Jeremías capitulo 2
La Biblia de las Américas
2Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: “Así dice el SEÑOR : ‘De ti recuerdo el cariño de tu juventud, el amor de tu desposorio, de cuando me seguías en el desierto, por tierra no sembrada. 3‘Santo era Israel para el SEÑOR, primicias de su cosecha ; todos los que comían de ella se hacían culpables ; el mal venía sobre ellos’ — declara el SEÑOR.”
5Así dice el SEÑOR: ¿Qué injusticia hallaron en mí vuestros padres, para que se alejaran de mí y anduvieran tras lo vano y se hicieran vanos ? 6Tampoco dijeron: ¿Dónde está el SEÑOR que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra de yermos y de barrancos, por una tierra seca y tenebrosa, una tierra por la que nadie pasó y donde ningún hombre habitó? 7Yo os traje a una tierra fértil, para que comierais de su fruto y de sus delicias ; pero vinisteis y contaminasteis mi tierra, y de mi heredad hicisteis abominación. 8Los sacerdotes no dijeron: “¿Dónde está el SEÑOR ?” Los que se ocupaban de la ley no me conocieron, los gobernantes se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaban por Baal, y andaban tras cosas que no aprovechan.
9Por tanto, aún contenderé con vosotros — declara el SEÑOR — y con los hijos de vuestros hijos contenderé. 10Pasad, pues, a las islas de Quitim y ved, enviad gente a Cedar y observad atentamente, y ved si ha habido cosa semejante: 11¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, aunque ésos no son dioses ? Pues mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. 12Espantaos, oh cielos, por esto, y temblad, quedad en extremo desolados — declara el SEÑOR. 13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han abandonado a mí, fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua.
14¿Es un esclavo Israel o un siervo nacido en casa ? ¿Por qué se ha convertido en presa? 15Contra él rugieron los leoncillos, rugieron fuertemente, y han hecho de su tierra una desolación; sus ciudades están quemadas, sin habitantes. 16Incluso los hombres de Menfis y de Tafnes te han afeitado la coronilla. 17¿No te ha sucedido esto por haber dejado al SEÑOR tu Dios, cuando El te guiaba por el camino? 18Y ahora, ¿qué haces en el camino a Egipto para beber las aguas del Nilo ? ¿O qué haces en el camino a Asiria para beber las aguas del Eufrates ? 19Te castigará tu propia maldad, y tus apostasías te condenarán. Reconoce, pues, y ve que es malo y amargo el dejar al SEÑOR tu Dios, y no tener temor de mí — declara el Señor, DIOS de los ejércitos.
20Porque desde hace tiempo rompí tu yugo y arranqué tus coyundas; pero dijiste: “No serviré.” Porque sobre toda colina alta y bajo todo árbol frondoso te echabas como ramera. 21Pero yo te planté como vid escogida, toda ella de simiente genuina. ¿Cómo, pues, te has vuelto delante de mí sarmiento degenerado de una vid extraña ? 22Aunque te laves con soda y uses mucho jabón, la mancha de tu iniquidad está aún delante de mí — declara el Señor DIOS. 23¿Cómo puedes decir: “No estoy manchada, no he ido tras los baales ”? Mira tu proceder en el valle, reconoce lo que has hecho. Eres una camella joven y liviana que enreda sus pasos, 24asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. En la época de su celo ¿quién la puede refrenar ? Todos los que la busquen, no se tienen que fatigar, en su mes la hallarán. 25Guarda tus pies de andar descalzos y tu garganta de la sed. Mas dijiste: “Es en vano. ¡No! Porque amo a los extraños, y tras ellos andaré.” 26Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se ha avergonzado la casa de Israel : ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas; 27los que dicen al leño: “Mi padre eres tú”, y a la piedra: “Tú me engendraste.” Porque ellos me han vuelto las espaldas, y no el rostro ; pero en el tiempo de su calamidad dirán: “Levántate y sálvanos.” 28Mas ¿dónde están tus dioses, los que hiciste para ti ? Que se levanten, a ver si pueden salvarte en el tiempo de tu calamidad ; porque según el número de tus ciudades son tus dioses, oh Judá.
