¿Qué significa Hebreos capitulo 9?
El libro de Hebreos busca tranquilizar a los cristianos judíos que estaban siendo perseguidos a través de la idea de que Cristo, no la Ley del Antiguo Testamento, representa el plan supremo de Dios para su salvación. Esto se presenta principalmente al mostrarnos cómo Dios dejó claro en las Escrituras que Su intención era establecer un nuevo pacto. Hasta ahora, el escritor de Hebreos ha demostrado sus ideas utilizando varios ejemplos y citas del Antiguo Testamento. En particular, el ejemplo de Melquisedec se usó para demostrar que la solución final de Dios para el pecado no estaba ligada a los sacerdotes descendientes de Aarón. En el capítulo 8, una cita del libro de Jeremías nos mostraba la manera en la que Dios nos prometió un nuevo pacto que estaba libre de las limitaciones del que ya existía.El capítulo 9 continúa explicando la preeminencia del nuevo pacto enfocándose en dos aspectos: primero, la superioridad que viene del "lugar" en el que finalmente se aplica el sacrificio por el pecado (el cielo). En segundo lugar, está la superioridad del sacrificio de Cristo, el cual se compara con el del antiguo pacto. Esto nos conduce, en el capítulo 10, hasta un pasaje que resume esta parte del libro de Hebreos.
Las instrucciones que Dios le dio a Moisés en el Antiguo Testamento involucraban la construcción de un tabernáculo, que el pueblo de Israel usaba como un templo móvil. Este edificio contenía varios artefactos, así como dos habitaciones. El propósito de estos elementos era representar la verdad a través del simbolismo: estaban destinados a ser "sombras" del futuro (Hebreos 8:5; 10:1), un futuro en el que Cristo cumpliría completamente con el plan de Dios (Hebreos 9: 23–24). Según este capítulo, el simbolismo aquí está destinado principalmente a mostrar cómo el antiguo pacto tenía una naturaleza limitada. Las cortinas que separaban el Lugar Santo y el Lugar Santísimo simbolizaban la separación que existía entre las personas y Dios (Hebreos 9:8). La naturaleza terrenal del templo, así como la naturaleza limitada de los sacrificios de animales, indicaban que existía la necesidad de que hubiera una solución espiritual permanente para el pecado (Hebreos 9:9–10).
Dado que Cristo sirve como sumo sacerdote en el cielo, no en la tierra, Su servicio proviene de los lugares santos "perfectos" (Hebreos 9:11–12). En lugar de ser una sombra o un símbolo, las acciones de Cristo representan la verdad absoluta.
El sacrificio de Cristo también es superior al uso de sacrificios de animales que existía durante el antiguo pacto. Los sacerdotes tenían que ofrecer sacrificios continuamente, no solo por los pecados del pueblo, sino por los suyos propios (Hebreos 9:7). En última instancia, la muerte de un animal solo podría aliviar los sentimientos de culpa y la pureza ceremonial (Hebreos 9:9–10). La sangre animal no puede lograr que una persona cambie dentro de sí mismo o sí misma.
En contraste, el sacrificio de Cristo fue perfecto y estaba libre de pecado (Hebreos 7:26). Su vida fue enteramente humana (Hebreos 4:15). Esto hace que Su sacrificio sea perfecto y un acto que solo debe realizarse una vez. Este único sacrificio, entonces, no sólo se aplica en un "templo" mejor que el de la tierra, sino que también acaba siendo una expiación más eficaz y perfecta por nuestro pecado.
El escritor termina esta sección en particular con una analogía sobre la relación entre la muerte y el juicio (Hebreos 9:27–28). Cada hombre, al contrario de lo que enseñan otras religiones, experimenta una sola muerte y un juicio posterior. De manera paralela, Cristo vino a la tierra para morir —de una vez por todas— y cuando regrese, no será como un sacrificio. Más bien, será para finalizar la salvación de Dios para aquellos que aceptan a Cristo, y el juicio de todos aquellos que no lo hacen.