Juan capitulo 5
La Biblia de las Américas
1Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos. 3En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; 4porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. 5Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada ; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. 8Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda.
9Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar. Jesús censurado por sanar en el día de reposo Y aquel día era día de reposo. 10Por eso los judíos decían al que fue sanado: Es día de reposo, y no te es permitido cargar tu camilla. 11Pero él les respondió: El mismo que me sanó, me dijo: “Toma tu camilla y anda.” 12Le preguntaron: ¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y anda”? 13Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sigilosamente, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. 14Después de esto Jesús lo halló en el templo y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor. 15El hombre se fue, y dijo a los judíos que Jesús era el que lo había sanado. 16A causa de esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17Pero El les respondió: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo. 18Entonces, por esta causa, los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
19Por eso Jesús, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera. 20Pues el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que El mismo hace; y obras mayores que éstas le mostrará, para que os admiréis. 21Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que El quiere. 22Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo, 23para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. 25En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán. 26Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo ; 27y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre. 28No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio.
30Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía ; como oigo, juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 31Si yo solo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33Vosotros habéis enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34Pero el testimonio que yo recibo no es de hombre ; mas digo esto para que vosotros seáis salvos. 35El era la lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. 37Y el Padre que me envió, ése ha dado testimonio de mí. Pero no habéis oído jamás su voz ni habéis visto su apariencia. 38Y su palabra no la tenéis morando en vosotros, porque no creéis en aquel que El envió. 39Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna ; y ellas son las que dan testimonio de mí ; 40y no queréis venir a mí para que tengáis vida. 41No recibo gloria de los hombres ; 42pero os conozco, que no tenéis el amor de Dios en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis. 44¿Cómo podéis creer, cuando recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único ? 45No penséis que yo os acusaré delante del Padre; el que os acusa es Moisés, en quien vosotros habéis puesto vuestra esperanza. 46Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47Pero si no creéis sus escritos, ¿cómo creeréis mis palabras?
Nueva Biblia de las Américas
1Después de esto, se celebraba una fiesta de los Judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, un estanque que en Hebreo se llama Betesda que tiene cinco pórticos. 3En éstos estaba en el suelo una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; 4porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera.
5Estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo: “¿Quieres ser sano?” 7El enfermo Le respondió: “Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo.” 8Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda.”
10Por eso los Judíos decían al que había sido sanado: “Es día de reposo, y no te es permitido cargar tu camilla.” 11Pero él les respondió: “El mismo que me sanó, me dijo: ‘Toma tu camilla y anda.’ 12Le preguntaron: “¿Quién es el hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?”
13Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sin que se dieran cuenta, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. 14Después de esto Jesús lo halló en el templo y le dijo: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor.”
15El hombre se fue, y dijo a los Judíos que Jesús era el que lo había sanado. 16A causa de esto los Judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17Pero Jesús les respondió: “Hasta ahora Mi Padre trabaja, y Yo también trabajo.” 18Entonces, por esta causa, los Judíos aún más procuraban matar a Jesús, porque no sólo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios Su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
19Por eso Jesús les decía: “En verdad les digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera. 20Pues el Padre ama al Hijo, y Le muestra todo lo que El mismo hace; y obras mayores que éstas Le mostrará, para que ustedes se queden asombrados. 21Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que El quiere. 22Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo, 23para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que Lo envió.
24“En verdad les digo: el que oye Mi palabra y cree al que Me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación (a juicio), sino que ha pasado de muerte a vida. 25En verdad les digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán. 26Porque como el Padre tiene vida en El mismo, así también Le dio al Hijo el tener vida en El mismo; 27y Le dio autoridad para ejecutar juicio, porque El es el Hijo del Hombre.
28No se queden asombrados de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán Su voz, 29y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio.
31Si Yo solo doy testimonio de Mí mismo, Mi testimonio no es verdadero. 32Otro es el que da testimonio de Mí, y Yo sé que el testimonio que da de Mí es verdadero.
33Ustedes han enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34Pero el testimonio que Yo recibo no es de hombre; pero digo esto para que ustedes sean salvos. 35El era la lámpara que ardía y alumbraba, y ustedes estaban dispuestos a regocijarse por un tiempo en su luz.
36Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre Me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que Yo hago, dan testimonio de Mí, de que el Padre Me ha enviado. 37El Padre que Me envió, El ha dado testimonio de Mí. Pero ustedes no han oído jamás Su voz ni han visto Su apariencia. 38Y Su palabra no la tienen morando en ustedes, porque no creen en Aquél que El envió. 39Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí! 40Pero ustedes no quieren venir a Mí para que tengan esa vida.
