¿Qué significa Marcos 12:12?
La parábola de los labradores está estrechamente relacionada con la profecía metafórica de Isaías 5:1–7. La principal diferencia es que, en Isaías, la viña solo produce uvas silvestres, y no las uvas domésticas que el propietario había plantado. Es decir, la rebelión contra el "terrateniente" vino del pueblo mismo. En esta parábola, Jesús explica que las uvas no tienen nada de malo, son los labradores o los líderes religiosos los que son corruptos y rebeldes.Estos mismos hombres se niegan a repudiar a Juan el Bautista por temor a la gente (Marcos 11:32). También discuten con Jesús sobre el origen de Su autoridad (Marcos 11:27–33). Sin embargo, no se dan cuenta del toque irónico de su pregunta. Los líderes religiosos creen que su autoridad proviene de Dios, pero se sienten amenazados por Jesús y temen a la gente, y ese miedo los lleva a asociarse con Judas para poder arrestar a Jesús en secreto (Marcos 14:1–2). Jesús sabe que Su autoridad proviene de Dios, y no le teme a nada ni a nadie, ni siquiera a la muerte.
En los años transcurridos desde el profeta Malaquías, la posición de sumo sacerdote se ha politizado aún más. En el siglo II a.C., esta posición era ocupada por la persona que le ofrecía el mejor soborno a Antíoco Epífanes. Después de la revuelta de los macabeos, el sumo sacerdote era a menudo la misma persona que asesinaba al sumo sacerdote anterior.
La clave en las palabras de Jesús es que no es suficiente recibir la autoridad de Dios para hacer cosas, sino que tenemos recibirla y luego usarla para hacer Su voluntad específicamente. Los sacerdotes, los escribas y los ancianos ocupan puestos que Dios mismo les ha dado, pero no los usan para cumplir con Su voluntad. Esto hace que su posición sea muy endeble. Si nosotros no cumplimos con la voluntad de nuestro amo, él no impondrá la autoridad que él mismo nos podría ofrecer tener sobre la gente. Cuando no cumplimos con Su voluntad, queremos imponer nuestra propia autoridad, y comenzamos a engañar, sobornar, engatusar o dominar a la gente para mantener nuestra influencia sobre ellos. Si no nos concentramos en cumplir con la voluntad de Dios, nos preocuparemos mucho más por nuestro estatus social e influencia que en seguir a Dios con todo nuestro ser.