¿Qué significa Hebreos 12:8?
En este pasaje, el escritor de Hebreos ha señalado que incluso los grandes héroes de la fe experimentaron diversos tipos de dificultades (Hebreos 11:35–38). Jesús mismo fue perseguido (Hebreos 2:10; 12:3), a pesar de no tener pecado (Hebreos 4:15); y, sin embargo, Jesús entendía Sus experiencias como el camino de Dios que nos lleva hacia los gozos futuros que Dios mismo nos ha prometido (Hebreos 12:2). Esto significa que las dificultades y el sufrimiento no son necesariamente castigos o evidencia del abandono de Dios. Por el contrario, los padres amorosos toman un papel activo en la "educación" de sus hijos (Hebreos 12:5–6). Cuando Dios nos disciplina, corrige o desafía, Su propósito es hacernos más como Él. Por lo tanto, esto debe entenderse como un acto de amor. En el versículo anterior, el escritor exploró la idea opuesta: ¿qué pasaría si no experimentáramos ningún tipo de disciplina? ¿No sugeriría eso que Dios no nos trata como hijos e hijas, lo que implica que no somos realmente Suyos?Aquí, esa misma idea se explora más a fondo. En las relaciones humanas entre padres e hijos, miramos hacia atrás en la disciplina de los padres con respeto. Reconocemos que los padres y las madres corrigen a sus hijos, los capacitan y los desafían, todo con el propósito de orientar su crecimiento. Esa disciplina rara vez se aprecia en ese momento, una idea que el escritor reconocerá en versículos posteriores (Hebreos 12:11). Sin embargo, una vez que vemos el propósito final de esa corrección, ¡realmente llegamos a apreciarlo! Si es posible que un niño respete la disciplina de un padre terrenal, ¡deberíamos poder respetar la disciplina que proviene de nuestro Padre Celestial.