Isaías capitulo 1
La Biblia de las Américas
2Oíd, cielos, y escucha, tierra, porque el SEÑOR habla: Hijos crié y los hice crecer, mas ellos se han rebelado contra mí. 3El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
5¿Dónde más seréis castigados? ¿Continuaréis en rebelión ? Toda cabeza está enferma, y todo corazón desfallecido. 6De la planta del pie a la cabeza no hay en él nada sano, sino golpes, verdugones y heridas recientes; no han sido curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
7Vuestra tierra está desolada, vuestras ciudades quemadas por el fuego, vuestro suelo lo devoran los extraños delante de vosotros, y es una desolación, como destruida por extraños. 8Y la hija de Sion ha quedado como cobertizo en una viña, como choza en un pepinar, como ciudad sitiada. 9Si el SEÑOR de los ejércitos no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, seríamos como Sodoma, y semejantes a Gomorra.
10Oíd la palabra del SEÑOR, gobernantes de Sodoma ; escuchad la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: 11¿Qué es para mí la abundancia de vuestros sacrificios? — dice el SEÑOR. Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de ganado cebado; y la sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complace. 12Cuando venís a presentaros delante de mí, ¿quién demanda esto de vosotros, de que pisoteéis mis atrios? 13No traigáis más vuestras vanas ofrendas, el incienso me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas : ¡no tolero iniquidad y asamblea solemne ! 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas señaladas las aborrece mi alma ; se han vuelto una carga para mí, estoy cansado de soportarlas. 15Y cuando extendáis vuestras manos, esconderé mis ojos de vosotros ; sí, aunque multipliquéis las oraciones, no escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.
16Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos ; cesad de hacer el mal, 17aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda.
18Venid ahora, y razonemos — dice el SEÑOR — aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos ; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán. 19Si queréis y obedecéis, comeréis lo mejor de la tierra ; 20pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. Ciertamente, la boca del SEÑOR ha hablado.
21¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, la que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, mas ahora, asesinos. 22Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está mezclado con agua. 23Tus gobernantes son rebeldes y compañeros de ladrones ; cada uno ama el soborno y corre tras las dádivas. No defienden al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24Por tanto, declara el Señor, DIOS de los ejércitos, el Poderoso de Israel : ¡Ah!, me libraré de mis adversarios, y me vengaré de mis enemigos. 25También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria como con lejía, y quitaré toda tu impureza. 26Entonces restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al comienzo; después de lo cual serás llamada ciudad de justicia, ciudad fiel.
27Sion será redimida con juicio, y sus arrepentidos con justicia. 28Pero los transgresores y los pecadores serán aplastados a una, y los que abandonan al SEÑOR perecerán. 29Ciertamente os avergonzaréis de las encinas que habéis deseado, y os abochornaréis de los jardines que habéis escogido. 30Porque seréis como encina cuya hoja está marchita, y como jardín en que no hay agua. 31El fuerte se convertirá en estopa, y su trabajo en chispa. Arderán ambos a una, y no habrá quien los apague.
Nueva Biblia de las Américas
2Oigan, cielos, y escucha, tierra, Porque el SEÑOR habla: “Hijos crié y los hice crecer, Pero ellos se han rebelado contra Mí. 3El buey conoce a su dueño Y el asno el pesebre de su amo; Pero Israel no conoce, Mi pueblo no tiene entendimiento.”
5¿Dónde más serán castigados? ¿Continuarán en rebelión? Toda cabeza está enferma, Y todo corazón desfallecido. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza No hay nada sano en él, Sino golpes, verdugones y heridas recientes; No han sido curadas, ni vendadas, Ni suavizadas con aceite.
7La tierra de ustedes está desolada, Sus ciudades quemadas por el fuego, Su suelo lo devoran los extraños delante de ustedes, Y es una desolación, como destruida por extraños. 8La hija de Sion ha quedado como cobertizo en una viña, Como choza en un pepinar, como ciudad sitiada. 9Si el SEÑOR de los ejércitos No nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, Seríamos como Sodoma, Y semejantes a Gomorra.
