Lucas capitulo 12
La Biblia de las Américas
1En estas circunstancias, cuando una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros, Jesús comenzó a decir primeramente a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2 Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. 3Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas. 4Y yo os digo, amigos míos : no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen nada más que puedan hacer. 5Pero yo os mostraré a quién debéis temer: temed al que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno ; sí, os digo: a éste, ¡temed! 6¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos ? Y sin embargo, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. 7Es más, aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos. 8Y os digo, que a todo el que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre le confesará también ante los ángeles de Dios ; 9pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. 11Y cuando os lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis de cómo o de qué hablaréis en defensa propia, o qué vais a decir; 12porque el Espíritu Santo en esa misma hora os enseñará lo que debéis decir.
13Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo. 14Pero El le dijo: ¡Hombre ! ¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre vosotros? 15Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes. 16También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. 17Y pensaba dentro de sí, diciendo: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?” 18Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. 19“Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete.” 20Pero Dios le dijo: “¡Necio ! Esta misma noche te reclaman el alma ; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto ?” 21Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios.
22Y dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. 23Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. 24Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta ; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves! 25¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida ? 26Si vosotros, pues, no podéis hacer algo tan pequeño, ¿por qué os preocupáis por lo demás? 27Considerad los lirios, cómo crecen ; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. 28Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe ! 29Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados. 30Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. 31Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas. 32No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino. 33Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye. 34Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
35Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas, 36y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame. 37Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando ; en verdad os digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá. 38Y ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera, y los halla así, dichosos son aquellos siervos. 39 Podéis estar seguros de que si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, no hubiera permitido que entrara en su casa. 40Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis.
41Entonces Pedro dijo: Señor, ¿nos dices esta parábola a nosotros, o también a todos los demás ? 42Y el Señor dijo: ¿ Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente a quien su señor pondrá sobre sus siervos para que a su tiempo les dé sus raciones? 43Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. 44De verdad os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 45Pero si aquel siervo dice en su corazón: “Mi señor tardará en venir”; y empieza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer, a beber y a embriagarse; 46el señor de aquel siervo llegará un día, cuando él no lo espera y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente, y le asignará un lugar con los incrédulos. 47Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes ; 48pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán.
49Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido! 50Pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51¿ Pensáis que vine a dar paz en la tierra? No, os digo, sino más bien división. 52Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres. 53Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.
54Decía también a las multitudes: Cuando veis una nube que se levanta en el poniente, al instante decís: “Viene un aguacero”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, decís: “Va a hacer calor ”, y así pasa. 56¡Hipócritas! Sabéis examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examináis este tiempo presente ? 57¿Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? 58 Porque mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te eche en la cárcel. 59Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo.
Nueva Biblia de las Américas
1Entre tanto, una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros. Jesús comenzó a hablar primero a Sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los Fariseos, que es la hipocresía. 2Nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. 3Por lo cual, todo lo que han dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que han susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas.
4“Así que Yo les digo, amigos Míos: no teman a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen nada más que puedan hacer. 5Pero Yo les mostraré a quién deben temer: teman a Aquél que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, les digo: ¡A El, teman! 6¿No se venden cinco pajarillos por dos moneditas? Y sin embargo, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. 7Es más, aun los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No teman; ustedes valen más que muchos pajarillos.
8“Les digo, que a todo el que Me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre lo confesará también ante los ángeles de Dios; 9pero el que Me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
11Cuando los lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo o de qué hablarán en defensa propia, o qué van a decir; 12porque el Espíritu Santo en esa misma hora les enseñará lo que deben decir.”
13Uno de la multitud Le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo.” 14“¡Hombre!” le dijo Jesús, “¿Quién Me ha puesto por juez o árbitro sobre ustedes?” 15También les dijo: “Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.”
16Entonces les contó una parábola: “La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. 17Y él pensaba dentro de sí: ‘¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?’ 18Entonces dijo: ‘Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. 19Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete.’ 20Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?’ 21Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios.”
22A Sus discípulos Jesús les dijo: “Por eso les digo que no se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, qué vestirán. 23Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. 24Consideren los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! 25¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? 26Si ustedes, pues, no pueden hacer algo tan pequeño, ¿por qué se preocupan por lo demás?
27Consideren los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan. Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. 28Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
29Ustedes, pues no busquen qué han de comer, ni qué han de beber, y no estén preocupados. 30Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero el Padre de ustedes sabe que necesitan estas cosas. 31Pero busquen Su reino, y estas cosas les serán añadidas.
32No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino. 33Vendan sus posesiones y den limosnas; háganse bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye. 34Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón.
35“Estén siempre preparados y mantengan las lámparas encendidas, 36y sean semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame. 37Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando; en verdad les digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá. 38Y ya sea que venga en la segunda vigilia (9 p.m. a medianoche), o aun en la tercera (medianoche a 3 a.m.), y los halla así, dichosos son aquellos siervos.
39 “Ustedes pueden estar seguros de que si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, no hubiera permitido que entrara en su casa. 40También ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperan.”