41Yo no recibo (no acepto) gloria de los hombres; 42pero a ustedes ya los conozco, que no tienen el amor de Dios. 43Yo he venido en nombre de Mi Padre y ustedes no Me reciben; si otro viene en su propio nombre, a ése recibirán. 44¿Cómo pueden creer, cuando reciben gloria (honor) los unos de los otros, y no buscan la gloria que viene del Dios único?
Nueva Versión Internacional
1Algún tiempo después, se celebraba una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2Había allí, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque rodeado de cinco pórticos, cuyo nombre en arameo es Betzatá. 3En esos pórticos se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. 4 5Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años.
19Entonces Jesús afirmó: ?Ciertamente les aseguro que el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su padre hace, porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo. 20Pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que estas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados. 21Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes a él le place. 22Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo, 23para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.
24»Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 25Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 26Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo, 27y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre.
28»No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados. 30Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo solo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad, sino cumplir la voluntad del que me envió.
31»Si yo testifico en mi favor, ese testimonio no es válido. 32Otro es el que testifica en mi favor, y me consta que es válido el testimonio que él da de mí.
33»Ustedes enviaron a preguntarle a Juan, y él dio un testimonio válido. 34Y no es que acepte yo el testimonio de un hombre; más bien lo menciono para que ustedes sean salvos. 35Juan era una lámpara encendida y brillante, y ustedes decidieron disfrutar de su luz por algún tiempo.
36»El testimonio con que yo cuento tiene más peso que el de Juan. Porque esa misma tarea que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo, y que estoy haciendo, es la que testifica que el Padre me ha enviado. 37Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Ustedes nunca han oído su voz, ni visto su figura, 38ni vive su palabra en ustedes, porque no creen en aquel a quien él envió. 39Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! 40Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida.
41»La gloria humana no la acepto, 42pero a ustedes los conozco, y sé que no aman realmente a Dios. 43Yo he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me aceptan; pero, si otro viniera por su propia cuenta, a ese sí lo aceptarían. 44¿Cómo va a ser posible que ustedes crean, si unos a otros se rinden gloria, pero no buscan la gloria que viene del Dios único?
Reina-Valera 1960
2Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
10Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. 11Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. 15El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
19Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. 20Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. 21Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
24De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. 26Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; 27y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. 28No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
30No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. 31Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. 34Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos. 35Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. 37También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, 38ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. 39Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40y no queréis venir a mí para que tengáis vida. 41Gloria de los hombres no recibo. 42Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. 44¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? 45No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?
Biblia del Jubileo
1Después de estas cosas, había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2Y hay en Jerusalén a la puerta de las ovejas un estanque, que en hebreo es llamado Betesda, el cual tiene cinco portales. 3En éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía a cierto tiempo al estanque, y revolvía el agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús vio a éste echado, y supo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: ¿Quieres ser sano? 7Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estanque; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido. 8Le dice Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día. 10Entonces los judíos decían a aquel que había sido sanado: Sábado es; no te es lícito llevar tu lecho. 11Les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Y le preguntaron entonces: ¿Quién es el hombre que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que había sido sanado, no sabía quién fuese; porque Jesús se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. 14Después le halló Jesús en el Templo, y le dijo: He aquí, eres ya sano; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. 15El se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en sábado. 17Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro. 18Entonces, por tanto, más procuraban los judíos matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también a su Padre llamaba Dios, haciéndose igual a Dios.
19Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre; porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. 20Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará; que vosotros os maravillaréis. 21Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22Porque el Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dio al Hijo; 23para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a juicio, mas pasó de muerte a vida. 25De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que oyeren vivirán. 26Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo; 27y también le dio potestad de hacer juicio, por cuanto es Hijo de hombre. 28No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron bienes, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron males, a resurrección de juicio.
30No puedo yo de mí mismo hacer nada; como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, del Padre. 31Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es verdadero. 33Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio a la verdad. 34Pero yo no tomo el testimonio de hombre; sino digo estas cosas, para que vosotros seáis salvos. 35El era lámpara que ardía y alumbraba; mas vosotros quisisteis recrearos por una hora a su luz. 36Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me haya enviado. 37Y el que me envió, el Padre, él dio testimonio de mí. Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer. 38Ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque al que él envió, a éste vosotros no creéis. 39Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. 40Y no queréis venir a mí, para que tengáis vida. 41Gloria de los hombres no recibo. 42Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a aquel recibiréis. 44¿Cómo podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los otros? Y no buscáis la gloria que de sólo Dios es. 45No penséis que yo os tengo que acusar delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien vosotros esperáis. 46Porque si vosotros creyeseis a Moisés, creeríais a mí; porque de mí escribió él. 47Y si a sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis a mis palabras?