jacob. Jacob se vio obligado a mentirle directamente a Isaac insistiendo en que él era Esaú. Esta declaración —el hecho de engañarle a Isaac sobre su propia identidad— es algo que Dios usará en contra de Jacob más adelante en su vida (Génesis 29:21–26; 32:24–28). Isaac finalmente se convenció de que Esaú estaba allí con él, principalmente debido a las manos peludas (y disfrazadas) de Jacob y el olor de campo que emanaba desde su ropa (Génesis 27:14–25).
Debido a que Isaac era el hijo de Abrahán y receptor de las promesas de Dios, la oración de bendición de Isaac tenía todo el peso de la certeza. Isaac sabía que Dios iba a cumplir con las promesas que formaban parte de esta bendición. Isaac oró para que recibiera riquezas de alimentos provenientes de la tierra y para que la persona que estaba en frente suyo se convirtiera en el señor de sus hermanos y de otras naciones. Finalmente, Isaac transmitió la promesa de que todos los que bendijeran o maldijeran a esta persona recibieran lo mismo a cambio (Génesis 27:26–29).
Momentos después de que Jacob se fuera después de haber recibido estas bendiciones de Isaac, Esaú regresó con su propia comida. Conmocionado y temblando de ira, Isaac se dio cuenta de que había sido engañado por Jacob. Aún así, dijo que la bendición se mantendría. Jacob sería el hijo por el que pasarían las bendiciones de Dios (Génesis 27:30–35).
Esaú se angustió enormemente y recordó la vez que Jacob lo "había estafado" para quedarse con su primogenitura a cambio de un plato de guiso, y entonces se burló del significado del nombre de Jacob. Ya'aqob significa literalmente "agarrador de talones" o "usurpador". Este nombre también puede significar "mentiroso" o "tramposo". De hecho, este es un momento un tanto irónico, ya que el juramento de Esaú de venderle la primogenitura a Jacob significaba que Jacob sería quien recibiría la bendición en primer lugar. Esaú le rogó a su padre que le diera algún tipo de bendición (Génesis 27:36–38).
Sin embargo, la bendición que le dio se parecía más a una maldición. Esaú y su descendencia estarían continuamente viajando, iban a vivir lejos de la humedad y las riquezas de la tierra. También iban a tener que luchar continuamente y en algún momento en el futuro serían capaces de liberarse del gobierno de su hermano (Génesis 27:39–40). El triste final de esta lucha familiar, la cual se experimentará a través de las naciones de Israel y Edom, se resume en el libro de Abdías.
Esaú, con el corazón roto y amargado, se puso muy furioso y se comprometió a asesinar a Jacob después de que Isaac muriera. Rebeca se enteró de su plan y animó a Jacob a obedecerla una vez más: Rebeca le pidió a Jacob que huyera y se fuera a vivir con su hermano Labán en Mesopotamia. Luego también animó a Isaac a que enviara a Jacob a buscar una esposa entre su propia gente (Génesis 27:41–46). Por lo que sabemos de las Escrituras, Rebeca nunca volvería a ver a Jacob, lo cual fue un castigo a la altura del engaño que ella misma había planeado (Génesis 35:27; 49:31).