42El Señor respondió: “¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente a quien su señor pondrá sobre sus siervos para que a su tiempo les dé sus raciones? 43Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. 44En verdad les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 45Pero si aquel siervo dice en su corazón: ‘Mi señor tardará en venir,’ y empieza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer, a beber y a embriagarse, 46el señor de aquel siervo llegará un día, cuando él no lo espera y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente, y le asignará un lugar con los incrédulos.
47Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; 48pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán.
49“Yo he venido para echar fuego sobre la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido! 50Pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51 ¿Piensan que vine a dar paz en la tierra? No, les digo, sino más bien división. 52Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres. 53Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.”
54Decía también a las multitudes: “Cuando ven una nube que se levanta en el oeste, al instante ustedes dicen: ‘Viene un aguacero,’ y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: ‘Va a hacer calor,’ y así pasa. 56¡Hipócritas! Saben examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examinan este tiempo presente?
57“¿Y por qué no juzgan por sí mismos lo que es justo? 58 Porque mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te eche en la cárcel. 59Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo.”
Nueva Versión Internacional
1Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía. 2No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. 3Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas.
4»A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo, pero después no pueden hacer más. 5Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temerle. 6¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. 7Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
8»Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios. 9Pero al que me desconozca delante de la gente se le desconocerá delante de los ángeles de Dios. 10Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón.
11»Cuando los hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir, 12porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder».
16Entonces les contó esta parábola: ?El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. 17Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”. 18Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. 19Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. 20Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”
22Luego dijo Jesús a sus discípulos: ?Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán. 23La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa. 24Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! 25¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? 26Ya que no pueden hacer algo tan insignificante, ¿por qué se preocupan por lo demás?
27»Fíjense cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 28Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe! 29Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse. 30El mundo paganos anda tras todas estas cosas, pero el Padre sabe que ustedes las necesitan. 31Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas.
32»No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.
35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen».
42Respondió el Señor: ?¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartirles la comida a su debido tiempo? 43Dichoso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los incrédulos.
47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aun más.
49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán divididos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra».
54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud: ?Cuando ustedes ven que se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y, cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo actual?
57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adversario al magistrado, procura reconciliarte con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo».
Reina-Valera 1960
1En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. 3Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
4Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. 6¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. 7Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
8Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 9mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 11Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; 12porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.
13Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 15Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
22Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. 23La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. 24Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? 25¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? 26Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? 27Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. 30Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. 31Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
32No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. 33Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. 34Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; 36y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. 37Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. 38Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. 39Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.
41Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? 42Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? 43Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. 44En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. 45Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, 46vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. 47Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.
49Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? 50De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. 52Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. 53Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.
54Decía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. 56¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?
57¿Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? 58Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca.
Biblia del Jubileo
1En esto, juntándose muchos acompañantes, tanto que unos a otros se pisaban, comenzó a decir a sus discípulos: Primeramente guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que no haya de ser sabido. 3Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, a la luz serán oídas; y lo que hablasteis al oído en los aposentos, será pregonado en los tejados.
4Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer. 5Mas os enseñaré a quién temáis: temed a aquel que después de ser matado, tiene potestad de echar en el quemadero; así os digo: a éste temed. 6¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? Pues ni uno de ellos está olvidado de Dios. 7Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues; de más estima sois que muchos pajarillos.
8Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 9mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del Hombre, hay perdón para él; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 11Y cuando os trajeren a las sinagogas, y a los magistrados y potestades, no estéis solícitos cómo o qué hayáis de responder, o qué habréis de decir; 12porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será necesario decir.
13Y le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre vosotros? 15Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16Y les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado muchos frutos; 17y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo dónde juntar mis frutos? 18Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes; 19y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20Y le dijo Dios: Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.
22Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis. 23La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. 24Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves? 25¿Y quién de vosotros podrá con su afán añadir a su estatura un codo? 26Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo demás? 27Considerad los lirios, cómo crecen; no labran, ni hilan; y os digo, que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28Y si así viste Dios a la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno; ¿cuánto más a vosotros, los de poca fe? 29Vosotros, pues, no procuréis qué tengáis de comer, o qué tengáis de beber; ni andéis elevados. 30Porque todas estas cosas buscan los gentiles del mundo; que vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. 31Mas procurad el Reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
32No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el Reino. 33Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. 34Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
35Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidos; 36y vosotros semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y tocare, luego le abran. 37Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando; de cierto os digo, que él se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá. 38Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. 39Pero esto sabed, que si supiese el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40Vosotros pues también, estad apercibidos; porque a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá.
41Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? 42Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que a tiempo les dé su ración? 43Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así. 44En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes. 45Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a herir a los siervos y a las criadas, y a comer y a beber y a embriagarse; 46vendrá el señor de aquel siervo el día que él no espera, y a la hora que él no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles. 47Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho. 48Mas el que no entendió, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a cualquiera que fue dado mucho, mucho será vuelto a demandar de él; y al que encomendaron mucho, más le será pedido.
49Fuego vine a meter en la tierra; ¿y qué quiero, sino que se encienda? 50Pero de un bautismo me es necesario ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido! 51¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No, os digo; sino disensión. 52Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres. 53El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.
54Y decía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. 55Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay. 56¡Hipócritas! Sabéis discernir la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no discernáis este tiempo?
57¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? 58Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; para que no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último centavo.