Juan capitulo 6
La Biblia de las Américas
1 Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2Y le seguía una gran multitud, pues veían las señales que realizaba en los enfermos. 3Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. 4Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. 5Entonces Jesús, alzando los ojos y viendo que una gran multitud venía hacia El, dijo a Felipe : ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? 6Pero decía esto para probarlo, porque El sabía lo que iba a hacer. 7Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo. 8Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo a Jesús : 9Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados ; pero ¿qué es esto para tantos? 10Jesús dijo: Haced que la gente se recueste. Y había mucha hierba en aquel lugar. Así que los hombres se recostaron, en número de unos cinco mil. 11Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados ; y lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que querían. 12Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos : Recoged los pedazos que sobran, para que no se pierda nada. 13Los recogieron, pues, y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo.
16Al atardecer, sus discípulos descendieron al mar, 17y subiendo en una barca, se dirigían al otro lado del mar, hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos; 18y el mar estaba agitado porque soplaba un fuerte viento. 19Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca; y se asustaron. 20Pero El les dijo: Soy yo; no temáis. 21Entonces ellos querían recibirle en la barca, e inmediatamente la barca llegó a la tierra adonde iban.
22Al día siguiente, la multitud que había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había más que una barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos. 23Vinieron otras barcas de Tiberias cerca del lugar donde habían comido el pan después de que el Señor había dado gracias. 24Por tanto, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm buscando a Jesús. 25Cuando le hallaron al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello. 28Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que El ha enviado. 30Le dijeron entonces: ¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “LES DIO A COMER PAN DEL CIELO.” 32Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo. 34Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida ; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. 36Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que El me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. 40Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final.
41Por eso los judíos murmuraban de El, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos ? ¿Cómo es que ahora dice: “Yo he descendido del cielo ”? 43Respondió Jesús y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 45Escrito está en los profetas : “Y TODOS SERAN ENSEÑADOS POR DIOS.” Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a mí. 46No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que viene de Dios, éste ha visto al Padre. 47En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de la vida. 49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo ; si alguno come de este pan, vivirá para siempre ; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne.
52Los judíos entonces contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. 57Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58Este es el pan que descendió del cielo ; no como el que vuestros padres comieron, y murieron ; el que come este pan vivirá para siempre. 59Esto dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.
60Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta declaración ; ¿quién puede escucharla? 61Pero Jesús, sabiendo en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza ? 62¿Pues qué si vierais al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba ? 63El Espíritu es el que da vida ; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creéis. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que le iba a traicionar. 65Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.
66Como resultado de esto muchos de sus discípulos se apartaron y ya no andaban con El. 67Entonces Jesús dijo a los doce : ¿Acaso queréis vosotros iros también? 68Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios. 70Jesús les respondió: ¿No os escogí yo a vosotros, los doce, y sin embargo uno de vosotros es un diablo ? 71Y El se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste, uno de los doce, le iba a entregar.
Nueva Biblia de las Américas
1Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2Y una gran multitud Lo seguía, pues veían las señales (los milagros) que realizaba en los enfermos. 3Entonces Jesús subió al monte y se sentó allí con Sus discípulos. 4Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los Judíos.
5Cuando Jesús alzó los ojos y vio que una gran multitud venía hacia El, dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para que coman éstos?” 6Pero decía esto para probarlo, porque El sabía lo que iba a hacer. 7Felipe Le respondió: “Doscientos denarios (salario de 200 días) de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo.”
8Uno de Sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo a Jesús: 9“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?” 10“Hagan que la gente se siente,” dijo Jesús. Y había mucha hierba en aquel lugar; así que se sentaron. El número de los hombres era de unos cinco mil.
11Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que querían. 12Cuando se saciaron, dijo a Sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada.” 13Ellos los recogieron, y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
16Al atardecer Sus discípulos bajaron hasta el mar, 17y subiendo en una barca, se dirigieron al otro lado del mar, hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido adonde ellos estaban; 18y el mar estaba agitado porque soplaba un fuerte viento. 19Cuando habían remado unos cuatro o cinco kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre el mar y que se acercaba a la barca, y se asustaron. 20Pero El les dijo: “Soy yo; no teman.”
22Al día siguiente, la multitud que había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había más que una barca, y que Jesús no había entrado en ella con Sus discípulos, sino que Sus discípulos se habían ido solos. 23Vinieron otras barcas de Tiberias cerca del lugar donde habían comido el pan después de que el Señor había dado gracias. 24Por tanto, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco Sus discípulos, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm buscando a Jesús. 25Cuando Lo hallaron al otro lado del mar, Le dijeron: “Rabí (Maestro), ¿cuándo llegaste acá?”
26Jesús les respondió: “En verdad les digo, que Me buscan, no porque hayan visto señales (milagros), sino porque han comido de los panes y se han saciado. 27Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará, porque a El es a quien el Padre, Dios, ha marcado con Su sello.”
28Entonces Le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” 29Jesús les respondió: “Esta es la obra de Dios: que crean en el que El ha enviado.”
30Le dijeron entonces: “¿Qué, pues, haces Tú como señal (milagro) para que veamos y Te creamos? ¿Qué obra haces? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: ‘LES DIO A COMER PAN DEL CIELO.’” 32Entonces Jesús les dijo: “En verdad les digo, que no es Moisés el que les ha dado el pan del cielo, sino que es Mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo.” 34“Señor, danos siempre este pan,” Le dijeron.
35Jesús les dijo: “Yo soy el pan de la vida; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed. 36Pero ya les dije que aunque Me han visto, no creen. 37Todo lo que el Padre Me da, vendrá a Mí; y al que viene a Mí, de ningún modo lo echaré fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer Mi voluntad, sino la voluntad del que Me envió. 39Y ésta es la voluntad del que Me envió: que de todo lo que El Me ha dado Yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. 40Porque ésta es la voluntad de Mi Padre: que todo aquél que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna, y Yo mismo lo resucitaré en el día final.”
41Por eso los Judíos murmuraban de El, porque había dicho: “Yo soy el pan que descendió del cielo.” 42Y decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: ‘Yo he descendido del cielo’?”
43Jesús les dijo: “No murmuren entre sí. 44Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que Me envió, y Yo lo resucitaré en el día final. 45Escrito está en los profetas: ‘Y TODOS SERAN ENSEÑADOS POR DIOS.’ Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a Mí. 46No es que alguien haya visto al Padre; sino Aquél que viene de Dios, El ha visto al Padre. 47En verdad les digo: el que cree, tiene vida eterna.
48Yo soy el pan de la vida. 49Los padres (antepasados) de ustedes comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo también daré por la vida del mundo es Mi carne.”
52Los Judíos, por tanto, discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo puede Este darnos a comer Su carne?” 53Entonces Jesús les dijo: “En verdad les digo, que si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben Su sangre, no tienen vida en ustedes. 54El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna, y Yo lo resucitaré en el día final. 55Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida.
56El que come Mi carne y bebe Mi sangre, permanece en Mí y Yo en él. 57Como el Padre que vive Me envió, y Yo vivo por el Padre, asimismo el que Me come, él también vivirá por Mí. 58Este es el pan que descendió del cielo; no como el que los padres (antepasados) de ustedes comieron, y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.”
60Por eso muchos de Sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: “Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla?” 61Pero Jesús, consciente de que Sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: “¿Esto los escandaliza (los hace tropezar)? 62¿Pues qué si vieran al Hijo del Hombre ascender adonde estaba antes?
63El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo les he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de ustedes que no creen.” Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que Lo iba a traicionar (entregar). 65También decía: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a Mí si no se lo ha concedido el Padre.”
66Como resultado de esto muchos de Sus discípulos se apartaron y ya no andaban con El. 67Entonces Jesús dijo a los doce discípulos: “¿Acaso también ustedes quieren irse?” 68Simón Pedro Le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69Y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios.” 70Jesús les respondió: “¿No los escogí Yo a ustedes, los doce, y sin embargo uno de ustedes es un diablo?” 71El se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste, uno de los doce, Lo iba a entregar.
Nueva Versión Internacional
1Algún tiempo después, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea (o de Tiberíades). 2Y mucha gente lo seguía, porque veían las señales milagrosas que hacía en los enfermos. 3Entonces subió Jesús a una colina y se sentó con sus discípulos. 4Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua.
10?Hagan que se sienten todos —ordenó Jesús. En ese lugar había mucha hierba. Así que se sentaron, y los varones adultos eran como cinco mil. 11Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.
14Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad este es el profeta, el que ha de venir al mundo». 15Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo.
16Cuando ya anochecía, sus discípulos bajaron al lago 17y subieron a una barca, y comenzaron a cruzar el lago en dirección a Capernaúm. Para entonces ya había oscurecido, y Jesús todavía no se les había unido. 18Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado. 19Habrían remado unos cinco o seis kilómetros cuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. 20Pero él les dijo: «No tengan miedo, que soy yo». 21Así que se dispusieron a recibirlo a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla adonde se dirigían.
