Joel capitulo 1
La Biblia de las Américas
2Oíd esto, ancianos, y prestad oído, habitantes todos de la tierra. ¿Ha acontecido cosa semejante en vuestros días, o en los días de vuestros padres ? 3Contadlo a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la siguiente generación.
4Lo que dejó la oruga, lo comió la langosta; lo que dejó la langosta, lo comió el pulgón; y lo que dejó el pulgón, lo comió el saltón. 5Despertad, borrachos, y llorad, y gemid todos los que bebéis vino, a causa del vino dulce que os es quitado de la boca. 6Porque una nación ha subido contra mi tierra, poderosa e innumerable ; sus dientes son dientes de león, y tiene colmillos de leona. 7Ha hecho de mi vid una desolación, y astillas de mi higuera. Del todo las ha descortezado y derribado; sus sarmientos se han vuelto blancos.
8Laméntate como virgen ceñida de cilicio por el esposo de su juventud. 9Han sido cortadas la ofrenda de cereal y la libación de la casa del SEÑOR. Están de duelo los sacerdotes, los ministros del SEÑOR. 10El campo está asolado, la tierra está de duelo, porque el grano está arruinado, el mosto se seca, y el aceite virgen se pierde. 11Avergonzaos, labradores, gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque la cosecha del campo se ha perdido. 12La vid se seca, y se marchita la higuera; también el granado, la palmera y el manzano, todos los árboles del campo se secan. Ciertamente se seca la alegría de los hijos de los hombres.
13Ceñíos de cilicio, y lamentaos, sacerdotes; gemid, ministros del altar. Venid, pasad la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios, porque sin ofrenda de cereal y sin libación ha quedado la casa de vuestro Dios. 14Promulgad ayuno, convocad asamblea ; congregad a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del SEÑOR vuestro Dios, y clamad al SEÑOR. 15¡Ay de ese día ! Porque está cerca el día del SEÑOR, y vendrá como destrucción del Todopoderoso. 16¿No ha sido suprimido el alimento de delante de nuestros ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios ? 17Las semillas se han secado bajo los terrones; los almacenes han sido asolados, los graneros derribados porque se secó el grano. 18¡Cómo muge el ganado! Andan vagando los hatos de vacas porque no hay pasto para ellas ; hasta los rebaños de ovejas sufren. 19A ti clamo, oh SEÑOR, porque el fuego ha devorado los pastos del desierto, y la llama ha consumido todos los árboles del campo. 20Aun las bestias del campo braman por ti, porque se han secado los arroyos de agua, y el fuego ha devorado los pastos del desierto.
Nueva Biblia de las Américas
2Oigan esto, ancianos, Y presten oído, habitantes todos de la tierra. ¿Ha acontecido cosa semejante en sus días, O en los días de sus padres? 3Cuéntenselo a los hijos de ustedes, Y sus hijos a los suyos, Y sus hijos a la siguiente generación.
4Lo que dejó la oruga, lo comió la langosta; Lo que dejó la langosta, lo comió el pulgón; Y lo que dejó el pulgón, lo comió el saltón. 5Despierten, borrachos, y lloren, Y giman todos los que beben vino, A causa del vino dulce Que les quitan de la boca. 6Porque una nación ha subido contra mi tierra, Poderosa e innumerable; Sus dientes son dientes de león, Y tiene colmillos de leona. 7Ha hecho de mi vid una desolación, Y astillas de mi higuera. Del todo las ha descortezado y derribado; Sus ramas se han vuelto blancas.
8Laméntate como virgen ceñida de cilicio Por el esposo de su juventud. 9Han sido cortadas la ofrenda de cereal y la libación De la casa del SEÑOR. Están de duelo los sacerdotes, Los ministros del SEÑOR. 10El campo está asolado, La tierra está de duelo, Porque el grano está arruinado, El vino nuevo se seca, Y el aceite virgen se pierde. 11Avergüéncense, labradores, Giman, viñadores, Por el trigo y la cebada, Porque la cosecha del campo se ha perdido. 12La vid se seca, Y se marchita la higuera; También el granado, la palmera y el manzano, Todos los árboles del campo se secan. Ciertamente se seca la alegría De los hijos de los hombres.
13Cíñanse de cilicio, Y laméntense, sacerdotes; Giman, ministros del altar. Vengan, pasen la noche ceñidos de cilicio, Ministros de mi Dios, Porque sin ofrenda de cereal y sin libación Ha quedado la casa de su Dios. 14Promulguen ayuno, Convoquen asamblea; Congreguen a los ancianos Y a todos los habitantes de la tierra En la casa del SEÑOR su Dios, Y clamen al SEÑOR. 15¡Ay de ese día! Porque está cerca el día del SEÑOR, Y vendrá como destrucción del Todopoderoso (Shaddai). 16¿No ha sido suprimido el alimento de delante de nuestros ojos, Y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios? 17Las semillas se han secado bajo los terrones; Los almacenes han sido asolados, Los graneros derribados Porque se secó el grano. 18¡Cómo muge el ganado! Andan vagando las manadas de vacas Porque no hay pasto para ellas; Hasta los rebaños de ovejas sufren. 19A Ti clamo, oh SEÑOR, Porque el fuego ha devorado los pastos del desierto, Y la llama ha consumido todos los árboles del campo. 20Aun las bestias del campo braman por Ti, Porque se han secado los arroyos de agua, Y el fuego ha devorado los pastos del desierto.
