¿Qué significa Mateo 11:5?
Jesús ha enviado a los discípulos de Juan el Bautista de vuelta con su maestro, quien ese momento estaba en prisión (Mateo 4:12), junto con un informe de testigos que habían visto a Jesús hacer milagros (señales). Esta fue la respuesta que Jesús dio para responder a la pregunta de Juan sobre si Jesús era el Mesías o si debían esperar a alguien más (Mateo 11:1–4). Quizás Juan estaba confundido o sentía algo de impaciencia. Tal vez, la fe que Juan tenía en Jesús podía haber estado vacilando porque Juan esperaba que el Mesías trajera un juicio inmediato sobre los impenitentes de Israel. Este era un malentendido común entre las personas de Israel antes de la muerte y la resurrección de Cristo (Juan 2:22; Mateo 16:21–23).¿Qué cosas había hecho Jesús? Les dijo a los discípulos de Juan que le hablaran sobre los milagros y el mensaje de predicación que había estado proclamando. Además, Juan debería creer en Jesús debido al poder que tenía para sanar. Jesús citó varias profecías de Isaías y se las aplicó a sí mismo:
"Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, lo mismo que los oídos de los sordos. Entonces los cojos saltarán como ciervos, y la lengua del mudo cantará; porque en el desierto serán cavados pozos de agua, y en la soledad correrán torrentes" (Isaías 35:5–6).
El espíritu de Dios el Señor está sobre mí. Sí, el Señor me ha ungido; me ha enviado a proclamar buenas noticias a los afligidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a anunciar libertad a los cautivos, y liberación a los prisioneros; a proclamar el año de la buena voluntad del Señor, y el día de la venganza de nuestro Dios; a consolar a todos los que están tristes; (Isaías 61:1–2).
Juan el Bautista seguramente reconocería esos comentarios como citas bíblicas, y se daría cuenta de que Jesús estaba cumpliendo las profecías de Isaías. Los versículos que se sitúan alrededor de esos pasajes también hablan del juicio y la venganza de Dios. Jesús también podría haber estado intentando asegurarle a Juan que el tiempo del juicio de Dios llegaría, aunque aún no hubiera sucedido. Por ahora, Juan debía confiar en que Jesús era el que había de venir.