Juan capitulo 12
La Biblia de las Américas
1 Entonces Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, al que Jesús había resucitado de entre los muertos. 2Y le hicieron una cena allí, y Marta servía; pero Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con El. 3Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro que costaba mucho, ungió los pies de Jesús, y se los secó con los cabellos, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. 4Y Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que le iba a entregar, dijo: 5¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios y se dio a los pobres? 6Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón, y como tenía la bolsa del dinero, sustraía de lo que se echaba en ella. 7Entonces Jesús dijo: Déjala, para que lo guarde para el día de mi sepultura. 8Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis.
9Entonces la gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí; y vinieron no sólo por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 10Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro; 11porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
12Al día siguiente, cuando la gran multitud que había venido a la fiesta, oyó que Jesús venía a Jerusalén, 13tomaron hojas de las palmas y salieron a recibirle, y gritaban: ¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, el Rey de Israel. 14Jesús, hallando un asnillo, se montó en él; como está escrito: 15NO TEMAS, HIJA DE SION; HE AQUI, TU REY VIENE, MONTADO EN UN POLLINO DE ASNA. 16Sus discípulos no entendieron esto al principio, pero después, cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto se había escrito de El, y de que le habían hecho estas cosas. 17Y así, la multitud que estaba con El cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de El. 18Por eso la multitud fue también a recibirle, porque habían oído que El había hecho esta señal. 19Entonces los fariseos se decían unos a otros: ¿Veis que no conseguís nada? Mirad, todo el mundo se ha ido tras El.
20Y había unos griegos entre los que subían a adorar en la fiesta ; 21éstos, pues, fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús. 22Felipe fue y se lo dijo a Andrés ; Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús. 23Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto. 25El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. 26Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor ; si alguno me sirve, el Padre lo honrará.
27Ahora mi alma se ha angustiado ; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora ”? Pero para esto he llegado a esta hora. 28Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo : Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré. 29Por eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: Un ángel le ha hablado. 30Respondió Jesús y dijo: Esta voz no ha venido por causa mía, sino por causa de vosotros. 31Ya está aquí el juicio de este mundo ; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. 33Pero El decía esto para indicar de qué clase de muerte iba a morir. 34Entonces la multitud le respondió: Hemos oído en la ley que el Cristo permanecerá para siempre ; ¿y cómo dices tú: “El Hijo del Hombre tiene que ser levantado ”? ¿Quién es este Hijo del Hombre? 35Jesús entonces les dijo: Todavía, por un poco de tiempo, la luz estará entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas ; el que anda en la oscuridad no sabe adónde va.
36Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de la luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en El, 38para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y A QUIEN SE HA REVELADO EL BRAZO DEL SEÑOR ? 39Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también : 40EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZON, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE. 41Esto dijo Isaías porque vio su gloria, y habló de El. 42Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en El, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.
44Jesús exclamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado. 45Y el que me ve, ve al que me ha enviado. 46Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final. 49Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre mismo que me ha enviado me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar. 50Y sé que su mandamiento es vida eterna ; por eso lo que hablo, lo hablo tal como el Padre me lo ha dicho.
Nueva Biblia de las Américas
1Entonces Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, al que Jesús había resucitado de entre los muertos. 2Y Le hicieron una cena allí, y Marta servía; pero Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con El.
3Entonces María, tomando unos 300 gramos de perfume de nardo puro que costaba mucho, ungió los pies de Jesús, y se los secó con los cabellos, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. 4Y Judas Iscariote, uno de Sus discípulos, el que Lo iba a entregar (traicionar), dijo: 5“¿Por qué no se vendió este perfume por 300 denarios (salario de 300 días) y se dio a los pobres?”
6Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón, y como tenía la bolsa del dinero, sustraía de lo que se echaba en ella. 7Entonces Jesús dijo: “Déjala, para que lo guarde para el día de Mi sepultura. 8Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes; pero a Mí no siempre Me tendrán.”