29¿Por qué contendéis conmigo? Todos vosotros os habéis rebelado contra mí — declara el SEÑOR. 30En vano he herido a vuestros hijos, no han aceptado corrección. Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas como león destructor.
31¡Oh generación, atended a la palabra del SEÑOR! ¿He sido yo un desierto para Israel, o una tierra de densa oscuridad ? ¿Por qué dice mi pueblo: “Vaguemos libremente; no vendremos más a ti ”? 32¿Se olvida una virgen de sus adornos, o una novia de su atavío ? Pues mi pueblo me ha olvidado por innumerables días. 33¡Qué bien preparas tu camino para buscar amor! Por eso aun a las malvadas has enseñado tus caminos. 34También en tus faldas se halla sangre de la vida de pobres inocentes ; no los encontraste forzando la entrada. Pero a pesar de todo esto, 35aún dices: “Soy inocente, ciertamente su ira se ha apartado de mí.” He aquí, entraré en juicio contigo porque dices: “No he pecado.” 36¿Por qué das tantas vueltas cambiando tu camino ? También por Egipto serás avergonzada como fuiste avergonzada por Asiria. 37También de allí saldrás con las manos en la cabeza ; porque el SEÑOR ha desechado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.
Nueva Biblia de las Américas
2“Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: ‘Así dice el SEÑOR: “De ti recuerdo el cariño de tu juventud, Tu amor de novia, De cuando Me seguías en el desierto, Por tierra no sembrada. 3Santo era Israel para el SEÑOR, Primicias de Su cosecha; Todos los que comían de ella se hacían culpables; El mal venía sobre ellos,” declara el SEÑOR.’”
5Así dice el SEÑOR: “¿Qué injusticia hallaron en Mí sus padres, Para que se alejaran de Mí Y anduvieran tras lo vano y se hicieran vanos? 6Tampoco dijeron: ‘¿Dónde está el SEÑOR Que nos hizo subir de la tierra de Egipto, Que nos condujo por el desierto, Por una tierra de lugares desolados y barrancos, Por una tierra seca y tenebrosa (de sombra de muerte), Una tierra por la que nadie pasó Y donde ningún hombre habitó?’ 7Yo los traje a ustedes a una tierra fértil, Para que comieran de su fruto y de sus delicias. Pero vinieron y contaminaron Mi tierra, Y de Mi heredad hicieron abominación. 8Los sacerdotes no dijeron: ‘¿Dónde está el SEÑOR?’ Los que se ocupaban de la ley no Me conocieron, Los gobernantes (pastores) se rebelaron contra Mí, Y los profetas profetizaban por Baal, Y andaban tras cosas que no aprovechan.
9Por tanto, aún lidiaré con ustedes,” declara el SEÑOR, “también con los hijos de sus hijos lidiaré. 10Pasen, pues, a las islas de Quitim (Chipre) y vean; Envíen gente a Cedar y observen atentamente, Y vean si ha habido cosa semejante: 11¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, Aunque ésos no son dioses? Pues Mi pueblo ha cambiado su gloria Por lo que no aprovecha. 12Espántense, oh cielos, por esto, Y tiemblen, queden en extremo desolados,” declara el SEÑOR. 13Porque dos males ha hecho Mi pueblo: Me han abandonado a Mí, Fuente de aguas vivas, Y han cavado para sí cisternas, Cisternas agrietadas que no retienen el agua.
14¿Acaso Israel es un esclavo o un siervo nacido en casa? ¿Por qué se ha convertido en presa? 15Contra él rugieron los leoncillos, Fuertemente rugieron, Y han hecho de su tierra una desolación; Sus ciudades están quemadas, sin habitantes. 16Incluso los hombres de Menfis y de Tafnes Te han afeitado la coronilla. 17¿No te ha sucedido esto Por haber dejado al SEÑOR tu Dios, Cuando El te guiaba por el camino? 18Y ahora, ¿qué haces en el camino a Egipto Para beber las aguas del Nilo? ¿O qué haces en el camino a Asiria Para beber las aguas del Eufrates? 19Te castigará tu propia maldad, Y tus apostasías te condenarán. Reconoce, pues, y ve que es malo y amargo El dejar al SEÑOR tu Dios, Y no tener temor de Mí,” declara el Señor, DIOS de los ejércitos.
