¿Qué significa Marcos 14:9?

En esta situación están sucediendo varias cosas diferentes (Marcos 14:3–8). La gente se ha reunido para honrar a Jesús con una comida. Los discípulos lo han seguido durante tres años, física y espiritualmente, y están allí como Sus compañeros. Desafortunadamente, todos, en su mayoría, revelaron su propia arrogancia al considerarse hombres importantes mientras que al mismo tiempo regañaron a una mujer que estaba tratando de honrar a Jesús y prepararlo para Su muerte (aunque de hecho no se sabe si ella misma sabía a ciencia cierta lo que estaba haciendo). El crimen de la mujer, de acuerdo con los discípulos, fue "desperdiciar" una pequeña fortuna en Jesús en lugar de haberles dado ese dinero a los pobres.

Además de las obvias similitudes que existen con el pasaje que se encuentra en Juan 12:1–8, esta escena nos recuerda a Marcos 12:41–44. El gran templo se erigió como un supuesto testamento del poder y la autoridad de Dios. Allí también deambulaban hombres arrogantes e importantes, quienes hacían cosas con el objetivo de mostrar Su importancia, y también trataban continuamente de cumplir con los estándares culturales que ellos mismos habían creado. Los discípulos representaban el séquito de Jesús.

No obstante, Jesús no estaba impresionado con nada de esto, ciertamente no le impresionaban los hombres que hacían alarde de su posición y beneficencia. Lo que le llama la atención es una viuda pobre que voluntariamente y con adoración le ofrece sus dos últimas monedas a su Dios. En la mesa, Jesús se sorprende al ver a una mujer que está tratando de adorar a su Dios con humildad, sacrificio y sumisión. Parece ser que ninguna de estas dos mujeres estaba preocupada por las costumbres culturales que las rodeaban, y su único objetivo era tomar lo que tenían y usarlo para honrar a la persona que estaban siguiendo. De hecho, sus acciones no son el evangelio, sino que son ejemplos de cómo deberíamos responder al escuchar el evangelio.

En el judaísmo, los memoriales son muy importantes. Dios ordenó días festivos (éxodo 12:14; 13:9), sacrificios (Levítico 2:2; 5:12) y colocó piedras en el río Jordán (Josué 4) como recordatorios de lo que Dios había hecho por los israelitas. El Nuevo Testamento establece solo dos sacramentos para la iglesia: el bautismo y la Cena del Señor. La unción de la cabeza de Jesús por parte de esta mujer sirve como un acto que nos ayuda a recordar un momento histórico de la vida de Jesús en la tierra, un momento en el que Cordero pascual (Jesús) fue ungido y se preparó para la Pascua.