10Oigan la palabra del SEÑOR, Gobernantes de Sodoma. Escuchen la instrucción de nuestro Dios, Pueblo de Gomorra: 11“¿Qué es para Mí la abundancia de sus sacrificios?” Dice el SEÑOR. “Cansado estoy de holocaustos de carneros, Y de sebo de ganado cebado; La sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complace. 12Cuando vienen a presentarse delante de Mí, ¿Quién demanda esto de ustedes, de que pisoteen Mis atrios? 13No traigan más sus vanas ofrendas, El incienso Me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas: ¡No tolero iniquidad y asamblea solemne! 14Sus lunas nuevas y sus fiestas señaladas las aborrece Mi alma. Se han vuelto una carga para Mí, Estoy cansado de soportarlas. 15Cuando extiendan sus manos, Esconderé Mis ojos de ustedes. Sí, aunque multipliquen las oraciones, No escucharé. Sus manos están llenas de sangre.
16Lávense, límpiense, Quiten la maldad de sus obras de delante de Mis ojos. Cesen de hacer el mal. 17Aprendan a hacer el bien, Busquen la justicia, Reprendan al opresor, Defiendan al huérfano, Aboguen por la viuda.
18Vengan ahora, y razonemos,” Dice el SEÑOR, “Aunque sus pecados sean como la grana, Como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, Como blanca lana quedarán. 19Si ustedes quieren y obedecen, Comerán lo mejor de la tierra. 20Pero si rehúsan y se rebelan, Por la espada serán devorados.” Ciertamente, la boca del SEÑOR ha hablado.
21¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, La que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, Pero ahora, asesinos. 22Tu plata se ha vuelto escoria, Tu vino está mezclado con agua. 23Tus gobernantes son rebeldes Y compañeros de ladrones; Cada uno ama el soborno Y corre tras las dádivas. No defienden al huérfano, Ni llega a ellos la causa de la viuda.
24Por tanto, declara el Señor, DIOS de los ejércitos, El Poderoso de Israel: “¡Ah!, me libraré de Mis adversarios, Y me vengaré de Mis enemigos. 25También volveré Mi mano contra ti, Te limpiaré de tu escoria como con lejía, Y quitaré toda tu impureza. 26Entonces restauraré tus jueces como al principio, Y tus consejeros como al comienzo. Después de lo cual serás llamada Ciudad de Justicia, Ciudad Fiel.”
27Sion será redimida con juicio, Y sus arrepentidos (los que regresan) con justicia. 28Pero los transgresores y los pecadores serán aplastados a una, Y los que abandonan al SEÑOR perecerán. 29Ciertamente ustedes se avergonzarán de las encinas que han deseado, Y se avergonzarán de los jardines que han escogido. 30Porque ustedes serán como encina cuya hoja está marchita, Y como jardín en que no hay agua. 31El fuerte se convertirá en estopa, Y su trabajo en chispa. Arderán ambos a una, Y no habrá quien los apague.
Nueva Versión Internacional
1Visión que recibió Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. 2¡Oigan, cielos! ¡Escucha, tierra! Así dice el SEÑOR: «Yo crié hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!»
5¿Para qué recibir más golpes? ¿Para qué insistir en la rebelión? Toda su cabeza está herida, todo su corazón está enfermo. 6Desde la planta del pie hasta la coronilla no les queda nada sano: todo en ellos es heridas, moretones, y llagas abiertas, que no les han sido curadas ni vendadas, ni aliviadas con aceite.
7Su país está desolado, sus ciudades son presa del fuego; ante sus propios ojos los extraños devoran sus campos; su país está desolado, como si hubiera sido destruido por extranjeros. 8La bella Sión ha quedado como cobertizo en un viñedo, como choza en un melonar, como ciudad sitiada. 9Si el SEÑOR Todopoderoso no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, seríamos ya como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.
10¡Oigan la palabra del SEÑOR, gobernantes de Sodoma! ¡Escuchen la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! 11«¿De qué me sirven sus muchos sacrificios? —dice el SEÑOR—. Harto estoy de holocaustos de carneros y de la grasa de animales engordados; la sangre de toros, corderos y cabras no me complace. 12¿Por qué vienen a presentarse ante mí? ¿Quién les mandó traer animales para que pisotearan mis atrios? 13No me sigan trayendo vanas ofrendas; el incienso es para mí una abominación. Luna nueva, día de reposo, asambleas convocadas; ¡no soporto que con su adoración me ofendan! 14Yo aborrezco sus lunas nuevas y festividades; se me han vuelto una carga que estoy cansado de soportar. 15Cuando levantan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé, pues tienen las manos llenas de sangre. 16¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! 17¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!
