¿Qué significa Génesis 31:15?

Raquel y Lea están compartiendo con Jacob la razón por la que lo apoyarán incondicionalmente en su decisión de mudarse a su tierra natal en Canaán. De hecho, no creían que fueran a recibir ninguna herencia de su padre.

Ahora expresan que ellas también sienten que Labán las había maltratado. En realidad, no está muy clara la razón por la que las había tratado como extrañas, aunque esto podría estar refiriéndose a que se volvió algo distante y frío con ellas una vez que se casaron con Jacob (Génesis 29:20–28). De hecho, es posible que se Raquel y Lea se estén identificando con Jacob. Labán consideraba a Jacob como parte de su familia, pero luego lo maltrató como a un extranjero. Durante el transcurso de estos eventos, también maltrató a sus propias hijas (Génesis 30:31–43).

En realidad, no es difícil entender lo que están diciendo las mujeres: que su padre las había vendido y se había gastado todo su dinero. Labán usó el engaño y los matrimonios de sus hijas para sacarle 14 años de trabajo a Jacob. Labán salió ganando con todo esto, pero también conllevó el hecho de retener dinero que en realidad les pertenecía a sus hijas y a sus nietos. Las dos hermanas se habían casado con un hombre que se había convertido en un siervo contratado, una especie de propiedad, una que le pertenecía a Labán. Por lo tanto, en ese sentido, su padre también las había comprado como esclavas. Aparentemente, el dinero que un novio le pagaba a un padre se guardaba y se le entregaba a la novia en la herencia cuando el padre fallecía. La única dote de Jacob era su servicio, de ese modo, Raquel y Lea no iban a recibir nada cuando su padre muriera. Labán ya se lo había "comido" todo mientras se estuvo aprovechando de Jacob.

Además, el intento más reciente de Labán de engañar a Jacob trajo consigo otro momento en el que los intereses de las propias hijas de Labán se habían quedado en un segundo lugar, y de nuevo, su codicia se apoderó de la situación. Por lo tanto, a pesar de la intensa rivalidad que había entre Lea y Raquel (Génesis 30:8), se pusieron de acuerdo acerca de este tema rápidamente.