Juan capitulo 4
La Biblia de las Américas
1Por tanto, cuando el Señor supo que los fariseos habían oído que El hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2(aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos ), 3salió de Judea y partió otra vez para Galilea. 4Y tenía que pasar por Samaria. 5Llegó, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José ; 6y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. 7Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de beber. 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. 9Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.) 10Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva. 11Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva ? 12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, 14pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla. 16El le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. 17Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: “No tengo marido”, 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. 19La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no conocéis ; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. 24Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. 25La mujer le dijo: Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo ); cuando El venga nos declarará todo. 26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
27En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: ¿Qué tratas de averiguar? o: ¿Por qué hablas con ella? 28Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: 29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste el Cristo ? 30Y salieron de la ciudad e iban a El. 31Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Pero El les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis. 33Los discípulos entonces se decían entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra. 35¿No decís vosotros: “Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega”? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la siega. 36Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega. 37Porque en este caso el dicho es verdadero: “Uno es el que siembra y otro el que siega.” 38Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor.
39Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en El por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: El me dijo todo lo que yo he hecho. 40De modo que cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días. 41Y muchos más creyeron por su palabra, 42y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que éste es en verdad el Salvador del mundo.
43Después de los dos días, salió de allí para Galilea. 44Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. 45Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta ; porque ellos también habían ido a la fiesta.
46Entonces vino otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte. 48Jesús entonces le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. 49El oficial del rey le dijo: Señor, baja antes de que mi hijo muera. 50Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue. 51Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. 52Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre. 53El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa. 54Esta fue la segunda señal que Jesús hizo cuando fue de Judea a Galilea.
Nueva Biblia de las Américas
1Por tanto, cuando el Señor supo que los Fariseos habían oído que El hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2(aunque Jesús mismo no bautizaba, sino Sus discípulos), 3salió de Judea y se fue otra vez para Galilea. 4Y El tenía que pasar por Samaria.
5Llegó, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José; 6y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. 7Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber.”
8Pues Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. 9Entonces la mujer Samaritana Le dijo: “¿Cómo es que Tú, siendo Judío, me pides de beber a mí, que soy Samaritana?” (Porque los Judíos no tienen tratos con los Samaritanos.)
11Ella Le dijo: “Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? 12¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?”
13Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, 14pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.”
15“Señor,” Le dijo la mujer, “dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla.” 16Jesús le dijo: “Ve, llama a tu marido y ven acá.” 17“No tengo marido,” respondió la mujer. Jesús le dijo: “Bien has dicho: ‘No tengo marido,’ 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad.”
19La mujer Le dijo: “Señor, me parece que Tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.”
21Jesús le dijo: “Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los Judíos. 23Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que Lo adoren. 24Dios es espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad.”
25La mujer Le dijo: “Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando El venga nos declarará todo.” 26Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo.”
27En esto llegaron Sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno Le preguntó: “¿Qué tratas de averiguar?” o: “¿Por qué hablas con ella?” 28Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: 29“Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste el Cristo (el Mesías)?” 30Y salieron de la ciudad y fueron adonde El estaba.
31Mientras tanto, los discípulos Le rogaban: “Rabí (Maestro), come.” 32Pero El les dijo: “Yo tengo para comer una comida que ustedes no saben.” 33Entonces los discípulos se decían entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?”
34Jesús les dijo: “Mi comida es hacer la voluntad del que Me envió y llevar a cabo Su obra. 35¿No dicen ustedes: ‘Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega’? Pero Yo les digo: alcen sus ojos y vean los campos que ya están blancos para la siega. 36Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije junto con el que siega. 37Porque en este caso el dicho es verdadero: ‘Uno es el que siembra y otro el que siega.’ 38Yo los envié a ustedes a segar lo que no han trabajado; otros han trabajado y ustedes han entrado en su labor.”
39Y de aquella ciudad, muchos de los Samaritanos creyeron en El por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: “El me dijo todo lo que yo he hecho.” 40De modo que cuando los Samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y El se quedó allí dos días. 41Muchos más creyeron por Su palabra, 42y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos Le hemos oído, y sabemos que Este es en verdad el Salvador del mundo.”