9Entonces la gran multitud de Judíos se enteró de que Jesús estaba allí; y vinieron no sólo por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 10Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro; 11porque por causa de él muchos de los Judíos se apartaban y creían en Jesús.
12Al día siguiente, cuando la gran multitud que había venido a la fiesta, oyó que Jesús venía a Jerusalén, 13tomaron hojas de las palmas y salieron a recibir a Jesús, y gritaban: “¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, el Rey de Israel.”
14Jesús, hallando un asnillo, se montó en él; como está escrito: 15“NO TEMAS, MIRA, SION; HE AQUI, TU REY VIENE, MONTADO EN UN POLLINO DE ASNA.” 16Sus discípulos no entendieron esto al principio, pero después, cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto se había escrito de El, y de que Le habían hecho estas cosas.
17Y así, la multitud que estaba con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de El. 18Por eso la multitud fue también a recibir a Jesús, porque habían oído que El había hecho esta señal (este milagro). 19Entonces los Fariseos se decían unos a otros: “¿Ven que ustedes no consiguen nada? Miren, todo el mundo se ha ido tras El.”
20Había unos Griegos entre los que subían a adorar en la fiesta; 21éstos fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban: “Señor, queremos ver a Jesús.”
22Felipe fue y se lo dijo a Andrés; Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús. 23Jesús les respondió: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto. 25El que ama su vida (alma) la pierde; y el que aborrece su vida (alma) en este mundo, la conservará para vida eterna. 26Si alguien Me sirve, que Me siga; y donde Yo estoy, allí también estará Mi servidor; si alguien Me sirve, el Padre lo honrará.
27“Ahora Mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: ‘Padre, sálvame de esta hora’? Pero para esto he llegado a esta hora. 28Padre, glorifica Tu nombre.” Entonces vino una voz del cielo: “Y Lo he glorificado, y de nuevo Lo glorificaré.”
29Por eso la multitud que estaba allí y oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían: “Un ángel Le ha hablado.” 30Jesús les dijo: “Esta voz no ha venido por causa Mía, sino por causa de ustedes. 31Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Pero Yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a Mí mismo.”
33Pero El decía esto para indicar la clase de muerte que iba a morir. 34Entonces la multitud Le respondió: “Hemos oído en la Ley que el Cristo (el Mesías) permanecerá para siempre; ¿y cómo dices Tú: ‘El Hijo del Hombre tiene que ser levantado’ ? ¿Quién es este Hijo del Hombre?”
37Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en El, 38para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: “SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y A QUIEN SE HA REVELADO EL BRAZO DEL SEÑOR?” 39Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también: 40“EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZON, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE.” 41Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de El.
42Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en El, pero por causa de los Fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.
44Entonces Jesús exclamó: “El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquél que Me ha enviado. 45Y el que Me ve, ve a Aquél que Me ha enviado. 46Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en Mí no permanezca en tinieblas. 47Si alguno oye Mis palabras y no las guarda, Yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48El que Me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final.
Nueva Versión Internacional
1Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 2Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. 3María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
7?Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura. 8A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.
9Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí, y fueron a ver no solo a Jesús, sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 10Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, 11pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús.
14Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura: 15«No temas, oh hija de Sión; mira, que aquí viene tu rey, montado sobre un burrito».
17La gente que había estado con Jesús cuando él llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos seguía difundiendo la noticia. 18Muchos que se habían enterado de la señal realizada por Jesús salían a su encuentro. 19Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como pueden ver, así no vamos a lograr nada. ¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!»
23?Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado —les contestó Jesús—. 24Ciertamente les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto. 25El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna. 26Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.
28¡Padre, glorifica tu nombre!» Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que decía: «Ya lo he glorificado, y volveré a glorificarlo». 29La multitud que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado.
30?Esa voz no vino por mí, sino por ustedes —dijo Jesús—. 31El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. 32Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.
39Por eso no podían creer, pues también había dicho Isaías: 40«Les ha cegado los ojos y endurecido el corazón, para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón ni se conviertan; y yo los sane».
