Lucas capitulo 23
La Biblia de las Américas
1Entonces toda la asamblea de ellos se levantó, y llevaron a Jesús ante Pilato. 2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto al César, y diciendo que El mismo es Cristo, un Rey. 3Pilato entonces le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús respondiéndole, dijo: Tú lo dices. 4Y Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la multitud: No encuentro delito en este hombre. 5Pero ellos insistían, diciendo: El alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. 6Cuando Pilato oyó esto, preguntó si el hombre era galileo. 7Y al saber que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que también estaba en Jerusalén en aquellos días.
8Herodes, al ver a Jesús se alegró en gran manera, pues hacía mucho tiempo que quería verle por lo que había oído hablar de El, y esperaba ver alguna señal que El hiciera. 9Y le interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió. 10Los principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, acusándole con vehemencia. 11Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratarle con desprecio y burlarse de El, le vistió con un espléndido manto y le envió de nuevo a Pilato. 12Aquel mismo día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes habían estado enemistados el uno con el otro.
13Entonces Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, 14y les dijo: Me habéis presentado a este hombre como uno que incita al pueblo a la rebelión, pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado ningún delito en este hombre de las acusaciones que hacéis contra El. 15Ni tampoco Herodes, pues nos lo ha remitido de nuevo; y he aquí que nada ha hecho que merezca la muerte. 16Por consiguiente, después de castigarle, le soltaré. 17Y tenía obligación de soltarles un preso en cada fiesta. 18Pero todos ellos gritaron a una, diciendo: ¡ Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! 19(Este había sido echado en la cárcel por un levantamiento ocurrido en la ciudad, y por homicidio.) 20Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar, 21pero ellos continuaban gritando, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! 22Y él les dijo por tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho éste? No he hallado en El ningún delito digno de muerte; por tanto, le castigaré y le soltaré. 23Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado. Y sus voces comenzaron a predominar. 24Entonces Pilato decidió que se les concediera su demanda. 25Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, pero a Jesús lo entregó a la voluntad de ellos.
27Y le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por El. 28Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos. 29Porque he aquí, vienen días en que dirán: “Dichosas las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criaron.” 30Entonces comenzarán A DECIR A LOS MONTES: “CAED SOBRE NOSOTROS”; Y A LOS COLLADOS: “CUBRIDNOS.” 31Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?
33 Cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera ”, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos. 35Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de El, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido. 36Los soldados también se burlaban de El, acercándose y ofreciéndole vinagre, 37y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38Había también una inscripción sobre El, que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
39Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿No eres tú el Cristo ? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! 40Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? 41Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos ; pero éste nada malo ha hecho. 42Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces El le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Era ya como la hora sexta, cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena 45al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. 46Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU. Y habiendo dicho esto, expiró. 47Cuando el centurión vio lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era inocente. 48Y cuando todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. 49Pero todos sus conocidos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.
50 Y había un hombre llamado José, miembro del concilio, varón bueno y justo 51(el cual no había asentido al plan y al proceder de los demás ) que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios. 52Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, 53y bajándole, le envolvió en un lienzo de lino, y le puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. 54Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. 55Y las mujeres que habían venido con El desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado el cuerpo.
Nueva Biblia de las Américas
1Toda la asamblea de ellos se levantó, y llevaron a Jesús ante Pilato. 2Y comenzaron a acusar a Jesús, diciendo: “Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto al César, y diciendo que El mismo es Cristo (el Mesías), un Rey.”
3Pilato preguntó a Jesús: “¿Eres Tú el Rey de los Judíos?” “Tú lo dices,” le respondió Jesús. 4Entonces Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la multitud: “No encuentro delito en este hombre.” 5Pero ellos insistían, diciendo: “El alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.”
6Cuando Pilato oyó esto, preguntó si el hombre era Galileo. 7Al saber que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes (Antipas), Lo remitió a Herodes, que también estaba en Jerusalén en aquellos días.
