Capítulo
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Marcos 5:38

LBLA Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho.
NBLA Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho.
NVI Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús notó el alboroto, y que la gente lloraba y daba grandes alaridos.
RV1960 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.
JBS Y llegaron a la casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.

¿Qué significa Marcos 5:38?

A su regreso de liberar a un hombre de una legión de demonios, Jairo, un líder de la sinagoga local, se acercó a Jesús y le habló sobre su hija, quién se estaba muriendo. Jairo se enteró de que mientras Jesús iba de camino a su casa, su hija había fallecido, pero Jesús lo alentó a mantener su fe (Marcos 5:36).

Jesús, Pedro, Jacobo, Juan y Jairo llegan para encontrar la casa llena de dolientes profesionales (Mateo 9:25). El duelo profesional era bien conocido en los días de Jesús en Medio Oriente y Asia. Mateo 9:23 menciona flautistas y una multitud. Por extraño que parezca, este tipo de carrera profesional está regresando en algunas naciones occidentales, donde las familias pueden contratar actores para proporcionar un ambiente adecuado en los funerales y los servicios conmemorativos.

A diferencia de los dolientes profesionales modernos que estudian la vida del difunto y comienzan pequeñas conversaciones con amigos y familiares del difunto, estos dolientes no tienen una actitud sombría ni reservada. "Alboroto" proviene de la palabra raíz griega thorubos que significa "ruido, clamor y desorden público". "Lamento" proviene de la palabra raíz griega alalazo. Es el sonido "alala" que hacen los soldados cuando se precipitan hacia la batalla, un sonido similar a lo que se conoce como la ululación.

La costumbre de los dolientes muestra cómo los seres humanos siempre nos hemos sentido incómodos con nuestro dolor. La ira, el control e incluso el desapego son emociones "más fáciles" con las que vivir que el hecho de ser vulnerables a la hora de perder a alguien a quien amamos; pero Dios promete encontrarse con nosotros a través de ese mismo dolor. Dios ve nuestra tristeza (Salmo 56:8) y promete convertirla en alegría si confiamos en él (Salmo 30:11–12).
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