Jeremías capitulo 10
La Biblia de las Américas
2Así dice el SEÑOR: El camino de las naciones no aprendáis, ni de las señales de los cielos os aterroricéis, aunque las naciones les tengan terror. 3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad ; pues un leño del bosque es cortado, lo trabajan las manos de un artífice con la azuela ; 4con plata y oro lo adornan, con clavos y martillos lo aseguran para que no se mueva. 5Como los espantapájaros de un pepinar, sus ídolos no hablan ; tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, porque no pueden hacer ningún mal, ni tampoco hacer bien alguno.
6No hay nadie como tú, oh SEÑOR ; grande eres tú, y grande es tu nombre en poderío. 7¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones ? Porque esto se te debe. Porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay nadie como tú. 8Mas ellos a una son torpes y necios en su enseñanza de vanidades, pues su ídolo es un leño. 9Plata laminada es traída de Tarsis y oro de Ufaz, obra de un artífice y de manos de un orfebre; su vestido es de violeta y púrpura; todo ello obra de peritos. 10Pero el SEÑOR es el Dios verdadero ; El es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra, y las naciones son impotentes ante su indignación.
12El es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos. 13Cuando El emite su voz, hay estruendo de aguas en los cielos; El hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos. 14Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; todo orfebre se avergüenza de su ídolo ; porque engañosas son sus imágenes fundidas, y no hay aliento en ellas. 15Vanidad son, obra ridícula, en el tiempo de su castigo perecerán. 16No es como ésta la porción de Jacob ; porque El es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad ; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre.
19¡Ay de mí, por mi quebranto! Mi herida es incurable. Mas yo me dije: De cierto esta es una enfermedad, y debo soportarla. 20Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas rotas; mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda ni coloque mis cortinas. 21Porque los pastores se han entorpecido y no han buscado al SEÑOR ; por tanto, no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado. 22¡Se oye un rumor ! He aquí, viene una gran conmoción desde la tierra del norte, para convertir las ciudades de Judá en desolación, en guarida de chacales.
23Yo sé, oh SEÑOR, que no depende del hombre su camino, ni de quien anda el dirigir sus pasos. 24Repréndeme, oh SEÑOR, pero con justicia, no con tu ira, no sea que me reduzcas a nada. 25Derrama furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre los linajes que no invocan tu nombre ; porque han devorado a Jacob, lo han devorado y lo han consumido, y han asolado su morada.
Nueva Biblia de las Américas
2Así dice el SEÑOR: “El camino de las naciones no aprendan, Ni de las señales de los cielos se aterroricen, Aunque las naciones les tengan terror. 3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; Pues un leño del bosque es cortado, Lo trabajan las manos de un artífice con el cincel; 4Con plata y oro lo adornan, Con clavos y martillos lo aseguran Para que no se mueva. 5Como los espantapájaros de un pepinar, Sus ídolos no hablan; Tienen que ser transportados, Porque no andan. No les tengan miedo, Porque no pueden hacer ningún mal, Ni tampoco hacer bien alguno.”
6No hay nadie como Tú, oh SEÑOR. Grande eres Tú, y grande es Tu nombre en poderío. 7¿Quién no Te temerá, oh Rey de las naciones? Porque esto se Te debe. Porque entre todos los sabios de las naciones, Y en todos sus reinos, No hay nadie como Tú. 8Pero ellos a una son torpes y necios En su enseñanza de vanidades, pues su ídolo es un leño. 9Plata laminada es traída de Tarsis Y oro de Ufaz. Ese ídolo es obra de un artífice y de las manos de un orfebre; Su vestido es de violeta y púrpura; Todo ello obra de peritos. 10Pero el SEÑOR es el Dios verdadero; El es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante Su enojo tiembla la tierra, Y las naciones son impotentes ante Su indignación.
12El es el que hizo la tierra con Su poder, El que estableció el mundo con Su sabiduría, Y con Su inteligencia extendió los cielos. 13Cuando El emite Su voz, hay estruendo de aguas en los cielos; El hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, Hace los relámpagos para la lluvia Y saca el viento de sus depósitos. 14Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; Todo orfebre se avergüenza de su ídolo; Porque engañosas son sus imágenes fundidas, Y no hay aliento en ellas. 15Vanidad son, obra ridícula, En el tiempo de su castigo perecerán. 16No es como ésta la porción de Jacob; Porque El es el Hacedor de todo, E Israel es la tribu de Su heredad; El SEÑOR de los ejércitos es Su nombre.
19¡Ay de mí, por mi quebranto! Mi herida es incurable. Pero yo me dije: “De cierto ésta es una enfermedad, Y debo soportarla.” 20Mi tienda está destruida, Y todas mis cuerdas rotas; Mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda Ni coloque mis cortinas. 21Porque los pastores se han entorpecido Y no han buscado al SEÑOR; Por tanto, no prosperaron, Y todo su rebaño se ha dispersado. 22¡Se oye un rumor! Viene Una gran conmoción desde la tierra del norte, Para convertir las ciudades de Judá En desolación, en guarida de chacales.
23Yo sé, oh SEÑOR, que no depende del hombre su camino, Ni de quien anda el dirigir sus pasos. 24Repréndeme, oh SEÑOR, pero con justicia, No con Tu ira, no sea que me reduzcas a nada. 25Derrama furor sobre las naciones que no Te conocen, Y sobre los linajes que no invocan Tu nombre. Porque han devorado a Jacob, Lo han devorado y lo han consumido, Y han asolado su morada.
Nueva Versión Internacional
2Dice así: «No aprendan ustedes la conducta de las naciones, ni se aterroricen ante las señales del cielo, aunque las naciones les tengan miedo. 3Las costumbres de los pueblos no tienen valor alguno. Cortan un tronco en el bosque, y un artífice lo labra con un cincel. 4Lo adornan con oro y plata, y lo afirman con clavos y martillo para que no se tambalee.
6¡No hay nadie como tú, SEÑOR! ¡Grande eres tú, y grande y poderoso es tu nombre! 7¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? ¡Es lo que te corresponde! Entre todos los sabios de las naciones, y entre todos los reinos, no hay nadie como tú. 8Todos son necios e insensatos, educados por inútiles ídolos de palo. 9De Tarsis se trae plata laminada, y de Ufaz se importa oro. Los ídolos, vestidos de púrpura y carmesí, son obra de artífices y orfebres; ¡todos ellos son obra de artesanos! 10Pero el SEÑOR es el Dios verdadero, el Dios viviente, el Rey eterno. Cuando se enoja, tiembla la tierra; las naciones no pueden soportar su ira.
11«Así les dirás: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo”». 12Dios hizo la tierra con su poder, afirmó el mundo con su sabiduría, ¡extendió los cielos con su inteligencia! 13Cuando él deja oír su voz, rugen las aguas en los cielos; hace que vengan las nubes desde los confines de la tierra. Entre relámpagos hace llover, y saca de sus depósitos al viento. 14La humanidad es necia e ignorante; todo orfebre se avergüenza de sus ídolos. Sus imágenes son un engaño, y no hay en ellas aliento de vida. 15No valen nada, son obras ridículas; cuando llegue el día de su castigo, serán destruidas. 16La heredad de Jacob no es como ellos, porque él es quien hace todas las cosas; su nombre es el SEÑOR Todopoderoso, e Israel es la tribu de su herencia. 17Recoge del suelo tus cosas, tú que te encuentras sitiado. 18Porque así dice el SEÑOR: «Esta vez arrojaré a los habitantes del país como si los lanzara con una honda. Los pondré en aprietos y dejaré que los capturen».
19¡Ay de mí, que estoy quebrantado! ¡Mi herida es incurable! Pero es mi enfermedad, y me toca soportarla. 20Devastada está mi carpa, y rotas todas mis cuerdas. Mis hijos me han abandonado; han dejado de existir. Ya no hay nadie que arme mi carpa, y que levante mis toldos. 21Los pastores se han vuelto necios, no buscan al SEÑOR; por eso no han prosperado, y su rebaño anda disperso.
22¡Escuchen! ¡Llega un mensaje! Un gran estruendo viene de un país del norte, que convertirá las ciudades de Judá en guarida de chacales, en un montón de ruinas. 23 SEÑOR, yo sé que el hombre no es dueño de su destino, que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos. 24Corrígeme, SEÑOR, pero con justicia, y no según tu ira, pues me destruirías. 25Derrama tu furor sobre las naciones que no te reconocen, y sobre las familias que no invocan tu nombre. Porque se han devorado a Jacob; se lo han tragado por completo, y han asolado su morada.
Reina-Valera 1960
1Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. 2Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. 3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. 4Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. 5Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.
6No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. 7¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti. 8Todos se infatuarán y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el leño. 9Traerán plata batida de Tarsis y oro de Ufaz, obra del artífice, y de manos del fundidor; los vestirán de azul y de púrpura, obra de peritos es todo. 10Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.
12El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría; 13a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. 14Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. 15Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán. 16No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; Jehová de los ejércitos es su nombre.
17Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fortificado. 18Porque así ha dicho Jehová: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y los afligiré, para que lo sientan.
19¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es ésta, y debo sufrirla. 20Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas están rotas; mis hijos me han abandonado y perecieron; no hay ya más quien levante mi tienda, ni quien cuelgue mis cortinas. 21Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron a Jehová; por tanto, no prosperaron, y todo su ganado se esparció.
22He aquí que voz de rumor viene, y alboroto grande de la tierra del norte, para convertir en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de chacales. 23Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. 24Castígame, oh Jehová, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles.
Biblia del Jubileo
1Oíd la palabra que el SEÑOR ha hablado sobre vosotros, oh Casa de Israel. 2Así dijo el SEÑOR: No aprendáis el camino de los gentiles, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque los gentiles las teman. 3Porque las ordenanzas de los pueblos son vanidad; porque leño del monte cortaron, obra de manos de artífice con cepillo. 4Con plata y oro lo engalanan; con clavos y martillo lo afirman, para que no se caiga. 5Como palma lo igualan, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos; porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder. 6No hay semejante a ti, oh SEÑOR; grande eres tú, y grande tu Nombre en fortaleza. 7¿Quién no te temerá, oh Rey de los gentiles? Porque a ti compete ello; porque entre todos los sabios de los gentiles, y en todos sus reinos, no hay semejante a ti. 8Y todos se volverán locos y carnales. Enseñanza de vanidades es el mismo leño. 9Traerán plata extendida de Tarsis, y oro de Ufaz; obrará el artífice, y las manos del fundidor; los vestirán de cárdeno y de púrpura; obra de peritos es todo. 10Mas el SEÑOR Dios es la Verdad; él mismo es Dios Vivo y Rey Eterno; de su ira tiembla la tierra, y los gentiles no pueden sufrir su furor. 11Les diréis así: dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. 12El que hace la tierra con su potencia, el que pone en orden el mundo con su saber, y extiende los cielos con su prudencia; 13a su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y hace salir el viento de sus escondederos. 14Todo hombre es carnal en su ciencia. Avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor, porque mentira es su obra de fundición, ni hay espíritu en ellos; 15vanidad son, obra de escarnios; en el tiempo de su visitación perecerán. 16No es como ellos la suerte de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su herencia; el SEÑOR de los ejércitos es su Nombre.
17Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fuerte. 18Porque así dijo el SEÑOR: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo hallen. 19¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! Mi llaga es muy dolorosa. Pero yo dije: Ciertamente enfermedad mía es ésta, y debo sufrirla. 20Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas están rotas; mis hijos fueron sacados de mí, y perecieron; no hay ya más quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas. 21Porque los pastores se enloquecieron, y no buscaron al SEÑOR; por tanto, no entendieron, y todo su ganado se esparció. 22He aquí que voz de fama viene, y alboroto grande de la tierra del aquilón, para tornar en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de dragones. 23Conozco, oh SEÑOR, que el hombre no es señor de su propio camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. 24Castígame, oh SEÑOR, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles. 25Derrama tu enojo sobre los gentiles que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu Nombre; porque se comieron a Jacob, y lo devoraron, y le han consumido, y su morada destruyeron.