¿Qué significa Marcos 12:44?
La clave de esta historia es que la viuda voluntariamente le da a Dios todo lo que tiene, confiando en que Dios la cuidará, en contraposición a los ricos que contemplan cuánto pueden dar sin que eso les provocara un problema. Inevitablemente, sin embargo, surgirán discusiones sobre las implicaciones teológicas y las prácticas que abarcan el hecho de llevarle ofrendas a Dios.¿Tenía la viuda que ofrecerle a Dios todo lo que tenía? Por supuesto que no. Cuando Ananías y Safira donan el dinero que habían ganado después de haber vendido las tierras, Dios no los castiga porque retengan parte de las ganancias, sino porque mienten al respecto (Hechos 5:1–11); su intención final era crecer su propio orgullo personal, y no apoyar el plan Dios.
Cuando Jesús le dice al joven rico que para obtener la vida eterna tiene que vender todas sus posesiones y dárselas a los pobres, Jesús no quiere decir que los ricos no se pueden salvar. Jesús se da cuenta, a través de la afirmación del hombre, de que el hombre obedece los Diez Mandamientos relacionados con las personas, pero tiene dificultades para honrar a Dios por encima de su ídolo: el dinero. La estipulación de Jesús trata sobre la idolatría, no sobre una pobreza forzada (Marcos 10:17–22).
Los amigos más cercanos de Jesús fuera de Sus doce discípulos son María, Marta y Lázaro. Al menos una vez, si no dos, en el transcurso de una semana, María unge a Jesús con un perfume por valor de trescientos denarios (Juan 12:1–8; Marcos 14:3–9). Cuando los discípulos la desafían por hacer algo así, Jesús les dice que su ofrenda es mucho más importante que las finanzas de los Doce.
En la era de la iglesia, no existe un estándar de cuánto debemos dar o qué porcentaje de nuestra riqueza debemos donar. Como Zaqueo, debemos dar tanto como sintamos que Dios nos está animando a dar (Lucas 19:1–10) y debemos dar con gozo (2 Corintios 9:7). Más importante aún, debemos reconocer que le estamos dando a Dios. Si solo damos para que otros puedan vernos y puedan alabar nuestra generosidad, entonces nuestros deseos están centrados únicamente en recibir un aumento de nuestro estatus mundano y no en adorar a Dios (Mateo 6:1–4).