43Después de los dos días, Jesús salió de allí para Galilea. 44Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. 45Así que cuando llegó a Galilea, los Galileos Lo recibieron, pues habían visto todo lo que El hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
46Entonces vino otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a Su encuentro y Le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte. 48Jesús entonces le dijo: “Si ustedes no ven señales (milagros) y prodigios, no creerán.” 49El oficial del rey Le dijo: “Señor, baja antes de que mi hijo muera.” 50“Puedes irte, tu hijo vive,” le dijo Jesús. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51Y mientras bajaba a su casa, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. 52Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: “Ayer a la una de la tarde (la hora séptima) se le quitó la fiebre.”
Nueva Versión Internacional
1Jesús se enteró de que los fariseos sabían que él estaba haciendo y bautizando más discípulos que Juan 2(aunque en realidad no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos). 3Por eso se fue de Judea y volvió otra vez a Galilea. 4Como tenía que pasar por Samaria, 5llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. 6Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía.
77-8 Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo: ?Dame un poco de agua. 8
11?Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? 12¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?
13?Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, 14pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
17?No tengo esposo —respondió la mujer. ?Bien has dicho que no tienes esposo. 18Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad.
19?Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta. 20Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.
21?Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22Ahora ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. 23Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.
34?Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús—. 35¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses para la cosecha”? Yo les digo: ¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura; 36ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos. 37Porque como dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”. 38Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo.
39Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer: «Me dijo todo lo que he hecho». 40Así que cuando los samaritanos fueron a su encuentro le insistieron en que se quedara con ellos. Jesús permaneció allí dos días, 41y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía.
43Después de esos dos días Jesús salió de allí rumbo a Galilea 44(pues, como él mismo había dicho, a ningún profeta se le honra en su propia tierra). 45Cuando llegó a Galilea, fue bien recibido por los galileos, pues estos habían visto personalmente todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, ya que ellos habían estado también allí.
46Y volvió otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47Cuando este hombre se enteró de que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir.
Reina-Valera 1960
1Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan 2(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 3salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4Y le era necesario pasar por Samaria. 5Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
16Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
27En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 36Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
39Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
43Dos días después, salió de allí y fue a Galilea. 44Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra. 45Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.
46Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47Éste, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 49El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53El padre entonces entendió que aquélla era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. 54Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.
Biblia del Jubileo
1De manera que cuando el Señor supo como los fariseos habían oído que Jesús hacía discípulos y bautizaba más que Juan, 2(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 3dejó a Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4Y era necesario que pasase por Samaria. 5Vino, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a José su hijo. 6Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó a la fuente. Era como la hora sexta. 7Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dice: Dame de beber. 8(Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.) 9Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú pedirías de él, y él te daría agua viva. 11La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla. 16Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar. 21Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud viene de los Judíos. 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25Le dice la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas. 26Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo. 27Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con aquella mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella? 28Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres: 29Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿si quizás es éste el Cristo? 30Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. 31Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer? 34Les dice Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35¿No decís vosotros que aún hay cuatro meses y la siega viene? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad el campo, porque ya están blancas para la siega. 36Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega. 37Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. 39Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho. 40Viniendo pues los samaritanos a él, le rogaron que se quedase allí; y permaneció allí dos días. 41Y creyeron muchos más por la palabra de él. 42Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
43Y dos días después, salió de allí, y se fue a Galilea. 44Porque el mismo Jesús dio testimonio de que un profeta en su tierra no tiene honra. 45Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalén en la Fiesta; porque también ellos habían ido a la Fiesta. 46Vino pues Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había hecho el vino del agua. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiese, y sanase a su hijo, porque se comenzaba a morir. 48Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis. 49El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi niño muera. 50Le dice Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51Y cuando ya él descendía, los siervos le salieron a recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52Entonces él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a la séptima le dejó la fiebre. 53El padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa. 54Esta también el la segunda señal que Jesús hizo, cuando vino de Judea a Galilea.