¿Qué significa Marcos 16:11?
Este versículo no se encuentra en los manuscritos más antiguos y confiables del Nuevo Testamento y probablemente no sea original del Evangelio de Marcos. Sin embargo, la declaración no contradice lo que leemos en otras partes de la Biblia.Durante tres años, Jesús ha entrenado a los discípulos para difundir las buenas nuevas de Su resurrección alrededor del mundo. En los primeros días, ya se puede ver lo difícil que es esa tarea. Primero, María Magdalena, que ha viajado con los discípulos y ha apoyado a Jesús en Su obra (Lucas 8:1–3), anuncia que ha visto a Jesús y ha hablado con él (Juan 20:18). Jesús les había dicho previamente a los discípulos que moriría y resucitaría (Marcos 8:31; 9:31; 10:34). Pero cuando los discípulos escucharon a María y a las otras mujeres, "el relato de las mujeres les pareció a los apóstoles una locura, así que no les creyeron" (Lucas 24:11). Pedro y Juan corren hacia la tumba y verifican que está vacía (Lucas 24:12; Juan 20:3–10). Parece que empiezan a creer, pero todavía no lo comprenden del todo.
Esa misma noche, dos de los seguidores de Jesús regresan y dicen que se encontraron con Jesús en el camino y comieron con él (Lucas 24:13–35).
Evidentemente, Jesús también se le había aparecido a Pedro (Lucas 24:34). Cuando los dos hombres terminan su historia, Jesús aparece en la habitación, en la que se habían encerrado por temor a los judíos (Juan 20:19). Los discípulos piensan que es un espíritu (Lucas 24:36–37). Más tarde, llega Tomás y se niega a creer en ninguno de ellos (Juan 20:24–29). Jesús debe regresar y mostrarle a Tomás Sus manos y Sus pies antes de que Tomás acepte la verdad. A lo largo de Su ministerio, Jesús se ha sentido frustrado por la falta de fe de los discípulos (Marcos 4:35–41; 8:14–21). En otras situaciones, como cuando caminó sobre el agua (Marcos 6:45–52), los discípulos experimentan el miedo real y Jesús les responde mostrándoles la verdad.
La resurrección es el componente clave del evangelio. Sin ella, nuestra "fe es inútil" y "… seríamos los más desdichados de todos los hombres" (1 Corintios 15:17–19). Una vez que aceptamos la resurrección, podemos decir libremente: "¡Señor mío, y Dios mío!" (Juan 20:28). Para hacerlo, debemos aceptar lo que Dios nos dice a través de las Escrituras y orar para que nuestro corazón no se endurezca (Marcos 6:52) y la verdad no se nos oculte (Lucas 18:34).