Capítulo
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Marcos 9:50

LBLA La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis ? Tened sal en vosotros y estad en paz los unos con los otros.
NBLA La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonarán? Tengan sal en ustedes y estén en paz los unos con los otros.”
NVI »La sal es buena, pero, si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor? Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros».
RV1960 Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.
JBS Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.

¿Qué significa Marcos 9:50?

La sal, por supuesto, no puede perder su salinidad, pero la pureza de la sal varía. En particular, la sal cosechada del Mar Muerto se vuelve cada vez más rancia debido a esas impurezas. Si la sal se mezcla con muchos otros minerales, el sabor se diluirá tanto que perderá su valor y su sabor. Los discípulos se arriesgan a "perder su salinidad" cuando permiten que los valores del mundo, como el amor a la autoridad, el poder y la posición, supriman la salinidad purificada que Dios desea que tengamos.

Otra forma de interpretar este comentario es notar que la "salinidad" es el propósito de la sal; Es una característica definitoria de ese mineral. Si algo tan crucial para formar su identidad se pierde, ¿cómo podría restaurarse? Esto sugiere la necesidad de que los creyentes consideren su papel dentro del reino de Dios como algo crucial, no secundario.

De manera similar, en Mateo 5:13, Jesús nos llama a ser la sal de la tierra. Debemos ser Sus agentes a la hora de purificar el mundo. Como la sal, debemos resaltar la mejor naturaleza de quienes nos rodean. El resultado traerá consigo, naturalmente, el hecho de que haya una mayor paz entre ellos. El sentimiento nos recuerda al antiguo voto de la sal: si dos personas compartían sal, tenían que defenderse y apoyarse mutuamente, incluso si hubieran sido enemigos. Los discípulos deben vivir entonces un voto similar entre ellos.

La última frase de Jesús nos lleva de vuelta hacia Marcos 9:33–35 donde los discípulos discuten sobre quién es el más grande. Si bien están preocupados por su posición en el reino de Jesús, a Jesús le preocupa que la iglesia alcance a los nuevos creyentes (Marcos 9:36–37, 39–40) y los sacrificios personales que se requieren para la obediencia (Marcos 9:42–47).

Mateo y Lucas añaden que lo que pierde su salinidad será arrojado y pisoteado, que es básicamente lo que los discípulos querían hacerle al hombre que estaba exorcizando demonios en el nombre de Jesús (Marcos 9:38). Jesús les explica que la posición y la autoridad no son necesariamente marcadores de cuán cerca lo seguimos. Por el contrario, la capacidad de sacar lo mejor de los demás y traer paz a las personas es una prueba mucho mejor de que estamos siguiendo a Jesús más de cerca.
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