Nueva Versión Internacional
1Esta es la palabra del SEÑOR, que vino a Joel hijo de Petuel. 2¡Oigan esto, ancianos del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa semejante en sus tiempos o en los de sus antepasados? 3Cuéntenselo a sus hijos, y que ellos se lo cuenten a los suyos, y estos a la siguiente generación. 4Lo que dejaron las langostas grandes lo devoraron las langostas pequeñas; lo que dejaron las langostas pequeñas se lo comieron las larvas; y lo que dejaron las larvas se lo comieron las orugas.
5¡Despierten, borrachos, y lloren! Giman, todos los entregados al vino, porque el vino dulce les fue arrebatado de los labios. 6Una nación poderosa e innumerable ha invadido mi país: tiene dientes de león, colmillos de leona. 7Asoló mis vides, desgajó mis higueras. Las peló hasta dejar blancas sus ramas; ¡las derribó por completo!
8Mi pueblo gime como virgen vestida de luto por la muerte de su prometido. 9Las ofrendas de cereales y las libaciones no se ofrecen ya en la casa del SEÑOR. Hacen duelo los sacerdotes, los ministros del SEÑOR. 10Los campos yacen devastados, reseca está la tierra; han sido arrasados los cereales, se ha secado el vino nuevo y agotado el aceite. 11Séquense también ustedes, labradores; giman, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos. 12La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados, las palmeras, los manzanos, ¡todos los árboles del campo! ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse! 13Vístanse de duelo y giman, sacerdotes; laméntense, ministros del altar. Vengan, ministros de mi Dios, y pasen la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las libaciones han sido suspendidas en la casa de su Dios. 14Entréguense al ayuno, convoquen a una asamblea solemne. Reúnan a los ancianos del pueblo en la casa del SEÑOR su Dios; reúnan a todos los habitantes del país, y clamen al SEÑOR.
16¿No se nos arrebató el alimento ante nuestros propios ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios? 17La semilla se pudrió a pesar de haber sido cultivada. Los silos están en ruinas y los graneros derribados porque la cosecha se perdió. 18¡Cómo brama el ganado! Vagan sin rumbo las vacas porque no tienen donde pastar, y sufren también las ovejas.
Reina-Valera 1960
2Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? 3De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación. 4Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.
5Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. 6Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son dientes de león, y sus muelas, muelas de león. 7Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas.
8Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. 9Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda y la libación; los sacerdotes ministros de Jehová están de duelo. 10El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite.
11Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo. 12La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.
15¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. 16¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?
Biblia del Jubileo
1Palabra del SEÑOR que fue a Joel, hijo de Petuel. 2Oíd esto, viejos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? 3De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y su hijos a la otra generación. 4Lo que quedó de la oruga comió la langosta, y lo que quedó de la langosta comió el pulgón; y el revoltón comió lo que del pulgón había quedado. 5Despertad, borrachos, y llorad; aullad, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. 6Porque gente subió a mi tierra, fuerte y sin número; sus dientes, dientes de león, y sus muelas, de león. 7Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas. 8Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. 9Pereció el presente y la libación de la Casa del SEÑOR; los sacerdotes ministros del SEÑOR hicieron luto. 10El campo fue destruido, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, el aceite pereció. 11Confundíos, labradores; aullad, viñeros, por el trigo y la cebada; porque se perdió la mies del campo. 12Se secó la vid, y pereció la higuera; el granado también, la palma, y el manzano; se secaron todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres. 13Ceñíos y lamentad, sacerdotes; aullad, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitado es de la Casa de vuestro Dios el presente y la libación. 14Pregonad ayuno, llamad a congregación; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la Casa del SEÑOR vuestro Dios, y clamad al SEÑOR. 15¡Ay del día! Porque cercano está el día del SEÑOR, y vendrá como destrucción hecha por el Todopoderoso. 16¿No es quitado el mantenimiento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la Casa de nuestro Dios? 17La semilla se pudrió debajo de sus terrones, los alfolíes fueron asolados y destruidos; porque se secó el trigo. 18¡Cuánto gimen las bestias! ¡Cuán turbados anden los bueyes de los hatos, porque no tienen pastos! También son asolados los rebaños de las ovejas. 19A ti, oh SEÑOR, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. 20Las bestias del campo bramarán también a ti; porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderías del desierto.