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Génesis capitulo 43

La Biblia de las Américas

16Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al mayordomo de su casa : Haz entrar a estos hombres a casa, y mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía. 17El hombre hizo como José le dijo, y llevó a los hombres a casa de José. 18Y los hombres tenían miedo porque eran llevados a casa de José y dijeron: Por causa del dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez hemos sido traídos aquí, para tener pretexto contra nosotros y caer sobre nosotros y tomarnos por esclavos con nuestros asnos. 19Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa, 20y dijeron: Oh señor mío, ciertamente descendimos la primera vez para comprar alimentos; 21y sucedió que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí, el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, todo nuestro dinero. Así que lo hemos vuelto a traer en nuestra mano. 22También hemos traído otro dinero en nuestra mano para comprar alimentos; no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales. 23Y él dijo: No os preocupéis, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os ha dado ese tesoro en vuestros costales ; yo recibí vuestro dinero. Entonces les sacó a Simeón. 24Después el hombre llevó a los hombres a casa de José, y les dio agua y se lavaron los pies ; y dio forraje a sus asnos. 25Entonces prepararon el presente para la venida de José al mediodía; pues habían oído que iban a comer allí.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

16Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. 17E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. 18Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. 19Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. 21Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. 22Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. 23Él les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. 24Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos. 25Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan.
Biblia del Jubileo

1Y el hambre era grande en la tierra. 2Y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento. 3Y respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro sin vuestro hermano con vosotros. 4Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento: 5Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro sin vuestro hermano con vosotros. 6Y dijo Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? 7Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra parentela, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Podíamos nosotros saber que había de decir: Haced venir a vuestro hermano? 8Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. 9Yo lo fío; a mí me pedirás cuenta de él: si yo no te lo volviere y lo pusiere delante de ti, seré para ti el culpable todos los días; 10que si no nos hubiéramos detenido, cierto ahora hubiéramos ya vuelto dos veces. 11Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros vasos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, y un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras. 12Y tomad en vuestras manos doblado dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; por ventura fue yerro. 13Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón. 14Y el Dios Omnipotente os dé misericordias delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo. 15Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doblado dinero, y a Benjamín; y se levantaron, y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José. 16Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Mete a aquellos varones en casa, y degüella víctima, y aderézala; porque estos varones comerán conmigo al mediodía. 17Y el varón hizo como José dijo; y metió aquel varón a los hombres en casa de José. 18Y aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron metidos en casa de José, y decían: Por el dinero que fue vuelto en nuestros costales la primera vez nos han metido aquí, para revolver sobre nosotros, y dar sobre nosotros, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. 19Y se llegaron a aquel varón que presidía en la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20Y dijeron: Ay, señor mío, nosotros descendimos al principio a comprar alimentos; 21y aconteció que cuando vinimos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer en nuestras manos. 22Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. 23Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; vuestro dinero vino a mí. Y sacó a Simeón a ellos. 24Y metió aquel varón a aquellos hombres en casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies; y dio de comer a sus asnos. 25Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José al mediodía, porque habían oído que allí habían de comer pan. 26Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron a él hasta tierra. 27Entonces les preguntó de la paz, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, tiene paz? ¿Vive todavía? 28Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia. 29Y alzando él sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. 30Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y procuró dónde llorar: y entró en su cámara, y lloró allí. 31Y lavó su rostro, y salió fuera, y se esforzó, y dijo: Poned pan. 32Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los Egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios. 33Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su mayoría, y el menor conforme a su menoría; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. 34Y él tomó presentes de delante de sí para ellos; mas el presente de Benjamín era aumentado más que los presentes de todos ellos en cinco partes; y ellos bebieron, y se embriagaron con él.

¿Qué significa Génesis capitulo 43?

El capítulo anterior terminó con Jacob diciendo que no permitiría que su amado hijo menor, Benjamín, fuera de regreso a Egipto con sus hermanos (Génesis 42:38). De hecho, incluso estaba dispuesto a dejar a Simeón en prisión allí (Génesis 42:19–20, 24) en lugar de arriesgarse a ver a Benjamín sufrir cualquier tipo de daño. Todo esto nos muestra el escandaloso patrón de favoritismo que ya comenzó con los propios padres de Jacob (Génesis 25:28) y que ahora también se podía ver en su propia vida (Génesis 37:2–4).

