Capítulo

Lucas capitulo 19

La Biblia de las Américas

11Estando ellos oyendo estas cosas, continuando Jesús, dijo una parábola, porque El estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. 12Por eso dijo: Cierto hombre de familia noble fue a un país lejano a recibir un reino para sí y después volver. 13Y llamando a diez de sus siervos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad con esto hasta que yo regrese.” 14Pero sus ciudadanos lo odiaban, y enviaron una delegación tras él, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros.” 15Y sucedió que al regresar él, después de haber recibido el reino, mandó llamar a su presencia a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que habían ganado negociando. 16Y se presentó el primero, diciendo: “Señor, tu mina ha producido diez minas más.” 17Y él le dijo: “Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades.” 18Entonces vino el segundo, diciendo: “Tu mina, señor, ha producido cinco minas.” 19Y dijo también a éste: “Y tú vas a estar sobre cinco ciudades.” 20Y vino otro, diciendo: “Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo; 21pues te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste.” 22El le contestó: “Siervo inútil, por tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré? 23“Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?” 24Y dijo a los que estaban presentes: “Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.” 25Y ellos le dijeron: “Señor, él ya tiene diez minas.” 26Os digo, que a cualquiera que tiene, más le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 27Pero a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, traedlos acá y matadlos delante de mí.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

11Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. 12Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. 13Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. 14Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. 18Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. 19Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 20Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; 21porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? 24Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. 26Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 27Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.
Biblia del Jubileo

11Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el Reino de Dios. 12Dijo pues: Un hombre noble se fue a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver. 13Mas llamados diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. 14Pero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades. 18Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas. 19Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 20Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; 21porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que quito lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23¿por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo recibiera con el logro? 24Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. 26Pues yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado. 27Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.
28Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29Y aconteció, que llegando cerca de Betfagé, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos, 30diciendo: Id a la aldea de enfrente; en la cual cuando entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo. 31Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34Y ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35Y lo trajeron a Jesus; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron a Jesus encima. 36Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino. 37Y cuando llegaron ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, 38diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en lo altísimo! 39Entonces algunos de los fariseos de la multitud, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. 41Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella, 42diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! Mas ahora está encubierto a tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, 44y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

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