Juan capitulo 11
La Biblia de las Américas
1Y estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. 3Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús : Señor, mira, el que tú amas está enfermo. 4Cuando Jesús lo oyó, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella. 5Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos de nuevo a Judea. 8Los discípulos le dijeron: Rabí, hace poco que los judíos procuraban apedrearte, ¿y vas otra vez allá? 9Jesús respondió: ¿No hay doce horas en el día? Si alguno anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10Pero si alguno anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él. 11Dijo esto, y después de esto añadió : Nuestro amigo Lázaro se ha dormido ; pero voy a despertarlo. 12Los discípulos entonces le dijeron: Señor, si se ha dormido, se recuperará. 13Pero Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, mas ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. 14Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15y por causa de vosotros me alegro de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a donde está él. 16Tomás, llamado el Dídimo, dijo entonces a sus condiscípulos: Vamos nosotros también para morir con El.
17Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que estaba en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros ; 19y muchos de los judíos habían venido a casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, fue a su encuentro, pero María se quedó sentada en casa. 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá. 23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24Marta le contestó: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final. 25Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida ; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, 26y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? 27Ella le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo. 28Y habiendo dicho esto, se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí, y te llama. 29Tan pronto como ella lo oyó, se levantó rápidamente y fue hacia El.
30Pues Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31Entonces los judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí. 32Cuando María llegó adonde estaba Jesús, al verle, se arrojó entonces a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 33Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció, 34y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. 35Jesús lloró. 36Por eso los judíos decían: Mirad, cómo lo amaba. 37Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera ?
38Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido en su interior, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. 39Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, hermana del que había muerto, le dijo: Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió. 40Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios ? 41Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. 42Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. 43Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo, y dejadlo ir.
45Por esto muchos de los judíos que habían venido a ver a María, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en El. 46Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
47Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron un concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. 48Si le dejamos seguir así, todos van a creer en El, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación. 49Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote ese año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, 50ni tenéis en cuenta que os es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. 51Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; 52y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos. 53Así que, desde ese día planearon entre sí para matarle.
54Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la región cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín ; y se quedó allí con los discípulos. 55Y estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos de la región subieron a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse. 56Entonces buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se decían unos a otros: ¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta ? 57Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguien sabía dónde estaba Jesús, diera aviso para que le prendieran.
Nueva Biblia de las Américas
1Estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y Le secó los pies con sus cabellos. 3Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: “Señor, el que Tú amas está enfermo.” 4Cuando Jesús lo oyó, dijo: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella.” 5Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7Luego, después de esto, dijo a Sus discípulos: “Vamos de nuevo a Judea.” 8Los discípulos Le dijeron: “Rabí (Maestro), hace poco que los Judíos Te querían apedrear, ¿y vas allá otra vez?” 9Jesús respondió: “¿No hay doce horas en el día? Si alguien anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él.”
11Dijo esto, y después añadió: “Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo.” 12Los discípulos entonces Le dijeron: “Señor, si se ha dormido, se recuperará”. 13Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, pero ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. 14Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: “Lázaro ha muerto; 15y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean; pero vamos a donde está él.” 16Tomás, llamado el Dídimo (el Gemelo), dijo entonces a sus condiscípulos: “Vamos nosotros también para morir con El.”
17Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros; 19y muchos de los Judíos habían venido a la casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, Lo fue a recibir, pero María se quedó sentada en casa.
21Y Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios Te lo concederá.” 23“Tu hermano resucitará,” le dijo Jesús.
24Marta Le contestó: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.” 25Jesús le contestó: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, 26y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” 27Ella Le dijo: “Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo (el Mesías), el Hijo de Dios, o sea, el que viene al mundo.”
28Habiendo dicho esto, Marta se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: “El Maestro está aquí, y te llama.” 29Tan pronto como ella lo oyó, se levantó rápidamente y fue hacia El.
30Porque Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta Lo había encontrado. 31Entonces los Judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí.
32Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando Lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” 33Y cuando Jesús la vio llorando, y a los Judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció. 34“¿Dónde lo pusieron?” preguntó Jesús. “Señor, ven y ve,” Le dijeron.
35Jesús lloró. 36Por eso los Judíos decían: “Miren, cómo lo amaba.” 37Pero algunos de ellos dijeron: “¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera?”
38Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. 39“Quiten la piedra,” dijo Jesús. Marta, hermana del que había muerto, Le dijo: “Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió.” 40Jesús le dijo: “¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?”
41Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos, y dijo: “Padre, Te doy gracias porque Me has oído. 42Yo sabía que siempre Me oyes; pero Lo dije por causa de la multitud que Me rodea, para que crean que Tú Me has enviado.” 43Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: “¡Lázaro, sal fuera!”
45Por esto muchos de los Judíos que habían venido a ver a María, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en El. 46Pero algunos de ellos fueron a los Fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
47Entonces los principales sacerdotes y los Fariseos convocaron un concilio, y decían: “¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales (muchos milagros). 48Si Lo dejamos seguir así, todos van a creer en El, y los Romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar (el templo) y nuestra nación.” 49Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote ese año, les dijo: “Ustedes no saben nada, 50ni tienen en cuenta que les es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.”
51Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; 52y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos. 53Así que, desde ese día planearon entre sí matar a Jesús.
54Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los Judíos, sino que se fue de allí a la región cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con los discípulos. 55Estaba cerca la Pascua de los Judíos, y muchos de la región subieron a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse. 56Entonces buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se decían unos a otros: “¿Qué les parece? ¿Que vendrá a la fiesta o no?” 57Y los principales sacerdotes y los Fariseos habían dado órdenes de que si alguien sabía dónde estaba Jesús, diera aviso para que Lo prendieran.
Nueva Versión Internacional
1Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas. 2María era la misma que ungió con perfume al Señor, y le secó los pies con sus cabellos. 3Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».
5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba.
9?¿Acaso el día no tiene doce horas? —respondió Jesús—. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de este mundo. 10Pero el que anda de noche sí tropieza, porque no tiene luz.
14Por eso les dijo claramente: ?Lázaro ha muerto, 15y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean. Pero vamos a verlo.
17A su llegada, Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros de distancia, 19y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María, a darles el pésame por la muerte de su hermano. 20Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro; pero María se quedó en la casa.
21?Señor —le dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.
25Entonces Jesús le dijo: ?Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; 26y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?
29Cuando María oyó esto, se levantó rápidamente y fue a su encuentro. 30Jesús aún no había entrado en el pueblo, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él. 31Los judíos que habían estado con María en la casa, dándole el pésame, al ver que se había levantado y había salido de prisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar.
41Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: ?Padre, te doy gracias porque me has escuchado. 42Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste.
45Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús creyeron en él. 46Pero algunos de ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
47Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron a una reunión del Consejo. ?¿Qué vamos a hacer? —dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. 48Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, y vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar sagrado, e incluso con nuestra nación.
49Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo: ?¡Ustedes no saben nada en absoluto! 50No entienden que les conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación.
51Pero esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús moriría por la nación judía, 52y no solo por esa nación, sino también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos. 53Así que desde ese día convinieron en quitarle la vida.
55Faltaba poco para la Pascua judía, así que muchos subieron del campo a Jerusalén para su purificación ceremonial antes de la Pascua. 56Andaban buscando a Jesús, y mientras estaban en el templo comentaban entre sí: «¿Qué les parece? ¿Acaso no vendrá a la fiesta?» 57Por su parte, los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado la orden de que, si alguien llegaba a saber dónde estaba Jesús, debía denunciarlo para que lo arrestaran.
Reina-Valera 1960
1Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. ) 3Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 4Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. 16Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
17Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
28Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. 29Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. 30Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 32María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 33Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, 34y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. 35Jesús lloró. 36Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
38Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
45Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. 46Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. 48Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. 49Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. 51Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53Así que, desde aquel día acordaron matarle.
55Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. 56Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? 57Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
Biblia del Jubileo
1Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2(Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos) 3Enviaron, pues, sus hermanas a él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo. 4Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro. 6Cuando oyó pues que estaba enfermo, permaneció aún dos días en aquel lugar donde estaba. 7Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8Le dicen los discípulos: Rabí, antes procuraban los Judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10Mas el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11Dicho esto, les dice después: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño. 12Le dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará. 13Mas esto decía Jesús de la muerte de él; y ellos pensaron que hablaba del sueño de dormir. 14Entonces, pues, Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él. 16Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
17Vino pues Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que estaba en el sepulcro. 18Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como quince estadios; 19y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, a consolarlas de su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a recibirle; mas María se estuvo en la casa. 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto; 22mas también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios. 23Le dice Jesús: Resucitará tu hermano. 24Marta le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero. 25Le dice Jesús: YO SOY la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27Le dice: Sí Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
28Y dicho esto, se fue, y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama. 29Ella, cuando lo oyó, se levantó prestamente y vino a él. 30(Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había salido a recibir.) 31Entonces los judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como vieron que María se había levantado prestamente, y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 32Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, se derribó a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. 33Jesús entonces, como la vio llorando, y a los judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se embraveció en Espíritu, se alborotó a sí mismo, 34y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dicen: Señor, ven, y ve. 35Y lloró Jesús. 36Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37Y unos de ellos dijeron: ¿No podía éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no muriera?
38Y Jesús, por eso, embraveciéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro donde había una cueva, la cual tenía una piedra encima. 39Dice Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que se había muerto, le dice: Señor, hiede ya, que es de cuatro días. 40Jesús le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios? 41Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído. 42Que yo sabía que siempre me oyes; mas por causa de la compañía que está alrededor, lo dije, para que crean que tú me has enviado. 43Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera. 44Entonces el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
45Entonces muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46Mas unos de ellos fueron a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47Y los sumo sacerdotes y los fariseos juntaron concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. 48Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación. 49Y Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda. 51Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52y no solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban dispersos. 53Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle. 54De manera que Jesús ya no andaba manifiestamente entre los judíos; mas se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y se estaba allí con sus discípulos. 55Y la Pascua de los judíos estaba cerca; y muchos subieron de la tierra a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse; 56y buscaban a Jesús, y hablaban los unos con los otros estando en el Templo: ¿Qué os parece? ¿Qué no vendrá a la fiesta? 57Y los sumo sacerdotes y los fariseos habían dado mandamiento, que si alguno supiese dónde estuviera, lo manifestase, para que le prendiesen.