8Al ver a Jesús, Herodes se alegró en gran manera, pues hacía mucho tiempo que Lo quería ver por lo que había oído hablar de El, y esperaba ver alguna señal que El hiciera. 9Lo interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió. 10Los principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, y Lo acusaban con vehemencia. 11Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratar a Jesús con desprecio y burlarse de El, Lo vistieron con un espléndido manto. Después Herodes Lo envió de nuevo a Pilato. 12Aquel mismo día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes habían estado enemistados el uno con el otro.
13Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, 14y les dijo: “Me han presentado a este hombre como uno que incita al pueblo a la rebelión, pero habiéndolo interrogado yo delante de ustedes, no he hallado ningún delito en este hombre de las acusaciones que hacen contra El. 15Ni tampoco Herodes, pues nos Lo ha remitido de nuevo; ya que nada ha hecho que merezca la muerte. 16Por tanto, Lo voy a castigar y después, Lo soltaré.” 17Y tenía obligación de soltarles un preso en cada fiesta.
18Pero todos ellos gritaron a una: “¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!” 19Barrabás había sido echado en la cárcel por un levantamiento ocurrido en la ciudad, y por homicidio.
20Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar, 21pero ellos continuaban gritando: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” 22Y él les dijo por tercera vez: “¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho Este? No he hallado en El ningún delito digno de muerte; por tanto, Lo castigaré y Lo soltaré.” 23Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado, y sus voces comenzaron a predominar. 24Entonces Pilato decidió que se les concediera su demanda. 25Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por insurrección y homicidio, pero entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
27Y seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por El. 28Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. 29Porque vienen días en que dirán: ‘Dichosas (Bienaventuradas) las estériles, los vientres que nunca concibieron y los senos que nunca criaron.’ 30Entonces comenzarán A DECIR A LOS MONTES: ‘CAIGAN SOBRE NOSOTROS;’ Y A LOS COLLADOS: ‘CUBRANNOS.’ 31Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?”
33 Cuando llegaron al lugar llamado ‘La Calavera,’ crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Y los soldados echaron suertes, repartiéndose entre sí Sus vestidos.
35El pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se burlaban de El, diciendo: “A otros salvó; que se salve El mismo si Este es el Cristo (el Mesías) de Dios, Su Escogido.” 36Los soldados también se burlaban de Jesús, y se acercaban a El y Le ofrecían vinagre, 37diciendo: “Si Tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo.”
40Pero el otro le contestó, y reprendiéndolo, dijo: “¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? 41Nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho.” 42Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino.” 43Entonces Jesús le dijo: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.”
44 Era ya como la hora sexta (mediodía), cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (3 p.m.), 45al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. 46Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: “Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.” Habiendo dicho esto, expiró.
47Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: “Ciertamente, este hombre era inocente (justo).” 48Todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. 49Pero todos los conocidos de Jesús y las mujeres que Lo habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.
50 Había un hombre llamado José, miembro del Concilio (Sanedrín), varón bueno y justo, 51el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los Judíos, y que esperaba el reino de Dios. 52Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, 53y bajándolo, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. 54Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.
Nueva Versión Internacional
6Al oír esto, Pilato preguntó si el hombre era galileo. 7Cuando se enteró de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo mandó a él, ya que en aquellos días también Herodes estaba en Jerusalén.
8Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento; hacía tiempo que quería verlo por lo que oía acerca de él, y esperaba presenciar algún milagro que hiciera Jesús. 9Lo acosó con muchas preguntas, pero Jesús no le contestaba nada. 10Allí estaban también los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, acusándolo con vehemencia. 11Entonces Herodes y sus soldados, con desprecio y burlas, le pusieron un manto lujoso y lo mandaron de vuelta a Pilato. 12Anteriormente, Herodes y Pilato no se llevaban bien, pero ese mismo día se hicieron amigos.
