¿Qué significa Hebreos 4:12?
Este es probablemente uno de los versículos más citados de la Biblia y uno de los puntos culminantes del libro de Hebreos.Hasta este punto, el capítulo 4 nos ha explicado por qué los cristianos debemos esforzarnos para cumplir la voluntad de Dios. Israel no confió en Dios en las fronteras de Canaán (Números 13–14), lo que provocó que toda una generación vagara por el desierto, en lugar de encontrar su "reposo" en la Tierra Prometida (Hebreos 3:16–17). Así como Dios reposó solo cuando terminó Su obra creativa (Hebreos 4:3–4), nosotros solo podemos "reposar" en nuestras mayores recompensas celestiales posibles si "mantenemos la confianza firme" de nuestra fe hasta el fin (Hebreos 3:6). Esto se refiere al hecho de completar la obra que Dios nos ha encomendado (Hebreos 3:10–11). Aquí no se está tratando el tema de la salvación, la cual está garantizada para todos los que confían en Cristo (Juan 6:39–40). Más bien, se trata de las recompensas celestiales que podemos ganar o perder en base a cómo confiamos en Dios y lo obedecemos (Apocalipsis 2:26–27).
Dado el contexto de este pasaje, el cual está cargado de citas del Antiguo Testamento, podemos decir con certeza que este versículo habla claramente sobre las Escrituras. Específicamente, que la Palabra de Dios es la manera última de medir el tipo de obediencia que le estamos ofreciendo a Dios. Hebreos 3:12 les advierte a los cristianos que "tengan cuidado" de no tener un corazón incrédulo. La única forma de diagnosticar correctamente esta condición es con la Biblia.
Las imágenes que se usan aquí en Hebreos son muy populares, pero un lector moderno las podría malinterpretar fácilmente. La palabra griega que se traduce como "espada" es machairan, que a menudo se usa genéricamente para una "espada" o "daga" en el Nuevo Testamento. Sin embargo, la misma palabra también se usa para describir la espada blandida por Pedro en Getsemaní (Juan 18:10). De acuerdo con nuestro entendimiento actual, el arma de Pedro no era una espada de soldado, sino un cuchillo de pescador grande. De hecho, el machairan de un pescador estaba destinado principalmente a cortar carne, a diferencia de las verdaderas "espadas" militares, que eran más duras, pero estaban menos afiladas.
Ya sea una "espada" militar o un "cuchillo" para cortar carne, esta perspectiva hace que la metáfora de este versículo sea vuelva aún más viva. Aquí se dice que la "espada" separa las "las coyunturas y los tuétanos", probablemente algo que hace referencia a los tendones, ligamentos y otras partes carnosas. Estos términos vienen de las palabras griegas harōn y myelōn. Estos tejidos están ocultos, son de difíciles de alcanzar y son aparentemente casi indistinguibles. Sin embargo, una hoja afilada, como un machairan, puede distinguirlos y separarlos.
De la misma manera, la Palabra de Dios puede incluso separar cosas espirituales que parecen completamente entrelazadas, como el alma y el espíritu. Esto no pretende ser literal, ya que la Biblia a menudo usa estos términos indistintamente. Más bien, esta es una explicación gráfica de cómo la Palabra de Dios puede distinguir entre las personas piadosos y los impuros. Para el hombre, el alma y el espíritu parecen indistinguibles, pero la Palabra de Dios puede, metafóricamente, incluso discernir entre ellos. Este increíble poder "cortante" de las Escrituras es, por lo tanto, una herramienta que sirve para separar nuestros propios pensamientos en dos categorías: pensamientos buenos y malos.
La Biblia nos proporciona con todo lo que necesitamos para saber la diferencia entre los hechos espirituales verdaderamente desinteresados y los actos que en realidad son egoístas e impuros (Mateo 7:21–23). Jesús condenó a los fariseos asegurándoles que el comportamiento piadoso externo en sí mismo no siempre se considera como un acto de obediencia (Mateo 23). Es posible leer la Palabra y, sin embargo, no seguir la voluntad de Dios debido a la rebelión (2 Pedro 3:16) o al orgullo (Juan 5:39–40).
El contexto de este versículo es crucial. El versículo 11 les advirtió a los cristianos que se esforzaran a obedecerle a Dios, no sea que perdiéramos nuestras recompensas celestiales. Aquí, en el versículo 12, se nos recuerda que la Palabra nos da todo el poder que necesitamos para saber cuál es la verdadera voluntad de Dios (Romanos 12:2; Filipenses 1:9). En el versículo 13 veremos que es imposible escaparse del juicio de Dios: nadie está fuera de Su alcance (2 Corintios 5:10). Aun así, solo en Cristo encontramos a un Dios que realmente comprende nuestros fracasos (Hebreos 4:14–16).