¿Qué significa Mateo 13:17?

Jesús ha demostrado la gran diferencia que había entre los discípulos y el resto de Israel, incluidos los líderes religiosos, quienes supuestamente eran sabios y educados. Al pueblo no se le había dado conocimiento de los grandes misterios del reino de los cielos. A los discípulos sí se les habían dado esos secretos (Mateo 13:10–16). El mayor de esos misterios era que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios que había venido a la tierra, quien trajo consigo el reino de los cielos.

Cristo quería que los discípulos comprendieran el gran regalo que se les ha había otorgado. Muchos profetas y personas justas a lo largo de la historia de Israel habían anhelado ver, oír y entender lo que los discípulos de Jesús ahora estaban viendo, oyendo y llegando a entender. Los profetas solo sabían que, a través de Dios, habían escrito sobre algo impresionante que ocurriría en el futuro de Israel. Ellos sabían que habían escrito, bajo la inspiración de Dios, acerca de algo grandioso que también bendeciría a las naciones gentiles. Sin embargo, no podían saber del todo lo que esto podía ser (Hebreos 11:39–40).

Los discípulos, quienes habían sido bendecidos enormemente, se enteraron de cuál era ese secreto. Todos los que creyeran en Su mensaje, el evangelio, llegarían a conocer el misterio oculto de la salvación a través de la fe en Jesús. Pedro, quien estuvo presente cuando Jesús dijo esto, lo expresó así en una de sus cartas:

"Los profetas que hablaron de la gracia destinada a ustedes, estudiaron e investigaron con detalle todo acerca de esta salvación. Ellos querían determinar a quién y a qué momento se refería el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que les seguirían. Dios les hizo saber que su tarea no era para ellos mismos, sino para nosotros, y que sólo administraban lo que a ustedes ahora les anuncian aquellos que les han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo. éstas son cosas que aun los ángeles quisieran contemplar" (1 Pedro 1 :10–12).