¿Qué significa Marcos 4:24?
Es crucial entender Marcos 4:24–25 dentro del contexto de todo el capítulo. Jesús está hablando sobre las diferentes reacciones que las personas tienen al escuchar Su enseñanza. Marcos 4:1–20 describe personas que tienen corazones endurecidos, personalidades superficiales, avaricia, o fe en Jesús y una buena disposición para escuchar. Marcos 4:21–34 nos da más detalles sobre la difusión del evangelio.El "más" que se añadirá no se refiere a poder, influencia o posesiones materiales, sino a sabiduría espiritual. Jesús dice que si nos acercamos a Sus enseñanzas como si estuviéramos cargando una canasta grande, nuestra canasta se llenará de comprensión e iluminación. Los discípulos de Jesús hacen esto mismo cuando se quedan para aprender más cuando se terminan los milagros (Marcos 3:33–35) y piden más información sobre las parábolas (Marcos 4:10).
Nuestra vida cristiana nos ofrece muchas opciones. Mateo 7:1–5 explica que la forma en que juzguemos las acciones de los demás influirá en cómo ellos juzgarán las nuestras. Lucas 6:37–38 añade que nuestra manera personal a la hora de dar y perdonar determinará cómo los demás nos perdonarán y nos darán a nosotros. Así, esto se aplica también al conocimiento espiritual. El conocimiento del reino de Dios aumenta y disminuye exponencialmente. Si traemos una vasija grande para llenarla de conocimiento, se acabará llenando hasta rebosar. Si traemos una vasija pequeña, se llenará inicialmente, pero luego se perderá (Marcos 4:25).
Nuestra "medida" se refiere al tiempo, a la atención y a la sumisión que les dedicamos a las Palabras de Jesús. Las devociones personales, la asistencia regular a la iglesia y la aplicación intencional de las Escrituras en nuestras vidas nos ayudan a incrementar nuestra "medida". Cuanta más "medida" pedimos, más puede obrar el Espíritu Santo en nuestras vidas. Nosotros elegimos si elegir sabiduría o no (Mateo 7:7–11; Lucas 11:9–13) y cuánta sabiduría acabar pidiendo (Marcos 4:33). Finalmente, Dios acabará honrando lo que le pidamos (Santiago 1:5).
