¿Qué significa Marcos 7:36?
Jesús raramente les dice a aquellos a quienes sanaba que corrieran la voz de lo que hizo por ellos. Jesús sí se lo dijo al hombre que fue liberado de una legión de demonios (Marcos 5:19), lo cual puede ser la razón por la que Jesús se siente abrumado debido al número de personas que necesitan curación en ese momento (Mateo 15:29–31). La mayoría de las veces, Jesús le dice a los recién sanados que permanezcan callados o se presenten a los sacerdotes para que los sacerdotes del templo verificaran su curación (Marcos 1:44; Lucas 17:14), particularmente si tenían lepra. Una vez se ha corrido la voz, la gran cantidad de personas que lo quieren retrasa una tarea mucho más importante: entrenar a los discípulos. A veces esto llega incluso a amenazar la seguridad de Jesús (Marcos 3:9).En la actualidad, debemos tener cuidado de cómo proclamamos a Jesús. Jesús nos hace promesas específicas en Su Palabra que nos dicen claramente qué esperar cuando alguien decide darle toda su vida y atención. Estas promesas incluyen regalos para servir a los demás (1 Corintios 12), convicción sobre nuestros pecados (Juan 16:7–11), perdón (Hechos 13:38) y el hecho de que seremos perseguidos (2 Timoteo 3:12). Estas promesas no garantizan una curación física completa o instantánea (2 Corintios 12:7), ni problemas en nuestras relaciones que se solucionan en un instante (Mateo 10:35), ni un estilo de vida fácil (Mateo 8:20) ni una larga vida tampoco (Hechos 7:54–60). La curación y la restauración son posibles, pero no están aseguradas durante nuestra vida terrenal. Muchas de las promesas que Dios nos ofrece deben ser aceptadas, o incluso debemos luchar por ellas. Un ejemplo de esto es el fruto del Espíritu, el cual no podemos recibir hasta que decidimos rechazar nuestros propios deseos (Gálatas 5:22–24).
Jesús no quiere que las personas a las que sana proclamen lo que ha hecho, porque la curación física no es Su misión principal. Como cualquier otro milagro, las curaciones y los exorcismos afirman Su posición como profeta de Dios (Juan 10:37–38), pero estos milagros no son lo más importante de Su ministerio; Su principal misión era revelar el camino de salvación y entrenar a otros para difundir el evangelio después de que él se fuera. Muchos buscan señales, pero el evangelio es Cristo: Jesús crucificado y resucitado (1 Corintios 1:21–23). Este es el mensaje que necesitamos difundir.