¿Qué significa Génesis capitulo 44?
El último capítulo pareció tener un final feliz. Once de los hijos de Jacob comenzaron a regresar a Canaán con todo lo que vinieron a buscar: el grano que necesitaban para evitar morirse de hambre, Simeón, quien había sido liberado de prisión tras haber sido retenido en Egipto como garantía del trato que habían hecho, y Benjamín estaba volviendo a casa sano y salvo. Incluso tenían su dinero, el cual se les devolvió una vez más, aunque esta vez sabían que lo habían traído en sus sacos. No obstante, todavía no se dieron cuenta de que el poderoso gobernador egipcio con el que habían estado tratando era su hermano José (Génesis 42:7–8), quien los estaba poniendo a prueba (Génesis 44:1–2).José decidió ponerlos a prueba una vez más, y escondió su valiosa copa personal de plata en el saco de grano que llevaba Benjamín. Bajo las órdenes de José, el mayordomo alcanzó a los hermanos cuando se encontraban de regreso a Canaán. Los interrogó duramente, acusándolos de haberle robado la copa al gobernador. Naturalmente, los hermanos protestaron en voz alta, ya que no tenían ni idea de que la copa estaba con ellos. Buscando probar su inocencia, le hicieron una oferta insensata: si alguno de ellos tuviera la copa, esa persona debía ser asesinada, y el resto de ellos se convertirían en esclavos del gobernante (Génesis 44:3–10).
El mayordomo aceptó su oferta de inmediato, aunque la cambió un poco. Él insistió, como José le había dicho que lo hiciera, que el hombre que tuviera la copa se convertiría en un esclavo y el resto sería libre de irse y volver a su casa. Todos los hermanos abrieron rápidamente sus sacos para que se registraran en orden del mayor al menor. El mayordomo, que puso la copa en el saco de Benjamín, fingió buscar en todos los demás antes de encontrarla en el saco de Benjamín. Los hermanos se quedaron atónitos y rotos de dolor, pero no lo abandonaron, sino que regresaron a la ciudad junto con Benjamín y el mayordomo (Génesis 44:11–13).
El gobernante egipcio, quien en realidad era José, insistió en que los hombres serían liberados si Benjamín se quedara allí como su esclavo. Todo esto es muy similar a la situación a la que se enfrentó José cuando sus hermanos, estos mismos hombres, sin incluir a Benjamín, lo vendieron como esclavo hacía ya unos veinte años (Génesis 37:24–28). En ese momento, los diez hijos mayores de Jacob, con crueldad y celos, mandaron a una persona inocente directamente hacia la esclavitud, rompieron el corazón de su padre, y todo esto lo hicieron para servir a sus propios intereses. En ese momento se estaban enfrentando a una elección similar con Benjamín. ¿Dejarán que Benjamín se convierta en un esclavo sabiendo que era inocente y le romperán el corazón a su padre una vez más (Génesis 44:14–17)?
Afortunadamente para todos ellos, Judá habló en nombre de la familia, y confesó su culpa, aunque sabía que Benjamín y el resto eran inocentes y no habían robado la copa. Judá sabía, sin embargo, que tenía que cargar con la culpa por lo que le había hecho a José muchos años antes (Génesis 42:21–23). Judá describió apasionadamente la manera en que su anciano padre se moriría de pena si perdiera a su amado hijo menor. Judá le cuenta cómo se había comprometido a cuidar a su hermano menor, y no podría soportar mirar a su padre a los ojos y darle la noticia de que Benjamín se había quedado en Egipto (Génesis 44:18–32).
Esta súplica culminó con una oferta dramática. Con la esperanza de que el corazón de José se hubiera ablandado, Judá se ofreció a ocupar el lugar de Benjamín como esclavo. De esta manera, podría salvar tanto al niño como a su padre Jacob. El mismo hermano que planeó la venta de uno de sus hermanos para que se convirtiera en un esclavo (Génesis 37:26–27) ahora estaba rogando que él fuera quien se convirtiera en un esclavo para así poder salvarle la vida a su hermano menor (Génesis 44:33–34).
José se reencontró con sus hermanos (Génesis 42:1–8), los escuchó admitir su culpa (Génesis 42:21–23) y se reunió con su hermano menor (Génesis 43:29–30). Después de ponerlos a prueba, vio cómo Judá había ofrecido su propia vida para salvar la de su hermano. Todo esto finalmente provocará que José se rompiera, se derrumbara, y se tuviera que salir de la habitación para llorar desconsoladamente. En el siguiente capítulo, José les revelará su identidad a sus hermanos (Génesis 45:1–3).