14y les dijo: ?Ustedes me trajeron a este hombre acusado de fomentar la rebelión entre el pueblo, pero resulta que lo he interrogado delante de ustedes sin encontrar que sea culpable de lo que ustedes lo acusan. 15Y es claro que tampoco Herodes lo ha juzgado culpable, puesto que nos lo devolvió. Como pueden ver, no ha cometido ningún delito que merezca la muerte, 16así que le daré una paliza y después lo soltaré. 17
19A Barrabás lo habían metido en la cárcel por una insurrección en la ciudad, y por homicidio. 20Pilato, como quería soltar a Jesús, apeló al pueblo otra vez,
23Pero a voz en cuello ellos siguieron insistiendo en que lo crucificara, y con sus gritos se impusieron. 24Por fin Pilato decidió concederles su demanda: 25soltó al hombre que le pedían, el que por insurrección y homicidio había sido echado en la cárcel, y dejó que hicieran con Jesús lo que quisieran.
26Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. 27Lo seguía mucha gente del pueblo, incluso mujeres que se golpeaban el pecho, lamentándose por él.
28Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: ?Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. 29Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: “¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!”
32También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados. 33Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.
40Pero el otro criminal lo reprendió: ?¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? 41En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo.
44Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó sumida en la oscuridad, 45pues el sol se ocultó. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos.
48Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho. 49Pero todos los conocidos de Jesús, incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron mirando desde lejos.
50Había un hombre bueno y justo llamado José, miembro del Consejo, 51que no había estado de acuerdo con la decisión ni con la conducta de ellos. Era natural de un pueblo de Judea llamado Arimatea, y esperaba el reino de Dios. 52Este se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53Después de bajarlo, lo envolvió en una sábana de lino y lo puso en un sepulcro cavado en la roca, en el que todavía no se había sepultado a nadie. 54Era el día de preparación para el sábado, que estaba a punto de comenzar.
Reina-Valera 1960
1Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato. 2Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey. 3Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. 4Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. 5Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
6Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. 7Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén. 8Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. 9Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. 10Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. 11Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato. 12Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.
13Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, 14les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. 15Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. 16Le soltaré, pues, después de castigarle. 17Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
18Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! 19Éste había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. 20Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; 21pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! 22Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. 23Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. 24Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; 25y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
26Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. 27Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. 28Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. 29Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. 30Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. 31Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
32Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 33Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. 35Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. 36Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 37y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 45Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. 46Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. 47Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. 48Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. 49Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
50Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. 51Éste, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, 52fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 53Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. 54Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. 55Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. 56Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.
Biblia del Jubileo
1Levantándose entonces toda la multitud de ellos, le llevaron a Pilato. 2Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo a César, diciendo que él es Cristo, un Rey. 3Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo él, dijo: Tú lo dices. 4Y Pilato dijo a los príncipes de los sacerdotes, y a la multitud: Ninguna culpa hallo en este hombre. 5Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
6Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era galileo. 7Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, el cual también estaba en Jerusalén en aquellos días. 8Y Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal. 9Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió. 10Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía. 11Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y le volvió a enviar a Pilato. 12Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.
13Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo, 14les dijo: Me habéis presentado a éste por hombre que desvía al pueblo; y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquellas de que le acusáis. 15Y ni aun Herodes; porque os remití a él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho. 16Le soltaré, pues, castigado. 17(Y tenía necesidad de soltarles uno en la fiesta.) 18Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: Quita a éste, y suéltanos a Barrabás. 19(El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.) 20Y les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús. 21Pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: Cuélguenle, cuélguenle. 22Y él les dijo la tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. 23Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese colgado de un madero. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían. 24Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían; 25y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
26Y llevándole, tomaron a un Simón cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima el madero para que la llevase tras Jesús. 27Y le seguía una grande multitud del pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban. 28Mas Jesús, vuelto a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no me lloréis a mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos. 29Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron. 30Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. 31Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará? 32Y llevaban también con él otros dos, malhechores, a ser muertos. 33Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le colgaron del madero allí, y a los malhechores, uno en un madero a la derecha, y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. 35Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos; sálvese a sí, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. 36Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre, 37Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo. 38Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y romanas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS. 39Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación? 41Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. 44Y cuando era como la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 45Y el sol se obscureció; y el velo del Templo se rompió por medio. 46Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, dió el espíritu. 47Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. 48Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos. 49Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
50Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, 51(el cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el Reino de Dios. 52Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 53Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro que era labrado de piedra, en el cual ninguno había aún sido puesto. 54Y era día de la preparación de la Pascua; y estaba para rayar el sábado. 55Y viniendo también las mujeres que le habían seguido de Galilea, vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. 56Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.