18»Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el SEÑOR—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! 19¿Están ustedes dispuestos a obedecer? ¡Comerán lo mejor de la tierra! 20¿Se niegan y se rebelan? ¡Serán devorados por la espada!» El SEÑOR mismo lo ha dicho.
21¡Cómo se ha prostituido la ciudad fiel! Antes estaba llena de justicia. La rectitud moraba en ella, pero ahora solo quedan asesinos. 22Tu plata se ha convertido en escoria; tu buen vino, en agua. 23Tus gobernantes son rebeldes, cómplices de ladrones; todos aman el soborno y van detrás de las prebendas. No abogan por el huérfano, ni se ocupan de la causa de la viuda.
24Por eso afirma el Señor, el SEÑOR Todopoderoso, el Fuerte de Israel: «Me desquitaré de mis adversarios, me vengaré de mis enemigos. 25Volveré mi mano contra ti, limpiaré tus escorias con lejía y quitaré todas tus impurezas. 26Restauraré a tus jueces como al principio, y a tus consejeros como al comienzo. Entonces serás llamada “Ciudad de justicia”, “Ciudad fiel”».
27Con justicia Sión será redimida, y con rectitud, los que se arrepientan. 28Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y perecerán los que abandonan al SEÑOR. 29Se avergonzarán de las encinas que ustedes tanto aman; los jardines que eligieron serán para ellos una afrenta. 30Serán como una encina con hojas marchitas, como un jardín sin agua. 31El hombre fuerte se convertirá en estopa, y su trabajo en chispa; arderán los dos juntos, y no habrá quien los apague.
Reina-Valera 1960
2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.
5¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. 8Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.
10Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
12¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
18Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
21¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas. 22Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. 23Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios; 25y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza. 26Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.
27Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia. 28Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos. 29Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis. 30Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas. 31Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.
Biblia del Jubileo
1Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio sobre Judá y Jerusalén, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. 2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla el SEÑOR: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de sus señores; Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento. 4¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos corruptos! Dejaron al SEÑOR, provocaron a ira al Santo de Israel; se tornaron atrás. 5¿Para qué os castigaré aún? Todavía os rebelaréis. Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa entera, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no son curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida de extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. 8Y queda la hija de Sion como choza en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada. 9Si el SEÑOR de los ejércitos no hubiera hecho que nos quedase un remanente pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.
10Príncipes de Sodoma, oíd la palabra del SEÑOR; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11¿Para qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? dirá el SEÑOR. Hastiado estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 12¿Quién demandó esto de vuestras manos, cuando vinieseis a ver mi rostro, a hollar mis atrios? 13No me traigáis más presente vano; el perfume me es abominación; luna nueva y sábado, el convocar asambleas, no las puedo sufrir; iniquidad y solemnidad. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma: me han sido carga; cansado estoy de llevarlas. 15Cuando extendiereis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multiplicáreis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16Lavaos, y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien. Buscad juicio. Restituid al agraviado. Oíd en derecho al huérfano. Amparad a la viuda. 18Venid luego, dirá el SEÑOR, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, serán tornados como la lana. 19Si quisiereis, y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20si no quisiereis, y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada, porque la boca del SEÑOR lo ha dicho.
21¿Cómo te has tornado ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de juicio, en ella habitó la equidad; mas ahora, los homicidas. 22Tu plata se ha tornado en escorias, tu vino está mezclado con agua. 23Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman las dádivas, y van tras las recompensas; no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda. 24Por tanto, dice el Señor DIOS de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios; 25y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño; 26y restituiré tus jueces como al principio, y tus consejeros como de primero; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel. 27Sion con juicio será rescatada, y los convertidos de ella con justicia. 28Mas los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados; y los que dejaron al SEÑOR serán consumidos. 29Entonces os avergonzarán los árboles que amasteis, y os afrentarán los bosques que escogisteis. 30Porque seréis como el olmo que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas. 31Y el ídolo fuerte será como estopa, y el que lo hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.