22Al día siguiente, la multitud que se había quedado en el otro lado del lago se dio cuenta de que los discípulos se habían embarcado solos. Allí había estado una sola barca, y Jesús no había entrado en ella con sus discípulos. 23Sin embargo, algunas barcas de Tiberíades se aproximaron al lugar donde la gente había comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24En cuanto la multitud se dio cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm a buscar a Jesús.
26?Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. 27Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre este ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.
30?¿Y qué señal harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? —insistieron ellos—. 31Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.
32?Ciertamente les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. 33El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
35?Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. 36Pero, como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. 37Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. 38Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió. 39Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
41Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo». 42Y se decían: «¿Acaso no es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?»
43?Dejen de murmurar —replicó Jesús—. 44Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 45En los profetas está escrito: “A todos los instruirá Dios”. En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él viene a mí. 46Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; solo él ha visto al Padre. 47Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de vida. 49Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron. 50Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere. 51Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.
53?Ciertamente les aseguro —afirmó Jesús— que, si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. 54El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí. 58Este es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre.
61Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó: ?¿Esto les causa tropiezo? 62¿Qué tal si vieran al Hijo del hombre subir adonde antes estaba? 63El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.
Reina-Valera 1960
1Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. 5Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. 8Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? 10Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. 11Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. 12Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. 14Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Éste verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
16Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, 17y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. 18Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. 19Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. 21Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.
22El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. 23Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
25Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29Respondió Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
41Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? 43Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58Éste es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
60Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
66Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 70Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? 71Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.
Biblia del Jubileo
1Pasadas estas cosas, se fue Jesús al otro lado del mar de Galilea, que es de Tiberias. 2Y le seguía grande multitud, porque veían sus señales que hacía en los enfermos. 3Subió pues Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4Y estaba cerca la Pascua, la Fiesta de los judíos. 5Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él grande multitud, dice a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6Mas esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7Le respondió Felipe: Doscientos denarios de pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco. 8Le dice uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: 9Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada y dos peces pequeños; ¿mas qué es esto entre tantos? 10Entonces Jesús dijo: Haced recostar los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como número de cinco mil varones. 11Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, repartió a los discípulos, y los discípulos a los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. 12Y cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que han quedado, para que no se pierda nada. 13Recogieron pues, y llenaron doce cestas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. 14Aquellos hombres entonces, como vieron la señal que Jesús había hecho, decían: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. 15Y sabiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey, volvió a retirarse al monte, él solo.
16Y como se hizo tarde, descendieron sus discípulos al mar; 17y entrando en un navío, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. 18Y el mar comenzó a levantarse con un gran viento. 19Cuando hubieron navegado como veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que andaba sobre el mar, y se acercaba al navío; y tuvieron miedo. 20Pero él les dijo: YO SOY; no tengáis miedo. 21Y ellos le recibieron de buena gana en el navío; y luego el navío llegó a la tierra donde iban.
22El día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar, como vio que no había allí otra navecilla sino una, en la cual habían entrado sus discípulos, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en el navío, sino que sus discípulos se habían ido solos; 23y que otras navecillas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber el Señor dado gracias; 24cuando vio pues la multitud que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron ellos en las navecillas, y vinieron a Capernaum buscando a Jesús.
25Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Les respondió Jesús, y dijo: De cierto, de cierto os digo, que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará; porque a éste señaló el Padre, que es Dios. 28Y le dijeron: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios? 29Respondió Jesús, y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él envió. 30Le dijeron entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34Y le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35Y Jesús les dijo: YO SOY el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Mas ya os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que de todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero. 40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 41Murmuraban entonces de él los Judíos, porque había dicho: YO SOY el pan que descendí del cielo. 42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? 43Y Jesús respondió, y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48YO SOY el pan de vida. 49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no muera. 51YO SOY el pan vivo que he descendido del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 52Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos su carne a comer? 53Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57Como me envió el Padre Viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y son muertos; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
60Y muchos de sus discípulos oyéndolo, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? 62¿Pues qué será, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero? 63El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado, son Espíritu y son vida. 64Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65Y decía: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado de mi Padre. 66Después de esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis vosotros iros también? 68Y le respondió Simón Pedro: Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes las palabras de vida eterna. 69Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. 70Jesús les respondió: ¿No he escogido yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo? 71Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le había de entregar, el cual era uno de los doce.