20“Porque desde hace tiempo rompí tu yugo Y arranqué tus coyundas; Pero dijiste: ‘No serviré.’ Porque sobre toda colina alta Y bajo todo árbol frondoso Te echabas como ramera. 21Pero Yo te planté como vid escogida, Toda ella de semilla genuina. ¿Cómo, pues, te has convertido delante de Mí En un sarmiento degenerado de una vid extraña? 22Aunque te laves con lejía Y uses mucho jabón, La mancha de tu iniquidad está aún delante de Mí,” declara el Señor DIOS. 23“¿Cómo puedes decir: ‘No estoy manchada, No me he ido tras los Baales’? Mira tu proceder en el valle, Reconoce lo que has hecho. Eres una camella joven y liviana que enreda sus pasos, 24Asna montés acostumbrada al desierto, Que en su ardor olfatea el viento. En la época de su celo ¿quién la puede refrenar? Todos los que la busquen, no se tienen que fatigar, En su mes la hallarán. 25Guarda tus pies de andar descalzos Y tu garganta de la sed. Pero tú dijiste: ‘Es en vano. ¡No! Porque amo a los extraños, Y tras ellos andaré.’ 26Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, Así se ha avergonzado la casa de Israel: Ellos, sus reyes, sus príncipes, Sus sacerdotes y sus profetas. 27Son los que dicen al leño: ‘Mi padre eres tú,’ Y a la piedra: ‘Tú me engendraste.’ Porque ellos Me han dado las espaldas, Y no el rostro; Pero en el tiempo de su calamidad dirán: ‘Levántate y sálvanos.’ 28Pero ¿dónde están tus dioses, Los que hiciste para ti? Que se levanten, a ver si pueden salvarte En el tiempo de tu calamidad; Porque según el número de tus ciudades Son tus dioses, oh Judá.
29¿Por qué contienden conmigo? Todos ustedes se han rebelado contra Mí,” declara el SEÑOR. 30“En vano he herido a sus hijos, No han aceptado corrección. La espada de ustedes ha devorado a sus profetas Como león destructor.
31¡Oh generación, atiendan a la palabra del SEÑOR! ¿He sido Yo un desierto para Israel, O una tierra de densa oscuridad? ¿Por qué dice Mi pueblo: ‘Vaguemos libremente; No vendremos más a Ti’? 32¿Se olvida una virgen de sus adornos, O una novia de su atavío? Pues Mi pueblo Me ha olvidado Por innumerables días. 33¡Qué bien preparas tu camino Para buscar amor! Por eso aun a las malvadas Has enseñado tus caminos. 34También en tus faldas se halla Sangre de la vida de pobres inocentes; No los encontraste forzando la entrada. Pero a pesar de todo esto, 35Aún dices: ‘Soy inocente, Ciertamente Su ira se ha apartado de mí.’ Por tanto, entraré en juicio contigo Porque dices: ‘No he pecado.’ 36¿Por qué das tantas vueltas Cambiando tu camino? También por Egipto serás avergonzada Como fuiste avergonzada por Asiria. 37También de allí saldrás Con las manos en la cabeza; Porque el SEÑOR ha desechado a aquéllos en quienes confías, Y no prosperarás con ellos.”
Nueva Versión Internacional
2«Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el SEÑOR: »“Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas. 3Israel estaba consagrada al SEÑOR, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de ella sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad”», afirma el SEÑOR.
5Así dice el SEÑOR: «¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados, que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras lo que nada vale, y en nada se convirtieron. 6Nunca preguntaron: “¿Dónde está el SEÑOR que nos hizo subir de Egipto, que nos guió por el desierto, por tierra árida y accidentada, por tierra reseca y tenebrosa, por tierra que nadie transita y en la que nadie vive?” 7Yo los traje a una tierra fértil, para que comieran de sus frutos y de su abundancia. Pero ustedes vinieron y contaminaron mi tierra; hicieron de mi heredad algo abominable. 8Nunca preguntaron los sacerdotes: “¿Dónde está el SEÑOR?” Los expertos en la ley jamás me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas hablaron en nombre de Baal y se fueron tras dioses que para nada sirven. 9Por eso, aún voy a entablar un litigio contra ustedes, y también litigaré contra los hijos de sus hijos —afirma el SEÑOR—.
