¿Qué significa Génesis capitulo 31?
Génesis 31 es un capítulo largo y lleno de acontecimientos que ocurrieron durante los últimos días de Jacob como siervo de Labán, en un período de tiempo que finalmente se había extendido durante unos veinte años. El capítulo termina con Jacob siendo un hombre libre, junto con sus esposas e hijos, cerca las fronteras de la tierra prometida de Canaán. Sin embargo, esto no ocurrió sin que hubiera ciertos problemas entre él y su tío.Este capítulo comienza con dos revelaciones importantes. Primero, Jacob se enteró de que los hijos de Labán se habían enojado con él por haberse llevado una porción tan grande de las ganancias de Labán, lo cual era parte de su futura herencia. Peor aún, Jacob se enteró de que había perdido el favor del propio Labán. En segundo lugar, Dios habló con Jacob una vez más y le ordenó que regresara con su propio pueblo en Canaán. Dios prometió estar con él (Génesis 31:1–3).
Jacob sabía que tenía que irse. Sin embargo, tenía miedo. ¿Qué pasaría si sus esposas, las hijas de Labán, no quisieran irse? ¿Qué pasaría si Labán no lo dejara marcharse? Inmediatamente Jacob habló con sus esposas acerca de la mudanza y les contó lo que estaba ocurriendo: Labán ya no lo favorecía en absoluto. Incluso después de veinte años de servicio fiel, Labán lo seguía engañando continuamente. Raquel y Lea aceptaron marcharse, a pesar de la rivalidad que había entre ellas. Las dos hermanas describieron el hecho de tener que tomar una decisión así con amargura haciendo referencia a su situación financiera. De todos modos, ellas sabían que no iban a recibir ninguna herencia de Labán. Por lo tanto, decidieron irse con Jacob (Génesis 31:4–16).
Luego, Jacob decidió evitar cualquier confrontación con Labán. En el pasado, Labán convenció a Jacob de que hiciera algunos acuerdos que no le convinieron en absoluto, aunque Dios bendijo a Jacob incluso durante esas circunstancias. Peor aún, a Jacob le preocupaba que Labán le prohibiera irse con todas las personas y propiedades que él consideraba que eran suyas. Jacob no le dio a Labán la oportunidad de objetar de ninguna manera. Simplemente lo empacó todo y se fue apresuradamente (Génesis 31:17–21).
Tres días después, Labán se enteró de que Jacob se había ido y comenzó a perseguirlo. Finalmente, alcanzó a la gran compañía de Jacob en la región montañosa de Galaad. Después de todo, Jacob y Labán se iban a enfrentar el uno con el otro. Dios le dijo a Labán que no le "dijera nada a Jacob, ni bueno ni malo", y entonces Labán moderó la manera en la que decidió comunicarse con Jacob. En lugar de expresar su ira, Labán parecía sentirse herido. Si Jacob le hubiera dicho que se iba, Labán le habría organizado una fiesta, o eso es lo que Labán dijo. Labán parecía estar diciendo que Jacob no le había dado la oportunidad de despedirse de sus hijas y de sus nietos. Labán sabía que Jacob anhelaba estar en la casa de su padre, pero ¿por qué había robado Jacob los dioses de la casa de Labán (Génesis 31:22–30)?
Jacob le respondió a Labán con sinceridad. Jacob pensaba que Labán se llevaría a sus hijas, las esposas de Jacob, por la fuerza. También le dijo que no se había llevado los ídolos de Labán, sin saber que Raquel fue quien lo había hecho. Jacob prometió, sin haberlo pensado antes, que, si encontraban los ídolos, la persona que los tuviera debía morir. Esto puso en peligro la vida de su esposa Raquel (Génesis 31:31–32).
Jacob le permitió a Labán registrar todo el campamento. Raquel pensó rápidamente y engañó a Labán, por eso no pudo encontrar nada. Sintiéndose justamente indignado, Jacob finalmente le expresó toda su furia a Labán, no solo por el tema de los ídolos, sino también por los veinte años que había sufrido bajo las órdenes de Labán. Si no hubiera sido por Dios, Jacob hubiera vuelto a su pueblo con las manos vacías (Génesis 31:33–42).
Labán no estaba de acuerdo con lo que Jacob estaba diciendo. Él todavía creía en sus hijas y sus hijos y todo lo que Jacob poseía le pertenecía a él. Sin embargo, debido a que el Dios de Jacob se lo había advertido a Labán, Labán no tenía intención de pelearse por ellos. En cambio, le ofreció una alternativa tanto para protegerse a sí mismo en el futuro como para tomar el control de la situación: le propuso un pacto en el que ambos hombres jurarían que nunca cruzarían la zona en la que se encontraban para hacerse daño (Génesis 31:43–50).
Jacob aceptó el trato. El pacto se hizo y se estableció con la construcción de un montón de piedras, un sacrificio sobre un altar y la celebración de una comida. Finalmente, Labán se marchó y Jacob se volvió hacia su tierra natal como un hombre libre (Génesis 31:51–55).
Aún así, este no será el final de las preocupaciones de Jacob mientras se dirigía de vuelta a casa. Cuando huyó de allí veinte años antes, lo hizo para escaparse de la ira asesina de Esaú, el hermano gemelo mayor al que Jacob había engañado (Génesis 27:36; 27:41). Jacob era libre, pero también se estaba dirigiendo de camino hacia un hombre que aún podría querer vengarse de él. Los dos capítulos siguientes nos mostrarán cómo se desarrollará esta reunión entre los dos hermanos.