¿Qué significa Génesis 47:9?
Jacob, el patriarca de Israel, se encontró con el faraón, el rey de Egipto. En este punto de su historia, el faraón se convirtió en el benefactor de Jacob (Génesis 45:16–20). La oferta del faraón fue ofrecerles un lugar en Egipto para que la familia de Jacob se estableciera allí durante la hambruna, y eso es lo que los acabaría salvando (Génesis 47:4–6).Los lectores modernos pueden fácilmente pasar por alto el contraste que hay entre la entrevista de Jacob con el faraón y cómo otras personas tenían que interactuar con el rey de Egipto. Esta conversación no fue tan formal como otras conversaciones que se registran en Génesis. Jacob no se refirió a sí mismo como el siervo del faraón, tal y como lo hicieron sus hijos. Jacob habló abiertamente, incluso negativamente, sobre su propia vida. El faraón pareció tratar al anciano padre de José con gran respeto. Dada la manera en la que estimaba a José, esto no nos sorprende (Génesis 41:44).
El faraón le preguntó a Jacob cuantos años tenía. Jacob ahora responde con un lenguaje negativo, incluso de manera dramática, algo que se había vuelto característico en su propia personalidad durante sus últimos años de vida (Génesis 37:35; 42:36; 43:14). Jacob dijo que había pasado sus 130 años como un "peregrino". Este término se refiere a una persona que estaba vagando, viajando o que nunca se había asentado completamente en ningún lugar (Hebreos 11:13). Jacob describió esos años como "pocos y malos" y que fueron mucho más cortos que la vida de sus padres. Todos podemos decidir la manera en que contaremos la historia de nuestras vidas, tanto a nosotros mismos como a los demás. Jacob, por ahora, pareció elegir compartirla de una manera más pesimista.
Todo lo que dijo Jacob era verdad, por supuesto. Jacob vivió moviéndose de un lugar a otro, huyendo durante la mayor parte de su vida. Aunque era claramente culpable de sus propios pecados (Génesis 25:31; 27:19), había sido engañado, maltratado y traicionado por su propia familia (Génesis 29:25; 30:33–36). Una de sus hijas había sido violada (Génesis 34:1–2), su esposa amada había muerto (Génesis 35:19) y pensaba que su hijo había sido asesinado por un animal salvaje (Génesis 37:31–33). Jacob se sentía al borde de la muerte incluso siendo unos 50 más joven que su propio padre cuando éste murió.
Jacob podría haber ofrecido otra perspectiva más positiva sobre su vida. Jacob fue bendecido por el Señor, y pudo escaparse del hermano que deseaba matarlo (Génesis 33:4). Se hizo enormemente rico a expensas de un suegro que había tratado de engañarlo (Génesis 30:43). Llegó a tener 12 hijos y docenas de nietos (Génesis 35: 23–26). Se pudo reencontrar con José, el hijo a quien creyó haber perdido (Génesis 45:27–28), y su familia se salvó del borde de la muerte debido a la hambruna que estaba afectando a la tierra. Lo más importante es que Jacob llevaba consigo las poderosas promesas que el Dios del universo le había hecho, tal y como lo habían hecho sus padres antes que él (Génesis 35:9–12).