¿Qué significa Mateo 10:33?
Un día, Cristo reconocerá ante Su Padre a todo aquel que reconozca ante los demás que Él es el Hijo de Dios (Mateo 10:32; Juan 3:16–18). En otras palabras, cuando llegue el momento en el que Dios juzgue al mundo, Jesús estará allí por y para todos y todas las personas que lo aceptaron como su Salvador. Cristo estará junto a ellos, ante el Dios Padre, como un testigo que dará fe de aquellos y aquellas que le pertenecen. Lo que se implica con esto es que aquellos y aquellas que le pertenecen a Cristo serán bienvenidos en la eternidad con el Padre.Ahora Jesús añade que lo contrario también es cierto. De este modo, Cristo se negará a reconocer ante Dios a cualquiera que negara a Cristo ante los demás. Debido a que los seres humanos solo pueden ser declarados justos a través de la fe en Jesús (Juan 14: 6), aquellos a quienes Él niegue también serán negados por el Padre. Las consecuencias de esto serán eternas (Juan 3:36).
Lo que dice Jesús aquí nos puede provocar mucho miedo, ya que estas afirmaciones parecen sugerirnos que cualquiera que niegue su fe en la tierra se acabará perdiendo. De hecho, hay razones para esperar que negar a Cristo se convierta en una verdadera tentación para todos los que lo seguimos. Para los apóstoles y los primeros cristianos, decir que seguían a Cristo o que no lo hacían marcaba una diferencia entre la vida y la muerte, entre el arresto o la libertad, o entre el hecho de poder alimentar a sus familias o el hecho de no poder hacerlo. Por lo tanto, asociarse con Jesús tenía duras consecuencias para Sus seguidores. Jesús, sin embargo, quiere que Sus seguidores entiendan que lo que está en juego si lo negamos es mucho más crítico que morir en este lado de la eternidad.
El contexto de las Escrituras parece sugerirnos fuertemente que negar a Jesús debido al pánico no elimina necesariamente la oportunidad de que un creyente alcance la eternidad con el Padre. Los cristianos se salvan por la gracia de Dios a través de la fe en Jesús, y por reconocerlo abiertamente durante circunstancias específicas (Efesios 2:8–9). De hecho, Pedro llegó incluso a negar a Cristo en un momento crucial debido a su propio temor de ser arrestado y asesinado (Mateo 26:69–74). Sin embargo, después de la resurrección de Jesús y la llegada del Espíritu Santo, Pedro pasó el resto de su vida reconociendo abiertamente y sin miedo que Jesús era el Mesías delante del mundo (Hechos 2).
Esta advertencia, sin embargo, es mucho más grave para aquellos y aquellas que se desvinculan de Cristo por el bien de la salud, la riqueza, la popularidad o la libertad. A las personas que no estén dispuestas a asociarse con Jesús en la tierra no se les permitirá vivir eternamente con Él (Mateo 10:37; Marcos 8:36).