¿Qué significa Hebreos 10:26?
Este versículo es controvertido y está sujeto a diversas interpretaciones. El lenguaje utilizado en este pasaje puede entenderse de más de una forma. Sin embargo, el contexto general del pasaje, el libro de Hebreos y todo el Nuevo Testamento, sigue en pie. Por más difíciles de precisar que pudieran resultar estos versículos, no deben interpretarse de tal manera que acaben mostrando algún tipo de incompatibilidad con el resto de las Escrituras. Siendo un pasaje que trata sobre la apostasía, esta advertencia se les aplica a los cristianos salvos que sufren el castigo por su desobediencia, o aquellos que nunca fueron realmente salvos en primer lugar, y que experimentan una ira particular por rechazar tan descaradamente a Cristo.La expresión griega aquí a veces se interpreta como "seguir pecando" o como "pecando voluntariamente". Hay una sutil diferencia entre estas expresiones, y la forma en que uno interpreta el resto del pasaje influye mucho en cómo se entienden estas palabras. El contexto más amplio de este pasaje, sin embargo, parece favorecer el segundo punto de vista.
En el caso de aquellos que creen que esto se refiere a las personas que "siguen pecando", esta manera de entenderlo implica a las personas que llegan a tener un cierto nivel de conocimiento del evangelio, pero finalmente lo rechazan en favor de su pecado. Por lo tanto, esas personas en realidad nunca se salvaron. La siguiente advertencia, entonces, se refiere a la severidad de su juicio. Aquellos que tienen un mayor conocimiento tienen una mayor responsabilidad, particularmente cuando se trata de asuntos espirituales (Juan 9:41).
En cambio, si esto se refiere a las personas quienes están "pecando voluntariamente", entonces esto parece estar nombrando a las personas que aceptaron legítimamente a Cristo, pero que deliberadamente no se someten por completo a Su voluntad. Es cierto que la Biblia establece una cierta expectativa para aquellos que son salvos; es decir, generalmente se espera que vivan como si de verdad creyeran. Sin embargo, esta misma carta de Hebreos ya señaló los peligros que existían de caer en la infidelidad y la incredulidad (Hebreos 3:12–19; Hebreos 6:1–8). Esa advertencia previa se les dio de manera muy explícita a los creyentes salvos, e incluyó un lenguaje similar al que sigue.
Al principio de este capítulo, el escritor de Hebreos dijo que el sacrificio de Cristo fue un evento único, y que duraría "para siempre" (Hebreos 10:12). Por esta razón, ya no se hacen más sacrificios en el cielo para el perdón de los pecados (Hebreos 10:18). Cuando el pecado es verdaderamente perdonado, ya no hay sacrificio que pueda quitarlo. El otro lado de esa verdad, sin embargo, se revela aquí. Aquellos que rechazan a Cristo rechazan también el único sacrificio que puede salvarlos. Por lo tanto, no hay, y nunca lo habrá, ningún otro medio para eliminar el pecado.
Hebreos 10:26–39 contiene la advertencia más terrible contra la apostasía que aparece en esta carta. Este pasaje debe entenderse en el mismo contexto que las referencias anteriores sobre el castigo de Israel en el desierto (Hebreos 3:12–19) y los peligros de tener una fe superficial (Hebreos 6:1–8). La preocupación aquí no es la pérdida de la salvación, sino el castigo de Dios sobre aquellos que voluntariamente se rebelan contra Su voluntad. Dado que el nuevo pacto es superior al antiguo pacto, podemos esperar que aquellos que "profanan" el nuevo pacto sufran mayores consecuencias por su desobediencia. A esto le sigue unas palabras de aliento y consuelo para aquellos que ya han sobrevivido a las dificultades y la persecución.
Las propias palabras de Dios, que se encuentran en las Escrituras del Antiguo Testamento, declaran Su intención de reemplazar el antiguo pacto por un nuevo pacto. Jesús cumple todas estas profecías y todo el simbolismo que se encuentra en el sistema de sacerdotes, el tabernáculo y los sacrificios de animales. Sabiendo que Jesucristo es, sin duda, el remedio de Dios para nuestro pecado, debemos animarnos a mantenernos firmes en nuestra fe frente a la persecución. Sin embargo, esa misma confianza trae consigo terribles consecuencias espirituales para aquellos que conocen la salvación de Cristo, pero finalmente eligen actuar desafiando Su voluntad.