¿Qué significa Marcos 13:19?

La tribulación es un período de siete años durante el cual el Anticristo llegará al poder y perseguirá a los seguidores de Cristo y Dios juzgará al mundo. Los primeros tres años y medio serán horribles. Pero, como Daniel corrobora (Daniel 12:1), la última mitad traerá consigo la peor destrucción en la historia de la tierra, incluso incluyendo el diluvio de Noé.

Durante el asedio y destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., Josefo registra que 1,1 millones de civiles murieron de hambre o violencia. Otros 97.000 fueron vendidos como esclavos, y muchos de ellos fueron obligados a convertirse en gladiadores. Durante el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, murieron 6 millones de judíos, aproximadamente el 35% de la población judía.

Estos desastres palidecerán en comparación con lo que ocurrirá durante últimos tiempos. Zacarías 13:8–9 advierte que, durante la tribulación, dos tercios de todos los judíos serán asesinados. Apocalipsis 6—16 describe los horrores adicionales que experimentará el mundo, entre los que se incluye un terremoto que aplastará todas las montañas y hundirá todas las islas (Apocalipsis 16:17–21). Toda la vida marina será destruida (Apocalipsis 8:9; 16:3). Miles de millones acabarán muriendo.

La última mitad de la tribulación también se conoce como la gran tribulación o "la ira de Dios". Este juicio inminente sobre el pecado se refiere tanto a las tribulaciones del fin de los tiempos como a las consecuencias eternas y devastadoras que son provocadas por haber desafiado al Creador (Romanos 2:5; 5:9; Efesios 5:6; Colosenses 3:6). Esta es la respuesta que Dios le dará a todas las personas que han orado para que se haga Su justicia a lo largo de los siglos. El mundo maligno, en su conjunto, se enfrentará a las repercusiones de su rebelión contra Dios. Hasta entonces, aquellos que rechazan a Jesús llevarán sobre sí mismos la ira inminente de Dios (Juan 3:36).

Es fácil olvidar, especialmente como creyentes cristianos, que todos merecemos el mismo destino. En realidad, no hay nada inherente en ninguno de nosotros que nos haga indignos de sufrir esos terremotos, el hambre, el fuego y la muerte. Toda la humanidad merece experimentar la ira de Dios, ya sea durante la tribulación de los últimos tiempos o durante una eternidad en el infierno.

Las buenas nuevas son que Jesús hace que este destino sea opcional. Aquellos que acepten sumisa y fielmente el sacrificio que Jesús ha hecho para salvarnos de nuestros pecados, y esto les haga tener una relación con Dios, se escaparán de la ira de Dios (Romanos 5:9). Por otro lado, esto no significa que nunca experimentaremos dificultades, como guerras y desastres naturales; sin embargo, el juicio de Dios, que está destinado a acabar de una vez por todas con el pecado, no caerá sobre nosotros.