Había pasado algún tiempo desde que los diez hijos mayores regresaron con grano y el dinero que pensaban que habían pagado por él (Génesis 42:25–28). La hambruna todavía les estaba afectando y las reservas de alimentos de la familia se estaban agotando de nuevo. Jacob finalmente les dijo a sus hijos que se fueran a comprar más comida de Egipto. Hablando en nombre de sus hermanos, Judá le recordó a su padre que no podían comprar comida en Egipto si no regresaran con Benjamín. El gobernante egipcio insistió en que esa era la única forma en la que podrían comprarle grano de nuevo. Valientemente, Judá se negó rotundamente a ir si Benjamín no iba con ellos (Génesis 43:1–5).

Jacob arremetió nuevamente contra ellos, culpando a sus hijos por el hecho de haberle mencionado al gobernador egipcio que Benjamín existía (Génesis 42:13). En realidad, no está claro cuánto tiempo había pasado, pero fue suficiente como para que la situación fuera de mal en peor y la familia estuviera al borde de morirse de hambre. Judá siguió presionando a su padre, y finalmente convenció a su padre de dos maneras. Primero, señaló que la familia, incluidos los pequeños, e incluso Benjamín, se morirían si no trajeran comida de Egipto. En segundo lugar, Judá prometió con su propia vida que intentaría proteger a Benjamín, comprometiéndose a hacerse responsable si algo le sucediera a su hermano menor. Jacob, entonces, podía permitir que todos se murieran, incluido su hijo menor, o podía enviar a todo el grupo para ver si podían conseguir algo de comida (Génesis 43:6–10).

Finalmente, Jacob aceptó el trato, y les ordenó a sus hijos que le llevaran un regalo al gobernante egipcio, junto con el doble de la cantidad de dinero necesaria para cubrir también el precio del grano que compraron durante su primer viaje (Génesis 42:26–28). Finalmente, Jacob le oró al Dios Todopoderoso para que tuviera misericordia por sus hijos (Génesis 43:11–14).

Entonces, los hijos de Jacob se fueron hacia Egipto y se inclinaron una vez más ante el gobernador, esta vez con Benjamín a su lado. Ellos todavía no se dieron cuenta de que este hombre poderoso era en realidad su hermano José (Génesis 42:8), a quien habían vendido como esclavo veinte años antes (Génesis 37:24–28). Esto cumplió con uno de los sueños proféticos por los cuales los hermanos mayores de José comenzaron a odiarlo (Génesis 37:5–8). José le ordenó al mayordomo de su casa que se los llevara a su casa y les preparara una comida para el mediodía. Temerosos de que José pretendiera tenderles una emboscada por haberle robado durante su último viaje, su mayordomo les aseguró a los hermanos que Dios mismo había puesto el dinero en sus sacos. El mayordomo también les devolvió a su hermano encarcelado Simeón (Génesis 43:15–25).

Cuando José llegó, los hermanos le presentaron los regalos que le habían traído desde Canaán. José se interesó especialmente en su hermano menor y lo bendijo especialmente. Abrumado por la emoción, José tuvo que irse a su propia habitación y desahogarse antes de regresar con ellos. Los invitados al banquete se sentaron por separado, según la tradición egipcia. Entonces José puso a prueba los celos de sus hermanos al darle al más joven, Benjamín, cinco veces más de la porción que les ofreció a los demás. Dio la casualidad de que todos parecían estar felices y la comida continuó sin problemas (Génesis 43:26–34).

En este momento, los 11 hermanos pensaban que iban a volver a Canaán con sus sacos llenos de grano. Las cosas les fueron mejor de lo que cualquiera de ellos se podrá haber esperado. Sin embargo, José los iba a poner a prueba una vez más (Génesis 44:1–2), antes de revelarles su identidad (Génesis 45:1–3).
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