¿Qué significa Mateo 16:3?

Algunos fariseos y saduceos se acercaron juntos a Jesús para pedirle una "señal del cielo". Querían que Él realizara alguna obra milagrosa para respaldar las afirmaciones de que Él era el Mesías. Dado que estos dos grupos de líderes religiosos a menudo eran enemigos entre sí, esto nos demuestra que estaban preocupados por Jesús e incluso cooperaron para conseguir desacreditarlo.

Jesús dijo que algunas señales no requieren nada más que el sentido común para interpretarlas. El clima es un buen ejemplo de esto. Estos escépticos que afirmaban que no habían visto suficientes señales de Jesús sí que podían leer el clima para determinar si iba a haber una tormenta o no. Las palabras de Jesús en los versículos dos y tres se hacen eco de una expresión común que existe en español: "sol poniente el cielo grana, buen tiempo para mañana. Cielo rojo a la alborada, cuidado que el tiempo se enfada". Cuando predecimos lo que va a ocurrir con el clima, lo hacemos y actuamos en consecuencia.

A pesar de tener la capacidad de reconocer estos patrones climáticos, los líderes religiosos aparentemente no pudieron reconocer las "señales de los tiempos". Fueron testigos de las curaciones milagrosas de Jesús y de la expulsión de demonios (Mateo 12:13–14, 22). Leyeron las palabras de Isaías (Isaías 35:5–6; 61:1–2) y las vieron cobrar vida ante sus ojos. Tal y como Jesús le describió Su misión a Juan el Bautista, "los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncian las buenas noticias." (Mateo 11:5).

Por tanto, a estos hombres no les faltaba evidencia, su problema era que eran muy tercos; se negaron (Juan 5:39–40) a reconocer a Jesús como el Mesías, pero no con sinceridad, y es por eso por lo que Jesús se negó a hacer lo que le estaban pidiendo que hiciera. De hecho, es posible que si lo hiciera tampoco sirviera de nada.