Job capitulo 4
La Biblia de las Américas
2Si alguien osara hablarte, ¿te pondrías impaciente? Pero ¿quién puede abstenerse de hablar ? 3He aquí, tú has exhortado a muchos, y las manos débiles has fortalecido. 4Al que tropezaba tus palabras han levantado, y las rodillas débiles has robustecido. 5Pero ahora que te ha llegado a ti, te impacientas ; te toca a ti, y te desalientas. 6¿No es tu temor a Dios tu confianza, y la integridad de tus caminos tu esperanza?
7Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos ? 8Por lo que yo he visto, los que aran iniquidad y los que siembran aflicción, eso siegan. 9Por el aliento de Dios perecen, y por la explosión de su ira son consumidos. 10El rugido del león, el bramido de la fiera y los dientes de los leoncillos son quebrantados. 11El león perece por falta de presa, y los cachorros de la leona se dispersan.
12Una palabra me fue traída furtivamente, y mi oído percibió un susurro de ella. 13Entre pensamientos inquietantes de visiones nocturnas, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres, 14me sobrevino un espanto, un temblor que hizo estremecer todos mis huesos. 15Entonces un espíritu pasó cerca de mi rostro, y el pelo de mi piel se erizó. 16Algo se detuvo, pero no pude reconocer su aspecto; una figura estaba delante de mis ojos, hubo silencio, después oí una voz: 17“¿Es el mortal justo delante de Dios ? ¿Es el hombre puro delante de su Hacedor ? 18“Dios no confía ni aún en sus propios siervos; y a sus ángeles atribuye errores. 19“¡Cuánto más a los que habitan en casas de barro, cuyos cimientos están en el polvo, que son aplastados como la polilla! 20“Entre la mañana y la tarde son hechos pedazos ; sin que nadie se dé cuenta, perecen para siempre. 21“¿No les es arrancada la cuerda de su tienda ? Mueren, mas sin sabiduría.”
Nueva Biblia de las Américas
2“Si alguien tratara de hablarte, ¿te pondrías impaciente? Pero ¿quién puede abstenerse de hablar? 3Tú has exhortado a muchos, Y las manos débiles has fortalecido. 4Al que tropezaba, tus palabras lo levantaban, Y las rodillas débiles fortalecías. 5Pero ahora que te ha llegado a ti, te impacientas; Te toca a ti, y te desalientas. 6¿No es tu temor (reverencia) a Dios tu confianza, Y la integridad de tus caminos tu esperanza?
7Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos? 8Por lo que yo he visto, los que aran iniquidad Y los que siembran aflicción, eso siegan. 9Por el aliento de Dios perecen, Y por la explosión (el soplo) de Su ira son consumidos. 10El rugido del león, el bramido de la fiera Y los dientes de los leoncillos son quebrantados. 11El león perece por falta de presa, Y los cachorros de la leona se dispersan.
12Una palabra me fue traída secretamente, Y mi oído percibió un susurro de ella. 13Entre pensamientos inquietantes de visiones nocturnas, Cuando el sueño profundo cae sobre los hombres, 14Me sobrevino un espanto, un temblor Que hizo estremecer todos mis huesos. 15Entonces un espíritu pasó cerca de mi rostro, Y el pelo de mi piel se erizó. 16Algo se detuvo, pero no pude reconocer su aspecto; Una figura estaba delante de mis ojos, Hubo silencio, después oí una voz: 17‘¿Es el mortal justo delante de Dios? ¿Es el hombre puro delante de su Hacedor? 18Dios no confía ni aún en Sus mismos siervos; Y a Sus ángeles atribuye errores. 19¡Cuánto más a los que habitan en casas de barro, Cuyos cimientos están en el polvo, Que son aplastados como la polilla! 20Entre la mañana y la tarde son hechos pedazos; Sin que nadie se dé cuenta, perecen para siempre. 21¿No les es arrancada la cuerda de su tienda? Mueren, pero sin sabiduría.’”
