¿Qué significa Génesis capitulo 38?
Los eventos de Génesis 38 probablemente sucedieron durante el tiempo que José pasó como esclavo en Egipto (Génesis 37:26–28) y algún tiempo antes de que se reuniera con sus hermanos (Génesis 45:1–3). Después de este pasaje, el texto volverá a enfocarse en José (Génesis 39:1).Judá se alejó de su padre Jacob y del resto de la familia que vivía en Hebrón para establecer su propio hogar al noroeste, cerca de un pueblo llamado Adulán. Judá tenía un amigo allí llamado Jirá y no mucho después también se casó con una mujer de allí. Aunque al pueblo de Dios se le ha dicho constantemente que no se casara con personas que pertenecieran a la cultura cananea (Génesis 28:1), Judá hizo exactamente eso. Debido a esto, Judá tuvo tres hijos con ella: Er, Onán y Selá (Génesis 38:1–5).
El nombre del hijo mayor fue Er, coincidentemente es la misma palabra para decir "mal" en hebreo, aunque escrita al revés. Cuando Er tuvo suficiente edad como para casarse, Judá le encontró una esposa, probablemente otra mujer cananea. Su nombre era Tamar. Después de eso, Er murió, ya que fue condenado a muerte por Dios por algo malo que hizo que la Biblia no nos menciona. La costumbre del "matrimonio de levirato", la cual luego fue codificada en la ley (Deuteronomio 25: 5–6), exigía que a una viuda sin hijos se le ofreciera en matrimonio al hermano de su difunto esposo. El propósito de esta costumbre era proporcionarle un futuro seguro a la mujer, quien de otro modo se encontraría en la calle. Judá le dijo a su segundo hijo que se casara con Tamar para que la línea familiar de Er pudiera continuar (Génesis 38:6–8).
Según esta tradición, los hijos que nacieran de la nueva relación serían considerados herederos del hermano difunto. Todos los hijos que Onán engendrara y criara con Tamar, serían considerados como hijos de su difunto hermano. Así, estos hijos podrían continuar la línea de descendencia de Er y recibir su herencia. Onán, sin embargo, no estaba interesado en mantener a los hijos de su hermano. Sin embargo, él no tenía problemas con el hecho de tener relaciones sexuales con Tamar, por lo que se aprovechó de la situación. Siempre que tiene relaciones sexuales con Tamar, interrumpía el acto en el último momento para evitar la concepción. Dios observó lo que Onán estaba haciendo—utilizar deliberadamente a Tamar para tener relaciones sexuales mientras evitaba la responsabilidad de continuar el legado de su hermano—como un pecado atroz. Dios entonces acabó con la vida de Onán también (Génesis 38:9–10).
La misma costumbre del levirato exigía que Judá, como suegro de Tamar, le entregara en matrimonio a su tercer hijo, Seló. Sin embargo, Judá aparentemente culpaba a Tamar por la muerte de sus dos hijos mayores; quizás Judá creía que les traía mala suerte, o pensaba que ella de alguna manera había contribuido en sus pecados. Por esa razón, le preocupaba que Selá también muriera si se casara con Tamar. Afortunadamente para Judá, cuando Onán murió, Selá aún no tenía la edad suficiente como para casarse. Judá le dijo a Tamar que se esperara, pero luego nos enteramos de que en realidad él no planeaba cumplir con su acuerdo. Sin inmutarse en absoluto, Judá la dejó esperando, viuda y sin hijos, en la casa de su padre (Génesis 38:11).
Cuando Tamar se dio cuenta de que no iba a casarse, sabía que su situación era desesperada cuanto menos. Su suegro Judá no la iba a mantener, y no tenía perspectivas de casarse nuevamente. Entonces, Tamar tramó un plan para obligar a Judá a cuidarla. Tamar se enteró de hacia dónde se dirigía Judá durante su próximo viaje. De este modo, se cambió de ropa y se vistió con un velo, pareciéndose así a una prostituta, y se colocó en algún lugar a lo largo del camino cerca de la entrada de un pueblo llamado Enayin. Sin saber quien era, Judá propuso tener relaciones sexuales con ella (Génesis 38:12–16).
Las Escrituras no nos dicen exactamente cuál era el plan de Tamar al principio. Como mínimo, tenía la intención de utilizar este encuentro como una excusa para convencer a Judá de que cumpliera su promesa. De hecho, era algo increíblemente peligroso: si Judá se enterara, era muy probable que perdiera la vida. Dio la casualidad de que Tamar terminó con una ventaja mucho mayor de lo que podría haber anticipado tener. Al negociar el precio, Judá se dio cuenta de que no tenía dinero para pagar sus servicios. Tamar le pidió a Judá que le dejara su bastón, su sello y su cordón como garantía. Estos artículos eran únicos e insustituibles. Una vez que enviara el pago, ella le devolvería sus artículos a Judá. Judá se los dio y se salió con la suya. Además, Tamar se quedó embarazada(Génesis 38:17–18).
Después de que Judá se fuera, Tamar regresó a la casa de su padre. Si bien la prostitución no era ilegal en esa época, probablemente no era consideraba como algo respetable. Para evitar cualquier tipo de vergüenza, Judá envió a su amigo Jirá, al lugar donde se había encontrado con esta "prostituta", para pagarle y recuperar sus efectos personales. Por supuesto, dado que se trataba de Tamar y no de una prostituta real, no la encontró por ninguna parte. Judá decidió abandonar sus artículos en lugar de correr el riesgo de que se rieran de él si la historia saliera a la luz (Génesis 38:19–23).
Tres meses después, se descubrió que Tamar estaba embarazada. Judá, sabiendo que ella estaba técnicamente comprometida con Selá, su hijo menor, la condenó brutalmente a muerte. Entonces, Tamar envió una prueba de la persona que había provocado su embarazo: el propio bastón y sello de Judá. Judá reconoció tímidamente su hipocresía. El engaño y el pecado de Tamar fueron inmorales, pero el pecado de Judá había sido aún peor. Judá le permitió vivir y, por lo que parece, le ofreció todo el cuidado que una esposa recibía normalmente en esa época. Las Escrituras no nos dicen si Judá se casó literalmente con Tamar, pero nos especifican que nunca más tuvo relaciones sexuales con ella. En efecto, Judá asumió la responsabilidad del matrimonio por levirato que le había estado negando a Tamar (Génesis 38:24–26).
Tamar dio a luz a mellizos: Fares y Zeraj (Génesis 38:27–30).