Capítulo

Génesis 31:35

LBLA Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor porque no pueda levantarme delante de ti, pues estoy con lo que es común entre las mujeres. Y él buscó, pero no encontró los ídolos domésticos.
NBLA Y ella dijo a su padre: “No se enoje mi señor porque no pueda levantarme delante de usted, pues estoy con lo que es común entre las mujeres.” Y él buscó, pero no encontró los ídolos domésticos.
NVI Entonces Raquel le dijo a su padre: ?Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación. Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos.
RV1960 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.
JBS Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; porque tengo la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.

¿Qué significa Génesis 31:35?

Labán estaba buscando a fondo en la tienda de Raquel para encontrar los ídolos de su casa que alguien le había robado. Jacob estaba tan convencido de que nadie de su compañía se los había llevado que imprudentemente declaró que mataría a la persona que los hubiera robado (Génesis 31:32). Lo que ni Jacob ni Labán sabían era que Raquel, la hija de Labán y la esposa adorada de Jacob, se había llevado en secreto los ídolos mientras su padre no estaba (Génesis 31:19). Mientras Labán estaba buscando en la tienda de Raquel, Raquel estaba literalmente sentada sobre los ídolos mientras que su padre examinaba y palpaba todos los objetos que allí había.

Los engaños de Labán, en pos de la codicia, han sido tan obvios que sus propias hijas se sentían engañadas también (Génesis 31:14–16). Puede que Raquel haya aprendido algo de su padre después de todo. En este momento, ella le habla muy respetuosamente a su padre, más respetuosamente de lo que la hemos oído hablar hasta ahora. Ella lo llama "señor" y luego lo engaña. Raquel le pide que no se enojara debido a que no podía ponerse de pie en su presencia, ya que le dice que estaba "en la costumbre de las mujeres".

Raquel estaba diciendo que estaba teniendo su período menstrual, por lo que no podía levantarse de donde estaba sentada. Aunque las leyes de Israel con respecto a la limpieza ceremonial no se dieron hasta muchos siglos después (Levítico 15:19–21), esto concuerda con las costumbres de la época. Su ropa, y cualquier cosa sobre la que se sentara, se habría considerado "impura" en ese momento. Labán no se habría atrevido a tocarla ni a ella ni a su silla, ni le habría pedido que se pusiera de pie.

Labán aparentemente creía en su hija, al menos en la medida en que nunca llegó a registrar la silla en la que ella estaba sentada. Por lo tanto, Labán nunca pudo encontrar los ídolos que Raquel le había robado. Gracias a la mentira de Raquel, la acusación de Labán no se pudo demostrar, y Labán acabó pareciendo un poco tonto después de todo. Jacob se aprovechará de este momento para sacar algo de ventaja durante su enfrentamiento final.
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