10»Crucen a las costas de Chipre, y miren; envíen mensajeros a Cedar, e infórmense bien; fíjense si ha sucedido algo semejante: 11¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses, a pesar de que no son dioses? ¡Pues mi pueblo ha cambiado al que es su gloria, por lo que no sirve para nada! 12¡Espántense, cielos, ante esto! ¡Tiemblen y queden horrorizados! —afirma el SEÑOR—.
13»Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. 14¿Acaso es Israel un esclavo? ¿Nació en la esclavitud? ¿Por qué entonces lo saquean? 15Los leones rugieron contra él, lanzaron fuertes gruñidos. Dejaron desolado su país, sus ciudades fueron incendiadas, y ya nadie las habita.
16»Para colmo de males, los de Menfis y los de Tafnes te raparon la cabeza. 17¿No te ha pasado todo esto por haber abandonado al SEÑOR tu Dios, mientras él te guiaba por el camino? 18Y ahora, ¿qué sacas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué sacas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates? 19Tu maldad te castigará, tu infidelidad te recriminará. Ponte a pensar cuán malo y amargo es abandonar al SEÑOR tu Dios y no sentir temor de mí —afirma el Señor, el SEÑOR Todopoderoso—.
20»Desde hace mucho quebraste el yugo; te quitaste las ataduras y dijiste: “¡No quiero servirte!” Sobre toda colina alta, y bajo todo árbol frondoso, te entregaste a la prostitución. 21Yo te planté, como vid selecta, con semilla genuina. ¿Cómo es que te has convertido en una vid degenerada y extraña? 22Aunque te laves con lejía, y te frotes con mucho jabón, ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad —afirma el SEÑOR omnipotente—.
23»¿Cómo puedes decir: “No me he contaminado, ni me he ido tras los baales”? ¡Considera tu conducta en el valle! ¡Reconoce lo que has hecho! ¡Camella ligera de cascos, que no puedes quedarte quieta! 24¡Asna salvaje que tiras al monte! Cuando ardes en deseos, olfateas el viento; cuando estás en celo, no hay quien te detenga. Ningún macho que te busque tiene que fatigarse: cuando estás en celo, fácilmente te encuentra.
26»El pueblo de Israel se avergonzará, junto con sus reyes y autoridades, sacerdotes y profetas, como se avergüenza el ladrón cuando lo descubren. 27A un trozo de madera le dicen: “Tú eres mi padre”, y a una piedra le repiten: “Tú me has dado a luz”. Me han vuelto la espalda; no quieren darme la cara. Pero les llega la desgracia y me dicen: “¡Levántate y sálvanos!” 28¿Dónde están, Judá, los dioses que te fabricaste? ¡Tienes tantos dioses como ciudades! ¡Diles que se levanten! ¡A ver si te salvan cuando caigas en desgracia!
31»Pero ustedes, los de esta generación, presten atención a la palabra del SEÑOR: ¿Acaso he sido para Israel un desierto o una tierra tenebrosa? ¿Por qué dice mi pueblo: “Somos libres, nunca más volveremos a ti”? 32¿Acaso una joven se olvida de sus joyas, o una novia de su atavío? ¡Pues hace muchísimo tiempo que mi pueblo se olvidó de mí! 33¡Qué mañosa eres para conseguir amantes! ¡Hasta las malas mujeres han aprendido de ti! 34Tienes la ropa manchada de sangre, de sangre de gente pobre e inocente, a los que nunca sorprendiste robando. Por todo esto 35te voy a juzgar: por alegar que no has pecado, por insistir en tu inocencia, por afirmar: “¡Dios ya no está enojado conmigo!” 36¡Con qué ligereza cambias de parecer! Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria. 37Saldrás de allí con las manos en la nuca, porque el SEÑOR ha rechazado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.
Reina-Valera 1960
1Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. 3Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová.
4Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. 5Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? 6Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? 7Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. 8Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.
9Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a ésta. 11¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. 13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
14¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? 15Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador. 16Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. 17¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? 18Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Éufrates? 19Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.
20Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. 21Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? 22Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. 23¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, 24asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán. 25Guarda tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir.
26Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, 27que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado. Porque me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su calamidad dicen: Levántate, y líbranos. 28¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses.
29¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. 30En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador. 31¡Oh generación! atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? 32¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.
33¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos. 34Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: 35Soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado. 36¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. 37También de allí saldrás con tus manos sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás por ellos.
Biblia del Jubileo
1Y vino a mí palabra del SEÑOR, diciendo: 2Anda, y clama en los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice el SEÑOR: Me he acordado de ti, de la misericordia de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. 3Santidad era Israel al SEÑOR, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoran pecarán; mal vendrá sobre ellos, dice el SEÑOR. 4Oíd la palabra del SEÑOR, Casa de Jacob, y todas las familias de la Casa de Israel. 5Así dijo el SEÑOR: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad, y se tornaron vanos? 6Y no dijeron: ¿Dónde está el SEÑOR, el que nos hizo subir de tierra de Egipto, el que nos hizo andar por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por una tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? 7Y os metí en tierra del Carmelo, para que comieseis su fruto y su bien; mas entrasteis, y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. 8Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está el SEÑOR? Y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron por Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. 9Por tanto, entraré aún en juicio con vosotros, dijo el SEÑOR, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10Porque pasad a las islas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad con diligencia y mirad, ¿acaso se ha hecho cosa semejante a ésta? 11¿Acaso alguna gente ha mudado sus dioses? Aunque ellos no son dioses. Pero mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12Asolaos, cielos, sobre esto, y alborotaos; desolaos en gran manera, dijo el SEÑOR. 13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen aguas. 14¿Es Israel siervo? ¿Es esclavo? ¿Por qué ha sido dado en presa? 15Los cachorros de los leones bramaron sobre él, dieron su voz; y pusieron su tierra en soledad; desiertas están sus ciudades, sin morador. 16Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. 17Por ventura no te acarreó esto el haber dejado al SEÑOR tu Dios, cuando te hacía andar por el camino. 18Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto? ¿Para qué bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria? ¿Para qué bebas agua del Río (Eufrates)? 19Tu maldad te castigará, y tu apartamiento te acusará; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es tú dejar al SEÑOR tu Dios, y faltar mi temor en ti, dijo el Señor DIOS de los ejércitos. 20Porque desde muy atrás he quebrado tu yugo, y roto tus ataduras; y dijiste: No serviré (al pecado). Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol umbroso, corrías tú, oh ramera. 21Y yo te planté de buen viñedo, simiente de Verdad toda ella, ¿cómo, pues, te me has tornado sarmientos de vid extraña? 22Aunque te laves con salitre, y amontones jabón sobre ti, tu pecado está sellado delante de mí, dijo el Señor DIOS. 23¿Cómo dices: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, reconoce lo que has hecho, dromedaria ligera que frecuentas sus carreras; 24asna montés acostumbrada al desierto, que respira según el deseo de su alma; ¿de su lujuria quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se cansarán; la hallarán en su mes. 25Defiende tus pies de andar desnudos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: Se ha perdido la esperanza; en ninguna manera, porque a extraños he amado y tras ellos tengo que ir. 26Como se avergüenza el ladrón cuando es tomado, así se avergonzarán la Casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas; 27que dicen al leño: Mi padre eres tú; y a la piedra: Tú me has engendrado; pues me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su trabajo dicen: Levántate, y líbranos. 28¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses. 29¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros os rebelasteis contra mí, dijo el SEÑOR. 30Por demás he azotado vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestro cuchillo devoró a vuestros profetas como león destrozador. 31¡Oh generación! Ved vosotros la palabra del SEÑOR. ¿He sido yo soledad a Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Señores somos; nunca más vendremos a ti? 32¿Por ventura se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Mas mi pueblo se ha olvidado de mí por días que no tienen número. 33¿Para qué abonas tu camino para hallar amor, pues aun a las malvadas enseñaste tus caminos? 34Aun en tus faldas se halló la sangre de las almas de los pobres, de los inocentes; no los hallaste en ningún delito, sino por todas estas cosas. 35Y dices: Porque soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No pequé. 36¿Para qué discurres tanto, mudando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. 37También saldrás de él con tus manos sobre tu cabeza, porque el SEÑOR desecha tus confianzas, y en ellas no tendrás buen suceso.