¿Qué significa Marcos 10:25?
Algunos eruditos dicen que el "ojo de una aguja" se refiere al "Ojo de la aguja", una puerta muy pequeña que hay en Jerusalén del tamaño de un hombre, que se abría por la noche cuando la puerta principal estaba cerrada. Por lo tanto, sería muy difícil que un camello pudiera pasar por una puerta así, pero no era imposible. Un animal tan grande tendría que ser desensillado y despojado de todas sus "posesiones" para pasar por ella. Si bien estas imágenes funcionan perfectamente para explicar la idea que Jesús está comunicando, otros sugieren que es posible que esa puerta no se construyera hasta siglos después de que Jesús viniera al mundo, lo que implica que Jesús tenía algo diferente en mente.Otros leen la expresión de manera más poética y las palabras de manera más literal: el animal más grande de la zona y el agujero más pequeño. Otra expresión judía menciona a un elefante atravesando el ojo de una aguja. La imposibilidad de que algo así ocurriera físicamente habría sido parte de la confusión de los discípulos. Si los ricos, a quienes consideraban claramente como personas que Dios había bendecido, no pueden entrar al cielo, ¿quién puede hacerlo (Marcos 10:26)?
Algunos notan que la palabra griega para "camello", kamelon, es muy similar a la palabra aramea para "cuerda gruesa", kamilon. Aunque este Evangelio fue escrito en griego, si Jesús hubiera querido decir "cuerda gruesa", se habría registrado una palabra como kalodio. Sin embargo, esa imagen es consistente con su significado.
Jesús le dice al joven rico que venda todas sus posesiones, posiblemente incluida su tierra, y que se lo de todo a los pobres. Sin embargo, este no es un mandato universal, sino que es un mandato específico para una persona en particular que adora a un ídolo específico: la riqueza. Jesús no dice que el dinero sea incompatible con la salvación, sino que solo está demostrándole a este joven que de hecho hay una cosa que no está dispuesto a sacrificar para obedecer a Dios completamente.
Jesús también continuará diciéndoles a los discípulos que, para heredar el reino de Dios, deben abandonar su deseo de obtener poder y autoridad. La salvación debe depender de nuestra confianza en Jesús para que cargue con nuestros pecados; si no, nadie se salvaría jamás (Marcos 10:27). Sin embargo, para seguirlo plenamente, Jesús nos anima a estar dispuestos a dejar atrás a todos nuestros ídolos. Para algunos, un ídolo podría ser la riqueza; pero, para otros, el ídolo puede ser simplemente el hecho de tener algún tipo de "seguridad financiera", que nos ayude a sentirnos bien cuando repartimos nuestros bienes con lo demás, mientras que esto no provoque ningún tipo de ansiedad en nuestra economía. Un ídolo puede ser nuestra salud misma, la seguridad de encontrarnos bajo un sistema político específico o la libertad de elegir lo mejor para nosotros y nuestras familias. Jesús no nos promete nada de esto. De hecho, Pablo sacrificó todo, incluida su vida, en su misión de difundir el evangelio. Sin embargo, dijo: "pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros" (Romanos 8:18).
Cualquier tesoro terrenal que se convierta en un ídolo al que adoramos más que a Dios, hace que el hecho de que un camello pase por el ojo de una aguja tenga más posibilidades de ocurrir que nuestra salvación misma. Por lo tanto, debemos considerar las cosas a las que nos estamos aferrando con fuerza en esta vida, y se las debemos dar a Dios mientras confiamos en que Su voluntad será muchísimo mejor para nosotros que nada de lo que el mundo nos pueda ofrecer.