Nueva Versión Internacional
1A esto respondió así Elifaz de Temán: 2«Tal vez no puedas aguantar que alguien se atreva a decirte algo, pero ¿quién podrá quedarse callado? 3Tú, que impartías instrucción a las multitudes y fortalecías las manos decaídas; 4tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban y fortalecías las rodillas que flaqueaban; 5¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!; ¡te ves golpeado y te desanimas! 6¿No debieras confiar en que temes a Dios y en que tu conducta es intachable?
7»Ponte a pensar: ¿Quién que sea inocente ha perecido? ¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra? 8La experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan desventura. 9El soplo de Dios los destruye, el aliento de su enojo los consume. 10Aunque ruja el león y gruña el cachorro, acabarán con los colmillos destrozados; 11el león perece por falta de presa, y los cachorros de la leona se dispersan.
12»En lo secreto me llegó un mensaje; mis oídos captaron solo su murmullo. 13Entre inquietantes visiones nocturnas, cuando cae sobre los hombres un sueño profundo, 14me hallé presa del miedo y del temblor; mi esqueleto entero se sacudía. 15Sentí sobre mi rostro el roce de un espíritu, y se me erizaron los cabellos. 16Una silueta se plantó frente a mis ojos, pero no pude ver quién era. Detuvo su marcha, y escuché una voz que susurraba:
17»“¿Puede un simple mortal ser más justo que Dios? ¿Puede ser más puro el hombre que su Creador? 18Pues, si Dios no confía en sus propios siervos, y aun a sus ángeles acusa de cometer errores, 19¡cuánto más a los que habitan en casas de barro cimentadas sobre el polvo y expuestos a ser aplastados como polilla! 20Entre la aurora y el ocaso pueden ser destruidos y perecer para siempre, sin que a nadie le importe. 21¿No se arrancan acaso las estacas de su carpa? ¡Mueren sin haber adquirido sabiduría!”
Reina-Valera 1960
1Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo: 2Si probáremos a hablarte, te será molesto; Pero ¿quién podrá detener las palabras? 3He aquí, tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles; 4Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían. 5Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas. 6¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?
7Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? 8Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan. 9Perecen por el aliento de Dios, Y por el soplo de su ira son consumidos. 10Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados. 11El león viejo perece por falta de presa, Y los hijos de la leona se dispersan.
12El asunto también me era a mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello. 13En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sueño cae sobre los hombres, 14Me sobrevino un espanto y un temblor, Que estremeció todos mis huesos; 15Y al pasar un espíritu por delante de mí, Hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo. 16Paróse delante de mis ojos un fantasma, Cuyo rostro yo no conocí, Y quedo, oí que decía: 17¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo? 18He aquí, en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles; 19¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro, Cuyos cimientos están en el polvo, Y que serán quebrantados por la polilla! 20De la mañana a la tarde son destruidos, Y se pierden para siempre, sin haber quien repare en ello. 21Su hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos? Y mueren sin haber adquirido sabiduría.
Biblia del Jubileo
1Y respondió Elifaz el temanita, y dijo: 2Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero ¿quién podrá detener las palabras? 3He aquí, tú enseñabas a muchos, y las manos flacas corroborabas. 4Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, y las rodillas de los que arrodillaban esforzabas. 5Mas ahora que a ti te ha venido, te es molesto; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas. 6¿Es éste tu temor, tu confianza, tu esperanza, y la perfección de tus caminos? 7Acuérdate ahora, ¿quién haya sido inocente que se perdiese? Y ¿adónde los rectos han sido cortados? 8Como yo he visto que los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan. 9Perecen por el aliento de Dios, y por el espíritu de su furor son consumidos. 10El bramido del león, y la voz del león, y los dientes de los leoncillos son arrancados. 11El león viejo perece por falta de presa, y los hijos del león son esparcidos. 12El negocio también me era a mí oculto; mas mi oído ha percibido algo de ello. 13En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres, 14me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos. 15Y un espíritu que pasó por delante de mí, hizo que se erizara el vello de mi carne. 16Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía: 17¿Por ventura será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo? 18He aquí que en sus siervos no confía, y en sus ángeles halló locura. 19¡Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, cuyo fundamento está en el polvo, y que serán quebrantados de la polilla! 20De la mañana a la tarde son quebrantados, y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere. 21¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y no lo saben.