Capítulo
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Verso

Marcos 13:15

LBLA y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa ;
NBLA y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa;
NVI El que esté en la azotea no baje ni entre en casa para llevarse nada.
RV1960 El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;
JBS y el que estuviere sobre la casa, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;

¿Qué significa Marcos 13:15?

Jesús está profetizando acerca de los eventos que ocurrirán durante la segunda mitad de la tribulación. Cuando el Anticristo erija una estatua en el templo y exija ser adorado como un dios, los judíos casi no tendrán tiempo de huir de sus hogares para esconderse en las montañas.

Esta advertencia se cumplió parcialmente durante la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. cuando el ejército romano destruyó Jerusalén y los judíos huyeron durante la gran diáspora. Las casas en Israel generalmente incluían un techo plano cubierto de juncos donde los que estaban en la casa oraban, se socializaban o incluso dormían; fue en ese tipo de techo donde Pedro tuvo una visión a través de la cual supo que Jesús había santificado todo tipo de comida y que el evangelio también se les predicaría a los gentiles (Hechos 10:9–48). Se podía acceder a estos tejados a través de una escalera exterior. Los judíos ni siquiera tendrán tiempo de bajar las escaleras corriendo y meterse en sus casas para recoger comida o bienes personales.

Sin embargo, la profecía no puede referirse solo el evento del año 70 d.C. Jesús establece que en este momento no sabe cuándo regresará: no sabe el tiempo exacto del fin de la tribulación (Marcos 13:32). De ello se deduce que tampoco sabe nada sobre el momento intermedio de la tribulación, cuando los judíos tendrán que huir de Jerusalén. Esto le hace preocuparse al pensar que pudiera ocurrir durante el invierno, cuando la temporada de lluvias hace que los arroyos crezcan y las montañas estén llenas de nieve (Marcos 13:18).

A diferencia de la segunda venida, no hay indicios de que Jesús no supiera con precisión el momento exacto de la destrucción del templo. De hecho, el final del asedio y la caída de Jerusalén se produjeron entre finales de agosto y principios de septiembre. La profecía de Jesús tiene indicios que podrían apuntar a ser los mismos eventos que ocurrieron en 70 d.C., pero no se cumplirá por completo hasta la tribulación. En ese momento, los habitantes de Jerusalén y de toda Judea no tendrán tiempo para reunir dinero, identificaciones o pasaportes. De hecho, tendrán suerte si son capaces de escapar con vida.
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