¿Qué significa Génesis 44:20?
Ante la posible pérdida de Benjamín, su hermano menor que era inocente, Judá estaba suplicándole al gobernador de Egipto por misericordia (Génesis 44:16–18). Judá le rogó al gobernador egipcio en nombre de su padre Jacob y del resto de su familia. Este gobernante, de hecho, era en realidad el propio hermano de Judá, José (Génesis 42:7–8). Este era el mismo hombre que los diez hermanos mayores habían vendido como esclavo hacía ya veinte años (Génesis 37:24–28). José, por su parte, lo había mantenido en secreto y estaba poniendo a sus hermanos a prueba para ver si habían cambiado o no.Judá le recordó a José que, durante su primer viaje a Egipto, José les había preguntado por su padre y su hermano (Génesis 44:19). Entonces le dijeron que tenían un hermano mucho menor que le había nacido a su padre cuando ya era muy mayor (Génesis 35:16–18). Ese niño, Benjamín, tenía un hermano de la misma madre (Génesis 35:24). El otro hermano había muerto. Al decir esto, Judá reveló una vez más que la familia creía que José había muerto. José era el único que sabía que estaba vivo, y estaba allí, en frente de sus hermanos en este momento, y al mismo tiempo tenía su futuro en sus manos.
Judá le dejó claro que Benjamín, siendo el único hijo que le quedaba a su padre de su esposa Raquel, era profundamente amado por su padre Jacob (Génesis 43:14).
Génesis 44:14–34 nos explica la manera en que reaccionaron los hermanos de José después de que José pusiera a prueba su carácter una vez más. El más joven, Benjamín, tenía la copa de plata de José en su bolsa. José la puso allí en secreto. José quería saber si sus hermanos habían cambiado: ¿seguían siendo tan crueles y egoístas como cuando lo vendieron a él mismo como esclavo? La sentencia de Benjamín era convertirse en un esclavo de José, mientras que el resto era libre de volver a casa. En cambio, Judá se ofreció a tomar el lugar de Benjamín para salvar a su hermano menor y a su anciano padre, quien seguramente se moriría de dolor si Benjamín no volviera con ellos.
Once de los hijos de Jacob disfrutaron de una comida como invitados de honor en casa del gobernador egipcio. A la mañana siguiente, se dispusieron a volver a casa con toda la comida que necesitaban. Todo parece ir bien hasta que el mayordomo de la casa del gobernador los alcanzó cuando se encontraban de camino a casa y los acusó de haberle robado la valiosa copa de plata personal al gobernante egipcio. Los hermanos no sabían que este gobernador era José, el hermano al que vendieron como esclavo hacía ya unos veinte años. Tampoco saben que José le ordenó al mayordomo que pusiera la copa en el saco de Benjamín. Esto formaba parte de la prueba final que José les puso a sus hermanos, para ver si habían cambiado o no. Judá, quien no quería que Benjamín sufriera y acabara yendo a la cárcel, dio un poderoso discurso que tenía el objetivo de evitar que su padre Jacob tuviera que llorar la pérdida de otro de sus hijos. De este modo, Judá se ofreció a sí mismo como aquel que debía ser castigado por lo que Benjamín supuestamente había hecho.