¿Qué significa Mateo 10:28?

Jesús les ha hecho a los apóstoles una advertencia directa sobre la persecución y el odio al que acabarían enfrentándose. Ese odio surgiría cuando comenzaran a proclamar la verdad acerca de Cristo. Aquellos que lo representaran también serían perseguidos por los líderes religiosos judíos y las autoridades gentiles (Mateo 10:22–27).

De nuevo, Jesús anima a Sus discípulos a no responder a esta persecución con miedo. Específicamente, les dice que respondan con el miedo apropiado y que no se preocuparan por aquellos que tenían cualquier tipo de autoridad, ya que ellos solo podían matar sus cuerpos, pero no sus almas. En cambio, debían reservar su miedo para Aquel que puede matar tanto el cuerpo como el alma en el infierno.

Jesús está hablando de lo que el Antiguo Testamento llama "el temor de Señor", lo cual no se refiere a tenerle pánico a Dios. Más bien, este es el tipo saludable de "miedo" que un soldado podría tenerle a su arma, o un cocinero al fuego de una caldera o estufa. El temor de Dios implica el hecho de tener un gran y profundo respeto y, al mismo tiempo, exige que reconozcamos que Dios puede destruir por completo a quienes están en su contra. De este modo, podemos ver este tipo de temor es apropiado y entendible.

Jesús insiste en que la muerte no debe evitarse a toda costa. La muerte del cuerpo no debe ser lo que más miedo nos de, sino que la muerte del cuerpo y el alma juntos en el infierno debería ser lo que provoque el mayor temor en nuestros corazones. El mensaje de salvación por medio de la fe en Jesús que predicaban Sus apóstoles hablaba sobre la promesa de la vida eterna en cuerpo y alma que muchos alcanzarían al igual que ellos.

Durante los siguientes versículos, Jesús equilibra de alguna manera este tipo de temor con el hecho de que Dios también se preocupa profundamente por Su propio pueblo.