42Sin embargo, muchos de ellos, incluso muchos de los jefes, creyeron en él, pero no lo confesaban porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga. 43Preferían recibir honores de los hombres más que de parte de Dios.
44«El que cree en mí —clamó Jesús con voz fuerte—, cree no solo en mí, sino en el que me envió. 45Y el que me ve a mí ve al que me envió. 46Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas.
47»Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue; pues no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. 48El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condenará en el día final. 49Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió me ordenó qué decir y cómo decirlo. 50Y sé muy bien que su mandato es vida eterna. Así que todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir».
Reina-Valera 1960
1Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 2Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. 3Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 4Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. 8Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
9Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. 10Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, 11porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
12El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, 13tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!
14Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: 15No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna.
16Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho. 17Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. 18Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él había hecho esta señal. 19Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él.
20Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21Éstos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
27Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. 28Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. 30Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. 33Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir. 34Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? 35Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.
36Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él;
39Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane.
41Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. 42Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
44Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45y el que me ve, ve al que me envió. 46Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.
Biblia del Jubileo
1Jesús, pues, seis días antes de la Pascua, vino a Betania, donde Lázaro había sido muerto, al cual Jesús había resucitado de los muertos. 2Y le hicieron allí una cena y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa juntamente con él. 3Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y limpió sus pies con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del ungüento. 4Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar: 5¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se dio a los pobres? 6Mas dijo esto, no por el cuidado que él tenía de los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sustraía de lo que se echaba en ella. 7Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto; 8porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
9Entonces muchos del pueblo de los judíos supieron que él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, al cual había resucitado de los muertos. 10Consultaron asimismo los príncipes de los sacerdotes, sobre matar también a Lázaro; 11porque muchos de los judíos iban y creían en Jesús por causa de él.
12El siguiente día, la multitud que había venido al día de la Fiesta, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén, 13tomaron ramos de palmas, y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna, Bendito el que viene en el Nombre del Señor, el Rey de Israel! 14Y halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él, como está escrito: 15No temas, oh hija de Sión: he aquí tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna. 16Mas estas cosas no las entendieron sus discípulos de primero; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que le hicieron estas cosas. 17Y la multitud que estaba con él, daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. 18Por lo cual también había venido la multitud a recibirle, porque habían oído que él había hecho esta señal; 19mas los fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada aprovecháis? He aquí, que todo el mundo se va tras de él.
20Y había unos griegos de los que habían subido a adorar en la Fiesta. 21Estos pues, se llegaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, querríamos ver a Jesús. 22Vino Felipe, y lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe, lo dicen a Jesús. 23Entonces Jesús les respondió, diciendo: La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser clarificado. 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano que cae en la tierra, no muriere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva. 25El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26El que me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Al que me sirviere, mi Padre le honrará.
27Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora; mas por esto he venido en esta hora. 28Padre, clarifica tu Nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he clarificado, y lo clarificaré otra vez. 29Y el pueblo que estaba presente, y la había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: un ángel le ha hablado. 30Respondió Jesús, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, sino por causa de vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo. 33Y esto decía señalando de qué muerte había de morir. 34Le respondió el pueblo: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre, ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre? 35Entonces Jesús les dice: Aún por un poco estará la Luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os tomen las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va. 36Entre tanto que tenéis la Luz, creed en la Luz, para que seáis hijos de la Luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue, y se escondió de ellos.
37Pero aun habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creían en él. 38Para que se cumpliese la palabra que dijo el profeta Isaías: ¿Señor, quién creerá a nuestro dicho? ¿Y el brazo del Señor, a quién es revelado? 39Por esto no podían creer, porque otra vez dijo Isaías: 40Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan de corazón, Y se conviertan, y yo los sane. 41Estas cosas dijo Isaías cuando vio su gloria, y habló de él. 42Con todo eso, aun de los príncipes, muchos creyeron en él; mas por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser echados de la sinagoga. 43Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
44Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45y el que me ve, ve al que me envió. 46Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47Y el que oyere mis palabras, y no creyere, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49Porque yo no he hablado de mí mismo; mas el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50Y sé que su mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo.