¿Qué significa Génesis 30:17?

Raquel y Lea se encuentran en medio de una competición que tenía el objetivo de ofrecerle a su mutuo esposo Jacob el mayor número de hijos posible. A pesar de que Raquel era la esposa a quien Jacob amaba (Génesis 29:31), y la única con la que Jacob realmente tenía la intención de casarse (Génesis 29:18–30), ella solo ha podido tener dos hijos usando una madre sustituta, su sierva Bilá (Génesis 30:1–8). Lea, a pesar de no ser amada, había logrado tener cuatro hijos propios (Génesis 29:31–35), más dos a través de su sierva Zilpa (Génesis 30:9–13).

Cuando uno de los hijos de Lea encontró algunas mandrágoras, las cuales se pensaban que mejoraban la fertilidad de las mujeres, Raquel intentó adquirir algunas de ellas. La ira de Lea solo disminuyó cuando Raquel se ofreció a "dejar" que Jacob durmiera con ella por una noche. Aparentemente, Raquel no solo tenía un gran control sobre Jacob, sino que también era la razón por la que Lea había dejado de tener hijos propios (Génesis 29:35). Lea aprovechó su primera oportunidad para decirle a Jacob que él había sido "alquilado", en esencia, y que era suyo esa misma noche (Génesis 30:14–16).

A pesar de este extraño intercambio entre Raquel y Lea, se nos dice en este versículo que Dios escuchó a Lea. En otras palabras, Lea le había estado pidiendo a Dios que le diera más hijos a través de Jacob. Ahora Dios ha respondido a su oración. A pesar de los esfuerzos de las personas, Génesis continúa insistiendo en que Dios es, en última instancia, quien nos permite tener hijos, y no los maridos, las plantas de mandrágora, o —como se verá más adelante en este capítulo— las varas verdes de álamo (Génesis 30:37–43).

Este quinto hijo natural de Lea se llamará Isacar debido a las circunstancias de su nacimiento. Isacar se convirtió en el noveno hijo de Jacob.